El abandono presupuestario del sector exterior
En el proyecto de ley presupuestaria para el año 2003 el Gobierno concede un papel relevante al sector exterior, para el que ha previsto una aportación al crecimiento del PIB del 4%, otorgándole un papel predominante en el crecimiento económico con objeto de intentar compensar la caída de la demanda interna.
Para los responsables de la Secretaría de Estado de Comercio y Turismo, los presupuestos de ese departamento para el año 2003 van a permitir un impulso para la promoción del comercio exterior y de la internacionalización de las empresas españolas.
Sin embargo, el presupuesto previsto para el sector exterior no se ajusta de ninguna forma a estas expectativas, con una clara disfunción entre el discurso y los hechos, algo que viene a ser conocido en sociología como anomía, esto es la diferencia entre los objetivos marcados y los medios para conseguirlo. En primer lugar porque las proyecciones se basan sobre supuestos falsos, al rebajar el Banco de España y los organismos internacionales las previsiones de crecimiento del proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2003 en un 0,5%, y la inflación exceder en 1,5%. Y en segundo lugar porque los presupuestos para esta sección son decrecientes.
El presupuesto previsto para el Programa de Promoción Comercial e Internacionalización de la Empresa crece, en términos absolutos, el 0,1% con relación a 2002, pero considerando el efecto inflacionario previsto para el ejercicio 2003, el mismo se verá reducido, en términos reales, el 3,4%. Reducción que, unida a las derivadas de los ejercicios posteriores al año 1999, produce una caída en términos reales de los presupuestos dedicados al fin citado en más del 7%.
Si consideramos en especial el Instituto de Comercio Exterior (Icex), en términos reales su presupuesto para 2003 se habría reducido un 0,6% con relación a 2002, con lo cual tendrá menos recursos para cumplir mínimamente sus objetivos ya de por sí cada vez mas restringidos en su apoyo a las Asociaciones e Instituciones Empresariales.
Capítulo aparte tiene el grado de ejecución de los presupuestos en los últimos años por la Secretaría de Estado y sus empresas y organismos dependientes, que sobre el total presupuestado fueron del 44,5% en 1999, del 44,5% en 2000 y del 47,7% en 2001, demostrando su ineficaz y mediática gestión; sin recursos para mejorar y ampliar nuestras oficinas comerciales en el exterior, congelados los planes de nuevos centros de negocios que reclaman insistentemente las empresas para facilitar sus gestiones y actuaciones en los mercados exteriores, reduciendo las ferias o la participación en eventos en el exterior, y continuando con la política de reducir las partidas presupuestarias que afectan a muchos y mantener o aumentar las partidas que benefician a pocos.
Tres docenas de empresas e instituciones financieras internacionales (éstas con escaso o nulos retornos para la economía española) serán beneficiarias de los controvertidos créditos del Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD), es decir, el 51% del total del presupuesto, por importe de cerca de 481 millones de euros; y no más de media docena, entre las cuales se encuentran empresas tan necesitadas de ayuda en su internacionalización como Endesa o Telefónica, serán beneficiarias del 12,86% de la asignación para comercio exterior. Más de 90.000 millones de euros del Fondo de Inversiones en el Exterior (Fiex) bajo la irregular y escasamente transparente gestión de Cofides, que lleva a la poco deseable situación de que el Estado español sea accionista minoritario de negocios de empresas privadas en el exterior.
Es decir, más del 61,6% del total de la partida presupuestaria (580.000 millones de euros) se concentra en menos de medio centenar de empresas, mientras que las 30.000 restantes, en su mayor parte pequeñas y medias empresas productivas transformadoras y de servicios que constituyen la columna vertebral de nuestro comercio exterior y empleo, tienen que conformarse con menos de 125.000 millones de euros para apoyar su actividad internacional.
En definitiva, estamos ante planteamientos subjetivamente cínicos y objetivamente ineficaces que no reconocen que estamos ante una realidad compleja.
Y estamos también ante una evidente falta de previsión y de gestión, al no considerar nuevas políticas de promoción, ni de cooperación, ni de captación de inversiones, ni de protección de nuestras inversiones en el exterior.
En un contexto de pér-dida de competitividad, que ya alcanza niveles preocupantes en los intercambios con nuestros socios de la unión monetaria económica, área que asume más del 65% de nuestras ventas al exterior; de caída de los mercados tradicionales de América Latina, de lento crecimiento de los mercados asiáticos y de Europa del Este y de caída de nuestras ventas en Estados Unidos, es urgente y necesario disponer de unos presupuestos creíbles, a partir de los cuales se intente al menos paliar o minimizar la previsible recesión del sector exterior en los próximos años.