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Administraciones Públicas

Las transferencias terminan con el Insalud

Consumado el traspaso de las transferencias sanitarias a todas las comunidades autónomas, la nueva Secretaría General de Sanidad afronta una etapa en la que el Insalud es ya historia

El pasado viernes se consumaba la decisión del Consejo de Ministros de desmantelar el Instituto Nacional de Salud (Insalud), macroorganismo encargado en su origen (1979) de gestionar todo el sistema sanitario de salud y que ha ido perdiendo peso progresivamente a medida que fue cediendo las competencias a las comunidades autónomas.

Cataluña fue en 1981 la primera comunidad que recibió la Sanidad, en 1984 le siguió Andalucía, en 1987 obtuvieron esta competencia País Vasco y la Comunidad Valenciana, en 1990 lo hicieron Galicia y Navarra y en 1994 Canarias cerró el primer bloque de traspasos. El pasado 1 de enero las 10 regiones restantes comenzaron el año con plenas competencias en materia sanitaria después de un proceso negociador no exento de problemas y polémicas tanto de las comunidades gobernadas por el PSOE como las regidas por el PP.

El calendario de asunción de competencias, demasiado apretado para algunas autonomías, y las partidas destinadas a financiación fueron los dos principales escollos que prolongaron hasta la extenuación las negociaciones entre los Ministerios de Administraciones Públicas y Hacienda y las distintas consejerías. Al final, y tal y como pronosticaron en su momento desde Hacienda, aceptaron todas, ya que no asumir la sanidad suponía quedarse fuera del nuevo modelo de financiación autonómica.

La Ley de Coordinación y la Agencia de Evaluación son dos viejos proyectos gestados en la era Villalobos que han sido aparcados

Al traspaso de las competencias sanitarias debía seguir el desmantelamiento, sin estridencias, del Insalud y la redistribución de sus tareas. La crisis de Gobierno del pasado mes, que se saldó con el cambio en la cartera de Sanidad, terminó de paralizar los dos grandes proyectos de Celia Villalobos, donde el Insalud mantendría cierto protagonismo: el anteproyecto de Ley de Coordinación y la Agencia de Evaluación y Gestión de la Información.

Dicho proyecto de ley llegó incluso a tener borrador, texto que a estas alturas debe estar en algún despacho del madrileño Paseo de Recoletos y que pretendía mantener en la órbita del Estado competencias tales como la elaboración del nuevo catálogo de prestaciones y de las listas de centros de referencia y de hospitales interterritoriales, aquellos que deberán prestar servicios a los pacientes de otros territorios cuando los recursos asistenciales de una región no sean suficientes.

Así, el Estado conservaría la potestad de tomar medidas de coordinación en el caso de que exista un grave riesgo para la salud, distorsión en el mercado o falta de equidad de sistema.

A cambio de esta parcela de poder para la Administración central, el borrador de la ley contemplaba la participación activa de las regiones en la creación de un ente nuevo: la Agencia de Evaluación, encargada de garantizar la equidad y suficiente financiación del Sistema Nacional de Salud.

Empezar de cero

La llegada al ministerio de Ana Pastor ha dado al traste con este proyecto y la mayor prueba de ello fue la decisión del Consejo de Ministros del pasado viernes de vaciar de competencias al Insalud -en lugar de mantener su peso tal y como pretendía la anterior ministra Celia Villalobos- y crear una Secretaría General de Sanidad, que aglutinará tres direcciones generales (Alta Inspección y Coordinación del Sistema de Salud Nacional, Planificación Sanitaria y Salud Pública), a las que tras el verano habrá que dotar de contenidos concretos y nuevos repartos de poder.

El antiguo Insalud, que pasa a denominarse Instituto Nacional de Gestión Sanitaria, se transforma en un organismo de mucha menor dimensión (hasta ahora tenía un abultado presupuesto anual de 10.500 millones de euros) con tres subdirecciones y que prácticamente se ocupará sólo de las prestaciones de Ceuta y Melilla.

El pasado viernes, Pastor concluyó la ronda de contactos con las comunidades, que le ha servido para conocer la situación y prácticamente empezar de cero a reorganizar el sistema sanitario, tarea que abordará tras el verano.

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