Oráculos y pitonisas
Yo no tengo ocho hijos ni mi madre está enferma ni siquiera vivo en la calle, pero necesito dinero. Esta es la verdad. Y para darles algo a cambio de unas monedillas, además de la verdad, ahí va una canción y ya les advierto que no sé cantar'. Cuando hasta los mendigos introducen en sus técnicas de venta 'la verdad por delante' es que los mensajes para dotar de transparencia los negocios están de sobra instalados en la sociedad. Pero ¿se imagina una gran empresa cotizada que para subsistir en el mercado se anunciara diciendo 'hemos invertido en proyectos ruinosos, nuestro balance arroja pérdidas de miles de millones de euros y, aunque nuestro equipo directivo ya tiene los bolsillos bien repletos, la verdad es que necesitamos que compre nuestras acciones'?
Evidentemente, ninguna empresa en esta situación querría propagar a los cuatro vientos que está al borde del desastre. Antes intentará que sus auditores admitan que los gastos que llevan a la situación de pérdida son, en realidad, inversiones; se pondrá en manos de su consultora para que diseñe nuevas estrategias que ayuden a remontar la escalada y hablará con sus abogados... por si todo esto falla.
Y la realidad ofrece ejemplos de que todo esto a veces falla. El caso Enron, o, según se mire, el caso Andersen, se ha convertido en el actual paradigma de esa realidad que pone freno a los vendedores de mentiras bien envueltas. Probablemente Enron no ha sido, ni será, la única empresa del mundo que a base de números convierta el plomo en oro (Worldcom, Xerox, Merck...). Pero su caída, seguida de la de la empresa que dio el visto bueno a unas cuentas más que imprudentes -Andersen-, marcará un punto y aparte.
Si la empresa cuyas cuentas se auditan también es cliente por servicios de consultoría, la independencia del auditor podría cuestionarse. La abogacía pura consiste en ir a los tribunales. Pero el negocio de la prestación de servicios legales ya ha puesto rumbo hacia la consultoría
De momento, para el negocio de la auditoría supondrá que, como la mujer del César, estos profesionales no sólo deban ser independientes, sino también deban parecerlo. Y es que el caso Andersen ha despertado el fantasma -no demasiado oculto- de la incompatibilidad entre los trabajos de consultoría legal y fiscal con el negocio de la auditoría. Por ejemplo, Andersen facturó a Enron 25 millones de dólares en auditoría y 27 millones por la prestación de otros servicios en el año 2000. ¿Se imagina ahora que la auditora a la que la empresa trata de convencer de que no hay gastos, sino inversiones cobre también por servicios de consultoría?
Ramón Casals, socio de la auditora PricewaterhouseCoopers, reconoce que, sin lugar a dudas, habrá un antes y un después del caso Enron. En su opinión, 'se reforzará el gobierno corporativo de las sociedades, se acelerará la armonización de normas contables para adaptarlas a pautas internacionales y se reforzarán las incompatibilidades de los auditores'.
El problema de las empresas multiusos
Y es que, junto a la falta de criterios uniformes en contabilidad internacional, la incompatibilidad del trabajo de auditor es el principal fantasma que asusta a la profesión. Una incompatibilidad con múltiples vertientes, pero que ahora está afectando a las empresas multiusos que crecen a base de expandirse desde la auditoría hacia la consultoría y la prestación de servicios legales.
El nacimiento de muchas empresas dedicadas en exclusiva a la consultoría se produjo en el despacho de una empresa auditora. Al tiempo, estas empresas auditoras han ido integrando en su red firmas legales de todos los países. Así, la incompatibilidad entre abogados y auditores también ha sido enjuiciada. En España, este conflicto de intereses se solucionó por el estatuto de la abogacía que impuso que ambos servicios deben prestarse por sociedades diferentes. A nadie se le escapa que estos servicios son diferentes entre sí, pero también es claro el planteamiento del problema. Si la empresa cuyas cuentas se auditan es cliente por servicios de consultoría, la independencia puede estar en tela de juicio.
Para Casals 'el reto más urgente en este momento es remontar el bache de credibilidad frente a la opinión pública que la profesión auditora en general está atravesando debido a los últimos escándalos'. Se trata, pues, de parecer independiente porque el ser vendrá de la mano de la ley. Tanto en España, con la Ley Financiera en ciernes y la reforma de la Ley de Auditoría, como a nivel europeo, se endurecerán los criterios de independencia. La Comisión Europea ya ha enumerado como servicios que pueden entrar en conflicto con la independencia la selección de personal para el equipo directivo, el diseño e implantación de sistemas tecnológicos de información financiera o la actuación para el cliente de auditoría en la resolución de un pleito.
