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La enoteca

El servicio del vino

Para disfrutar totalmente de la compañía de un buen vino es necesario no pasar por alto ninguno de los placeres que nos depara. Por ello, la presentación de la botella en la mesa y su servicio se convierten en un ritual tan importante. A la hora de gozar de un vino hay que tener en cuenta una serie de premisas.

La apertura. Es importante admirar el diseño de la botella (tipo de cristal, cápsula, etiqueta). La apertura debe ser limpia y correcta, cortando la cápsula por debajo del rompegotas y retirándola limpiamente.

Debemos limpiar con cuidado el borde de la botella que ha estado en contacto con la cápsula.

A la hora de extraer el corcho hay que procurar no perforarlo por completo para evitar trozos del mismo en el vino. Una vez descorchada la botella, se procede a limpiar por dentro el borde.

En los almuerzos o cenas realizadas en casa, una vez abierta la botella se depositará en la mesa delante del anfitrión, que será el que lo sirva. En el caso del servicio de etiqueta, el anfitrión debe probar el vino, comenzando el servicio a las señoras en el sentido de las agujas del reloj y siempre partiendo de la derecha del anfitrión. A continuación se sirve a los hombres, y por último, al anfitrión.

Una cena formal. El anfitrión debe ejercer de sumiller durante toda la velada, catando cada botella, sea o no del mismo vino, para evitar así el servicio de un vino en mal estado.

Este bello ritual puede adornarse con la presencia de cestillos, canastas o portabotellas para los tintos, y cubiteras que mantengan frío el vino para los blancos y cavas. Igualmente se debe tener todas las herramientas adecuadas para un servicio elegante: recogegotas, cortacápsulas, abridores especiales, etc.

Cada comensal deberá tener una copa, a ser posible de tamaño y forma apropiada, para cada vino a catar, además de la tradicional copa de agua.

Sin cambiar la copa. En comidas más informales y para evitar una larga acumulación de copas si se va a realizar una cata de bastantes vinos, se puede optar por incluir en la mesa una jarra de agua y una escupidera.

Entre vino y vino -y para evitar tener que cambiar la copa- se servirá agua que se depositará, una vez agitada en la copa, en la escupidera, retirando ésta posteriormente de la mesa.

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