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David Fischman

'Los que tienen poder se creen perfectos'

Está en España para promocionar su último libro y de paso enseña a los ejecutivos la manera de gestionar su tiempo y sus emociones, a los que sugiere que gasten 30 minutos diarios en meditación. No recomienda nada que no haya probado

Estudió ingeniería civil y dirección de empresas en Estados Unidos. David Fischman, nacido en Perú, ha dedicado parte de sus años laborales a la investigación, enseñanza y difusión de temas de liderazgo, a través del Centro de Liderazgo Internacional. Estos días se encuentra en España promocionando su último libro El camino del líder, editado por Aguilar, en el que imparte doctrina a través de sencillas fábulas transmitidas a lo largo de generaciones en culturas milenarias. Recomienda a los altos ejecutivos que dediquen, como él hace cada día, al menos 30 minutos a la meditación.

Pregunta. ¿En qué consiste el liderazgo?

Respuesta. Cada autor tiene su propia definición. A mí me gusta la definición académica, ya que lo importante es lo que funciona. A mí me gusta el liderazgo transformador, la teoría con mayor cohesión de subordinados, la capacidad para movilizar a personas a metas comunes, transcendentes, innovadoras. Va ligado al cambio y fomenta el desarrollo de los subordinados. Eso significa pasar por encima de uno mismo, de los intereses personales. Ese es el concepto más poderoso en cuanto a resultados. Si quieres transformar, hay que tener madurez personal y emocional.

P. Todo el mundo habla de él, ¿pero qué es un líder?

R. Es aquel que es consciente de que tiene que mejorar. Cuando te asientas en una organización uno se ve menos humilde, más dueño de la verdad, casi perfecto.

P. ¿El líder no es perfecto?

R. Nadie lo es. El problema es que se lo crea. Los que tienen poder se creen perfectos. Cuando se tiene poder se tiende a creer, equivocadamente, que se tiene razón. Una persona puede creerse que es un auténtico líder, pero al final se acaba sabiendo la verdad. La gente se forma la opinión sobre un líder según lo que percibe.

P. En ocasiones, algunos se olvidan de que los líderes tienen que tener unos valores.

R. Yo siempre hago esta comparación. Cuando un ejecutivo está en el desierto y tiene sed, va viendo espejismos y muerto de sed va en busca de ese agua que se refleja en forma de agua, cuando a un metro de profundidad tiene agua dulce.

El agua es lo que busca el ser humano. El agua es el espejismo donde cree que está la felicidad. Hay espejismos del ego, del poder, del estatus, cuando la verdadera felicidad se encuentra en conseguir metas. Pero una vez que se alcanzan, los ejecutivos siempre quieren más. Me gustaría aclarar que no soy contrario a las metas, pero soy consciente de que la felicidad está en el camino.

P. Los ejecutivos en estos momentos están para pocos romanticismos.

R. Claro, se enfrentan a dilemas como la búsqueda de valores, la lucha por la rentabilidad, por mantener el poder. Tienen que saber qué es lo importante en la vida. Sería bueno poder compaginar las dos cosas, pero es difícil. Puede más la tentación al bolsillo y la orientación a corto plazo.

P. Pero el mercado presiona.

R. Absolutamente. Cuando voy a una compañía y escucho cómo el directivo le dice a su jefe de ventas o a sus vendedores que consiga la venta como sea. Hay una gran presión, y se consiguen las cosas como sea, al precio que sea. El reto es grande y la vida es como una escuela, primero te toman el examen y luego te toman la lección. Vivimos en un entorno en el que tenemos que aprender constantemente, cuesta mucho trabajo alcanzar la paz porque la presión te lleva a buscar beneficios a corto plazo. Vivimos en un mundo lleno de paradojas. La empresa se ha convertido en un lugar lleno de miedos porque no se llega a cumplir metas. La competencia es brutal. Por eso yo recomiendo a todos los directivos a los que asesoro que tengan un momento cada día para la meditación. Al menos tienen que dedicar a la reflexión unos 30 minutos. Tienen que saber si lo que quieren es conseguir paz y tranquilidad y ese es el camino que lleva a la felicidad.

P. Todo eso está muy bien, pero la teoría, a veces, cuesta ponerla en practica.

R. Es difícil, pero ¿qué hay fácil en la vida? Tenemos que pasar por un proceso de aprendizaje. Yo suelo dar unas 200 conferencias al año y no podría hablar si antes no lo hubiera probado. El liderazgo no es ninguna meta.

P. No todos los ejecutivos tienen madera de líder.

R. Pero no todos tienen que ser líderes. Lo importante es alcanzar el éxito y eso se consigue siendo feliz. Hay que tomar el éxito como la felicidad de tu vida. Es necesario que el ejecutivo sea emocionalmente estable, que tenga una vida personal muy rica.

P. Dicen que tampoco suelen tener mucho tiempo para el ocio.

R. Un error. Un rabino tenía sólo una cama dentro de su casa. Nada más. Un día recibió la visita de un empresario judío que le dijo que se asombró de que sólo tuviera una cama. El rabino le preguntó que cuando viajaba dónde se alojaba. El empresario le contestó que en hoteles y en la habitación, como siempre estaba de paso, sólo tenía una cama. Pues esa es la enseñanza, todos estamos de paso en la vida. Los que sólo se centran en el poder, en el estatus, y no digo que eso esté mal, tienen una vida muy pobre.

P. ¿Es usted muy idealista?

R. Sí, pero soy capaz de demostrar las cosas con una lógica. Cuando te ocurre algo inesperado, como puede ser una desgracia, al día siguiente eres una persona distinta. Es lo que le pasó al dueño de los laboratorios Smithkline, que ha orientado toda su vida al servicio a los demás. Estuvo a punto de perder su grupo empresarial y se dio cuenta de que igual que podía ser rico podía ser pobre. Ahora se dedica a ayudar a otros.

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