Las joyas de Multiâpticas
El consejero delegado, José Luis Carceller, trabaja rodeado de cuadros, todos ellos de grandes dimensiones. Confiesa que es un comprador compulsivo de arte, su gran afición. Además, es un maniático de la perfección
Es un torrente de verborrea. José Luis Carceller, consejero delegado de Multiâpticas, acaba de estrenar despacho en las nuevas instalaciones que ha inaugurado la compañía en un polígono industrial de Colmenar Viejo (Madrid). Un espacio amplio, de techos altos con ensamblajes de vigas de madera, y con vistas al campo. 'Me gusta trabajar cómodamente, que el espacio no sea angosto. Necesito amplitud'. Lo cierto es que Carceller no puede permanecer quieto. Necesita espacio para moverse. La entrevista discurre en un ir y venir.
Da la sensación de ser uno de esos ejecutivos a la antigua usanza, de los que negocian y gestionan más por intuición y olfato que por manual de escuela de negocios. 'Necesito estar haciendo constantemente cosas, no puedo permanecer quieto un instante', señala, mientras se levanta para mostrar la sala de reuniones. Y explica que en el nuevo edificio, además de garaje, ha instalado almacén, un área de formación y hasta un gimnasio para los empleados. 'Quiero que la empresa sea un lugar cómodo para todos los que trabajamos en ella. Por eso hemos cuidado especialmente el mobiliario, la luz y el espacio. Yo me encuentro muy a gusto trabajando pero porque lo hago en un sitio agradable', explica Carceller.
Al lado de su mesa de trabajo tiene una de sus joyas más preciadas, un cuadro del valenciano Charris. 'Soy un apasionado del arte, y si algo me gusta lo compro. Soy un comprador compulsivo de arte'. Por ello, ha adornado la sala de reuniones con una colección de litografías de las meninas de Velázquez, obra de Manolo Valdés, o las distintas salas de la oficina con los impresionantes y vistosos cuadros de Antonio de Felipe colgando del techo. Muestra con verdadero entusiasmo toda su pinacoteca, por otra parte, de grandes dimensiones.
José Luis Carceller, abogado, nacido en Bilbao hace 58 años, reparte su tiempo de trabajo entre la oficina y sus numerosos viajes a Suramérica. Reconoce que es un maniático de la perfección. 'Soy muy perfeccionista. Por ejemplo, tengo un cristal roto y me pongo malo porque no me lo cambian. En cambio, del orden no soy nada maniático. Me gusta que las cosas estén bien hechas'.
Lleva 25 años como consejero delegado de la cooperativa Multiâpticas, que cuenta con 400 establecimientos en España, consiguiendo liderar la mayor empresa de servicios ópticos de España. Inició su trayectoria profesional en el mundo del seguro y de las finanzas, concretamente en Seguros Bilbao, Fondo Norte y Vida Fondo. Señala que gestionar una empresa en régimen de cooperativa requiere de cierta mano política. 'Necesitas pactar, hay que tener contento a todos, hay muchos intereses en juego, hay que lograr consensos. La toma de decisiones es mucho más lenta, pero el desarrollo es más rápido con costos baratos', explica Carceller.
Entre las características que asegura tener como ejecutivo es la de ser un loco emprendedor, 'sacar proyectos y lanzarlos'. Lo cuenta con satisfacción: 'Me llamaron ocho ópticos, me contrataron y sacamos adelante la empresa a través del sistema de cooperativas,'. Tiene por orgullo que la compañía, compuesta por la red de tiendas que llevan el nombre Multiâpticas y el centenar de establecimientos de gafas de sol, Sunplanet, no se ha sostenido a lo largo de los años con fusiones ni con adquisiciones, sino fruto de la gestión propia. 'Es emocionante cuando ves que los proyectos y las iniciativas van saliendo con el esfuerzo de un equipo de personas y sin necesidad de realizar fuertes inversiones para comprar otras empresas. Iniciar un proyecto y ver que hay luz al final del túnel es lo mejor de este trabajo', señala Carceller.
Un hombre de papel
Reconoce José Luis Carceller no utilizar muy a menudo el ordenador. 'Soy más bien de papel, de ver las cosas impresas, que de tecnología. Cuando viajo no me gusta llevar el ordenador'. En el despacho tiene fotos familiares, 'un detalle que siempre hay que tener'. Dice no ser fetichista, y lo único que colecciona son licoreras. Pero no sirve cualquiera, han de tener algún ornamento de plata. También tiene una caja para puros, 'aunque sólo fumo uno al día y no me trago el humo'. Y un espejo. No es por coquetería, es para probar los modelos de gafas.