La inversión ética toma fuerza
Pese a que su desarrollo en España todavía es pequeño, los expertos consideran que el mercado de los fondos éticos y solidarios crecerá en los próximos meses
La inversión ética va en aumento. Así lo pone de manifiesto el crecimiento que han experimentado tanto en volumen como en número de partícipes los fondos que invierten en empresas con políticas de respeto a los derechos humanos y al medio ambiente. Para muchos, la necesidad de adoptar compromisos firmes que aborden el problema del desarrollo económico y social de forma respetuosa con el medio ambiente no sólo es responsabilidad de los Gobiernos -que estos días se reúnen en Johanesburgo (Suráfrica) con motivo de la Cumbre de la Tierra-, sino que los inversores juegan un papel fundamental a la hora de seleccionar las compañías en las que invierten.
Los fondos éticos son una de las alternativas de inversión que más se han desarrollado en los últimos años y que pretenden dar respuesta a la pregunta planteada por muchos inversores sobre si es posible conjugar el sensato objetivo de obtener rentabilidades financieras con la consecución de otros objetivos de carácter social. Estos fondos, que tienen su origen en Estados Unidos -donde están muy arraigados- a principios de los años setenta, responden a una alternativa de inversión, basada en la inversión socialmente responsable. No en vano, nacieron con el fin de gestionar la composición de carteras siguiendo criterios medioambientales y sociales.
En Europa su desarrollo es menor que en EE UU y Canadá y más reciente, por lo que, según los expertos, el potencial de estos instrumentos es reseñable. 'Donde más éxito han tenido ha sido en Canadá y Reino Unido, donde hace relativamente poco tiempo había 2.000 millones de dólares invertidos en estos fondos', apunta Ramón Esteruelas, de la gestora de ING.
En España, estos fondos son de más reciente implantación -el primero se creó en España a mediados de los años noventa-. Así lo manifiesta Fernando Luque, de Morningstar: 'De los 18 fondos considerados como éticos que tenemos en nuestra base de datos, tan sólo seis reciben rating, es decir, tienen al menos tres años de antigüedad'. El problema para muchos es la ausencia de unos criterios unificados para decidir qué empresas, susceptibles de inversión, se comportan de acuerdo a unos parámetros éticos. A este respecto, ya se han dado los primeros pasos. En 1999, la CNMV encargó a Inverco, patronal del sector, la elaboración de una circular sobre la utilización por las instituciones de inversión colectiva de la denominación ético, ecológico o cualquier otro hecho que incida en aspectos de responsabilidad social. Más recientemente, la Asociación Española de Normalización y Certificación (Aenor) ha anunciado que prepara unas normas para empresas e instrumentos financieros éticos que certifiquen que las compañías en que invierten los fondos éticos y sociales realmente son gestionadas bajo estos parámetros.
Hasta el momento, y pese a que ya hay índices como el Domini Social Index y el Calvert Social Index que reflejan los rendimientos de las inversiones éticas, las gestoras deciden por sí solas en qué empresas invertir. Así, el Fondo Solidario Pro Unicef, de Gesmadrid, tiene prohibido invertir en industrias de armamento, alcohol y tabaco.
Otra característica de estos fondos es que una parte de la comisión de gestión se destina a proyectos solidarios, como sucede en el fondo de Gesmadrid, donde el 0,25% de esta comisión se envía a Unicef.
æpermil;sta es una de las características que diferencia los fondos éticos de los solidarios, habitualmente incluidos en la misma categoría, donde las empresas en las que invierten deben cumplir unos requisitos como no dedicarse a la industria de material bélico, del tabaco, etcétera.
Uno de los mayores atractivos de estos fondos es que ofrecen multitud de combinaciones, lo que permite que los encontremos en distintas categorías de fondos. 'La mayoría está dentro de los fondos mixtos, sobre todo fondos defensivos, es decir, con un peso en renta variable generalmente inferior al 30%. Pero también hay algunos dentro de las categorías de renta variable pura', sostiene Luque.
La mayor conciencia social de estos fondos, sin embargo, no les ha salvado de las caídas de los mercados. La mayoría acumula minusvalías en lo que va de año, en línea con las que arrojan el resto de las categorías de fondos. 'En 2001, el sector de los fondos éticos perdió un 11,8% en Europa, mientras que en 2002 pierden un 26% de media', explica Esteruelas. 'Históricamente, estos instrumentos no lo han hecho mucho mejor que los fondos de renta variable global', añade este experto.
Respecto a su evolución en los próximos años, los expertos apuntan a que el mercado de los fondos éticos tiene que desarrollarse en España. En la encuesta de Morningstar del mes de abril, en la que se preguntaba a las gestoras europeas si pensaban que los fondos éticos o socialmente responsables iban a crecer en popularidad en los próximos meses, un 14% respondía que 'sí, mucho'; el 66%, 'ligeramente', y el 21% respondía que no experimentarían cambios significativos.
'Cada vez hay más gente a la que le preocupa dónde invierten sus fondos, pero su evolución es difícil de prever, ya que es un fenómeno en desarrollo en España', señala Esteruelas. Ramón Martín Pita coincide, pero señala que aunque los inversores aprecian estos principios, al final son los mercados los que influyen en los inversores.