Veraz no es sinónimo de barato

La última hora del miércoles en Wall Street fue de las que hacen época. Primero, porque los principales índices registraron en tan corto espacio de tiempo mejoras entre el 3% y el 5%. Segundo, porque lograron remontar caídas continuadas en las horas anteriores, que en el Dow Jones llegaron a ser superiores al 1%. Tercero, porque una vez más se ha constatado que en las Bolsas estadounidenses el efecto manada es muy importante.

¿Qué pasó en esa última hora para que los índices lograran tamañas ganancias? Dos asuntos confluyeron. Uno puramente técnico. Los mercados están rotos y muchos huecos (gap) al alza o a la baja que no se cubren, porque no hay dinero suficiente ni, del mismo modo, presiones exageradas del papel. Otro, claramente psicológico, asunto que siempre hay que considerar en las Bolsas.

El miércoles, así, terminó el plazo para presentar cuentas juradas. Aunque falló el sistema informático en la primera economía del mundo, porque no habían previsto las autoridades el fenómeno, la contabilidad oficial paralela indicó que la mayor parte de las empresas habían cumplido el requisito. Esta proyección se conocía en la última hora de actividad y de ahí la locura alcista.

Hay dos asuntos que invitan a la reflexión. Carece de lógica que se cotice con fuertes alzas algo fundamental, como es la transparencia en el mercado. Cuando, como el miércoles, se registran alzas súbitas tan importantes, lo primero que se antoja es que los mercados se comportan, con mucha frecuencia, de manera visceral y con actuaciones propias de un gran casino.

Aun dando por bueno el anterior comportamiento, ¿significa, acaso, que una cuenta certificada, veraz, cuente con el respaldo de su cotización en Bolsa, es decir, esté barata? Los resultados, dicen los expertos, siguen en entredicho y no justifican precios tan altos en Wall Street.