El BCE teme que el desplome de las Bolsas retrase la recuperación
La persistencia de la crisis europea quedó patente ayer una vez más en el mal dato de producción industrial de la zona euro: 0,9% menos en julio, lo que supone un declive interanual del 0,5%. Además, el Gobierno de Italia rebajó a la mitad su previsión de crecimiento para este año (0,6% en lugar del 1,3% previsto antes), elevó la previsión de déficit fiscal del 1,1% al 2% del PIB y anunció que la confianza de los consumidores italianos cayó en septiembre al nivel más bajo desde julio del año 1997.
Persisten, pues, los aires de crisis. El Banco Central Europeo reconoce en su boletín mensual que 'la recuperación progresa a un ritmo inferior al previsto' y que la aceleración hasta tasas de actividad en línea con el potencial de crecimiento de los Doce (2%-2,5%) se producirá 'a lo largo de 2003, en lugar de durante los últimos meses de este año'.
La autoridad monetaria achaca el retraso a la débil coyuntura internacional y, muy especialmente, a un 'pronunciado descenso' de las cotizaciones bursátiles que 'está repercutiendo negativamente sobre la confianza de consumidores e inversores'. Según una reciente encuesta, el porcentaje de hogares alemanes que tenían dinero invertido directamente en acciones era del 6% en 1997 y subió hasta el 10% en 2000. En Italia pasó del 5% de las familias en 1995 al 10% en 2000.
El BCE señala en su informe que 'los hogares de la zona euro han incrementado considerablemente sus tenencias de renta variable durante los últimos años' y que ello incrementa la posibilidad de que se produzcan 'efectos riqueza' más significativos.
'Efecto riqueza'
El 'efecto riqueza' consiste en que el ciudadano que tiene dinero invertido en Bolsa se siente más rico cuando las acciones suben y, por ello, aumenta su consumo. En EE UU calculan que el ciudadano eleva su gasto en 3 o 4 centavos por cada dólar de ganancia en Bolsa. En la zona euro, un informe reciente citado por el BCE calcula que el gasto se eleva sólo en un céntimo por cada euro ganado.
En el caso de Italia y Francia son tres céntimos por euro. Sin embargo, también existe un 'efecto riqueza negativo' cuando las Bolsas caen, que tiene como resultado un menor consumo, un recorte en las inversiones y una caída en los ingresos fiscales (el Estado recauda menos por plusvalías y gravámenes sobre consumo).
El BCE reconoce que es 'muy difícil cuantificar de manera fiable el impacto de los últimos descensos de las cotizaciones en las economías de la zona euro'. Sin embargo, aventura unos cálculos según los cuales un descenso permanente del 10% en los precios de las acciones trae consigo un recorte del consumo a largo plazo de entre el 0,06% y el 0,19%.
El efecto final depende en gran medida de si la caída bursátil se percibe como temporal o permanente. Pero, en cualquier caso, la autoridad monetaria europea tiene claro que 'las últimas variaciones de las cotizaciones bursátiles influirán en la actividad económica de la zona euro, al menos en cierta medida'.
Hacienda niega que la crisis vaya a restar ingresos
Ante la preocupante caída de los mercados bursátiles, el Gobierno trata de tranquilizar los ánimos entre quienes deben tomar decisiones de inversión y ahorro en los próximos meses, basadas en el cuadro macroeconómico de previsiones oficiales. Ayer, la secretaria de Estado de Presupuestos, Elvira Rodríguez, se desmarcó del BCE, descartando que el fuerte descenso de la Bolsa vaya a afectar a las cuentas públicas del Estado que el Ministerio de Hacienda ha elaborado para 2003.
En su opinión, el efecto riqueza (en este caso efecto pobreza), derivado de la pérdida de renta de las familias por la caída de las cotizaciones bursátiles, no afectará a las previsiones presupuestarias. 'Es muy difícil medir el impacto psicológico sobre el consumo privado', dijo.
Lo cierto es que el Gobierno ha elaborado unos Presupuestos en los que la economía crece a un ritmo del 3%, siempre y cuando no se produzca un desplome del consumo y se mantengan los ingresos tributarios. El comportamiento de las familias es vital en un escenario de debilidad económica. Sus decisiones de consumo y de venta de participaciones accionariales afectan a la recaudación de impuestos indirectos y del IRPF. Para 2003, el Gobierno calcula que el consumo final aumentará sólo el 2,9%, por debajo del PIB.