El BCE pide a los Estados que hagan 'creíbles' sus planes de ajuste fiscal
Las dificultades presupuestarias por las que están pasando los principales países de la Unión Europea, como Francia o Alemania, son objeto de honda preocupación por parte del Banco Central Europeo (BCE).
La autoridad monetaria con sede en Francfort conviene que la única alternativa para todos los países que mantienen desequilibrios es que adquieran el compromiso de evitar déficit excesivos. 'Es necesario actuar con prontitud a fin de elaborar planes de ajuste creíbles, basados tanto en supuestos realistas sobre el entorno económico como en medidas de saneamiento bien definidas', advierte en su último boletín mensual de coyuntura, hecho público ayer. Para sustentar este proceso, el BCE se postula para supervisar lo que define como 'seguimiento estricto' de las estrategias de saneamiento que sean puestas en práctica. Algunas ya han sido anunciadas por los Gobiernos de Portugal, Italia, Alemania o Francia.
La idea con la que parte el BCE es que el saneamiento presupuestario creíble favorece las perspectivas de crecimiento económico, y ello es básico en un momento en el que es imprescindible restaurar la confianza perdida.
Otra fórmula para recobrar la confianza es continuar con las reformas estructurales pendientes en los mercados de trabajo, financiero y de bienes. Nuevos retrasos en la aplicación de tales reformas resultarían costosos y dificultarían aún más los objetivos marcados en la Cumbre de Lisboa. 'En las circunstancias actuales, es preciso actuar con rapidez y decisión para reforzar la confianza', comenta el BCE.
Por lo demás, la autoridad reconoce que persiste un alto grado de incertidumbre en los mercados y que la reactivación económica probablemente no se produzca hasta principios de 2003. En relación a la política monetaria, la entidad se muestra reacia a variaciones en el corto plazo en los tipos de interés (se encuentran en el 3,25%), a pesar de las presiones que está recibiendo por parte de Alemania y Francia. En su opinión, la política monetaria en la zona euro debe seguir centrada 'en el medio plazo', proporcionando un ancla fiable a consumidores e inversores. El banco central confía en que la demanda agregada y el tipo de cambio del euro contribuyan a relajar las presiones inflacionistas que se produzcan, que vendrán de la evolución de los precios del petróleo.