Sin embargo, el mercado pone de manifiesto que las empresas auditoras van creciendo a costa de aumentar su negocio de consultoría y asesoramiento jurídico. ¿Y qué tiene la consultoría que tanto atrae a los auditores? Según explica Gil Gidron, socio de Accenture y presidente de la Asociación Española de Consultoría, se trata de una profesión con muchas opciones de crecimiento porque afecta a todas las materias. Para Gidron, 'la consultoría termina creciendo tanto que atrae a otras empresas' y pone como ejemplo el hecho de que hay empresas de telecomunicaciones que han entrado en consultoría. A la hora de abordar la independencia, Gidron no lo duda: 'Se trata de profesiones completamente diferentes y con el caso Enron se ha puesto sobre la mesa la gran diferencia con estos profesionales'. Y añade: 'Los consultores trabajan con abogados y también con otros profesionales, pero entre todos hay grandes diferencias'.
Pero no sólo las auditoras parecen decantarse por la consultoría. José María Alonso, socio gestor de Garrigues Abogados y Asesores Tributarios, cree que el futuro de la abogacía pasa por poner rumbo hacia la consultoría.
Sin duda, para el bufete Garrigues, el caso Enron ha supuesto un punto de inflexión en su trayectoria. La firma Andersen en España ha sido un ejemplo de empresa que presta servicios legales, auditoría y consultoría. Ahora, los servicios de consultoría se han integrado en la red internacional de KPMG y la auditoría se ha fusionado con Deloitte & Touche. El área legal, desarrollada antes por Garrigues & Andersen, seguirá su trayectoria en solitario bajo la denominación de Garrigues, Abogados y Asesores Tributarios. Su reto, recomponer la red internacional en los países donde antes Andersen Legal era muy fuerte, como Francia o Alemania.
El deseo de ser una firma para todo
Si el sector de la auditoría se enfrenta al reto de superar 'el bache de credibilidad', el sector legal español se enfrenta a su crecimiento y, para ello, tiene varios frentes abiertos. Por un lado, los profesionales del derecho apuntan a que la abogacía pura, la consistente en ir a los tribunales, tiene un desarrollo limitado. De ahí que ya se hayan orientado las velas hacia una denominación más general como es la prestación de servicios legales para ir virando hacia la consultoría.
Según Alonso, se trata de un desarrollo normal vinculado al desarrollo del derecho. El derecho ambiental, el de las nuevas tecnologías o el relacionado con la reproducción necesitan que el trabajo del experto legal se complemente con otros profesionales. Así, el despacho perfecto será el que cuente con profesionales diferentes que sepan integrar su trabajo y, además, todo con un contenido económico. 'La integración de abogados y economistas es esencial', aclara Alonso. De momento, el grueso de la facturación de las firmas viene de las fusiones y escisiones de empresas y de las quiebras y suspensiones de pagos, pero el futuro pasa por la expansión. No en vano, todos los profesionales reconocen que la prestación de servicios legales no es más que una faceta de la consultoría.
El otro frente abierto en el mercado legal español es poner freno al número de abogados endureciendo los requisitos para acceder a la profesión. Según la guía de firmas legales en Europa, Legal 500, España cuenta con 96.000 abogados, casi el 19% de los abogados de la UE. El sentir general de los profesionales del derecho es que hay que poner freno a esta situación y confían en que la solución sea el anteproyecto de Ley de Acceso a la Profesión, al exigir tanto prácticas en un despacho como un examen antes de poder llevar la defensa de un caso ante los tribunales. Esta avalancha de abogados no está relacionada con la saturación del mercado. Se trata, tan sólo, de garantizar la profesionalidad.
Visto desde fuera, en España aún hay espacio para más firmas. Para Charles Poole-Warren, abogado escocés de la británica Allen & Overy en Madrid, 'las firmas extranjeras que hay en España tienen planes de expansión y las que aún no han venido tienen previsto hacerlo'. Sobre el viraje hacia la consultoría, Poole-Warren matiza que una cosa es prestar consultoría y otra trabajar junto a otros asesores de la empresa. En este sentido, la política de Allen & Overy en todo el mundo 'es únicamente prestar asesoramiento legal, pero en algunas operaciones se trabaja junto a otros asesores de nuestro cliente si, por ejemplo, va a comprar un negocio que pueda afectar al medio ambiente'. Las leyes podrán imponer la necesaria independencia en busca de la verdad, pero no podrán negar que el trabajo conjunto de abogados, auditores, consultores y otros profesionales de áreas, en principio muy dispares, ofrecen a los clientes el valor añadido del conocimiento. En un futuro no muy lejano... juntos, pero no revueltos.