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Viajes

La 'rentrée' parisina

Es el destino más visitado del mundo. Como una maga o hechicera de antiguas rapsodias, la capital francesa tiene siempre algo nuevo o renovado con que ejercer su seducción

A París hay que volver con cierta frecuencia. Y en otoño, mejor: la llamada rentrée pone en juego todos los resortes de una ciudad cuya sustancia parece ser el puro dinamismo. Por eso es un lugar esencial, para todos: decía Víctor Hugo (cuyo bicentenario, por cierto, se está celebrando, con una ruta temática) que el género humano posee ciertos derechos sobre París. Quizá convenga recordar que esta ciudad es el primer destino turístico del mundo. 36 millones de visitantes al año. Cifras apabullantes. Aunque hay que hacer una precisión: los españoles no van tanto; de cada 100 visitantes extranjeros, sólo 6 son españoles, frente a 18 norteamericanos, 14 británicos, 9 japoneses o 10 italianos.

Aunque la ciudad esconda ases por todas las mangas, este guirigay turístico no se mantiene solo. Al menos eso es lo que piensa el adjunto a la alcaldía para el turismo, Jean-Bertrand Bros. Por eso, desde que el equipo del alcalde Bertrand Delanoë se hizo cargo de la gestión municipal, Bros está empeñado en desarrollar unas líneas clave que mantengan a París en su papel de destino capital. Entre esas líneas de actuación destaca el mejorar la política de acogida, así como favorecer la convivencia entre locales y visitantes, mantener la imagen de ciudad vanguardista y cosas por el estilo. Algunas medidas han resultado tan llamativas (y exitosas) que los medios de casi todo el mundo se han hecho eco de ellas, como la operación Paris-plage, el verano pasado (no se trataba sólo de arena y sombrillas, las animaciones culturales suplían al mar ausente), o la llamada noche blanca, hace un par de semanas (en la cual, un chiflado quiso dejar a París sin alcalde).

Planos esenciales

Pero, como en una gran sinfonía, no basta con que el director mueva la batuta, es preciso que respondan todos los intérpretes, aunque su misión se limite a dar un toque de triángulo o castañuelas. Siguiendo el símil, los intérpretes o integrantes de la escena parisina podrían agruparse en planos o sectores, como los grupos de cuerda, metal o percusión en las orquestas. Entre esos planos hay uno esencial, inalterable: es el París eterno, que hay que descubrir o redescubrir; el París de los grandes museos, monumentos y ambientes. Otro plano es el de eventos culturales (ópera, música, exposiciones, etc.), que en París es siempre un primer plano. Y habría que añadir otra dimensión: la de las nuevas ideas, eso que algunos llaman tendencias.

Cosas nuevas hay muchas: museos veteranos que abren salas nuevas (como el Louvre, o el de Artes Decorativas, que se desdobla con un nuevo Museo de la Publicidad), hay museos nuevos, como el de Arts et Métiers, las Catacumbas, el Centro de Arte del Palais de Tokyo, la Casa del Cine (que abrirá sus puertas en la próxima primavera), la colección permanente (única en el mundo) dedicada a la arquitectura (en el Palais de Chaillot, abre a finales de este año), la Ciudad de la Imagen y del Sonido (para 2003) o el Museo de Artes y Culturas de África, Asia, Oceanía y las Américas (para otoño de 2004). Sin contar las reaperturas, como la del Centro Pompidou, el Museo de l'Orangerie o el Grand Palais (habrá que esperar a 2004). Las grandes exposiciones tienen este otoño acento español: en el Centro Pompidou se enfrentan Matisse y Picasso, y en la antigua estación D'Orsay se mostrará la influencia de Velázquez sobre Monet.

Por eso, se puede aligerar el programa picando ideas casi alternativas: puede ser, por ejemplo, visitar el mercado étnico de Belleville, recorrer en barco el Sena o del Marne, hacer un safari urbano temático siguiendo los mensajes que una empresa especializada va enviando al teléfono móvil, visitar los tres mercados biológicos de Raspail, Batignolles y Brancusi, hacer catas de vinos en el Museo del Vino abierto en las cavas medievales del convento de Passy, rastrear la nueva arquitectura en las últimas estaciones de metro y RER (Madeleine, Pyramides, Gare de Lyon...), recorrer los restaurantes y locales tendence, donde es probable que algún rostro conocido se deje ver... París lleva mucho tiempo siendo la Ville-lumière, con una luz pirotécnica y mundana, pero también profundamente intelectual. Ya lo decía Humphrey Bogart (¿o era...?), por feas que se pongan las cosas, siempre nos quedará París.

Localización

Cómo ir. Iberia (902 400 500) tiene 10 vuelos diarios desde Madrid a la capital francesa, a partir de 220,41 euros ida y vuelta, tasas incluidas. La mayorista Viva Tours ofrece este otoño un paquete de 2 días / 1 noche en el Meliá Alexander Boutique Hotel, incluido vuelo de ida y vuelta, por 279 euros, y 109 euros la noche extra; o 199 euros el paquete 2 días/ 1 noche en Hotel Bruxelles et du Nord, incluidos también los vuelos (noche extra: 29 euros). Alojamiento. La cadena Meliá acaba de abrir en París tres hoteles boutique que rompen con la imagen habitual de la marca: se trata de establecimientos íntimos, de gusto exquisito. El Meliá Colbert ocupa un palacete del siglo XVII frente a Nôtre Dame, el Meliá Vendôme se encuentra junto a esa monumental plaza (8, Rue Cambon), orientado a gente de negocios, y el Meliá Royal-Alma (35, Rue Jean Goujon, entre Campos Elíseos y Trocadero) ofrece un ambiente familiar y selecto. En los tres hoteles se puede reservar (Solres: 902 144 444) una habitación doble con desayuno incluido en el precio a partir de 213,43 euros. Comer. Los restaurantes y locales denominados tendence proliferan este otoño como las setas; la oficina de turismo facilita una lista. Entre los más prestigiosos: Man Ray (34 Rue Marboeuf, 01 56883636), gente guapa y del espectáculo. Café Indigo (12 Avenue Georges V, 01 47208956), muy de moda. La cadena Le Pain Quotidien tiene media docena de locales donde se come informalmente con los amigos a base de quesos, patés y platos principales, muy en boga; recomendables sobre todo los de la Place du Marché St. Honoré y 18 Rue des Archives (Le Marais).

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