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Revista de Prensa

Pablo Marentes/El Universal. MéxicoLuis Alvaray/El Mundo. Caracas

'Empresarialismo' gubernamental, un error

En Europa Occidental, han comenzado a estallar huelgas de los trabajadores que se encargan de la prestación de servicios públicos (...). La oposición ya no es privilegio de los partidos políticos. La oposición se origina también en los movimientos de ciudadanos, que no tienen filiación partidaria, cuyas actividades han sido lesionadas por las decisiones del 'empresarialismo' gubernamental (...). Los ciudadanos, antes silenciosos, forman parte ahora de las capas de población políticamente relevante, es decir, aquellas que es imprescindible tomar en cuenta durante el proceso de diseñar e implantar políticas o cuando se ponen en marcha proyectos de obras públicas que afectan la vida diaria, la vida sencilla de quienes trabajan diariamente para sobrevivir. Nadie los controla. Son agrupamientos efímeros (...). El mundo vive con 100 años de atraso los enfrentamientos con el Gobierno que protagonizaron los agricultores, los granjeros, los trabajadores urbanos de EE UU (...). Demócratas y conservadores recapacitaron sobre la importancia de abanderar las causas de aquellos (...). En el sur del continente americano, los errores del 'empresarialismo' gubernamental se plasmaron en Argentina en el estallido social de diciembre de 2001 (...). Ante la separación crónica de objetivos afines entre partidos políticos y sociedad, la ciudadanía se reagrupa en organizaciones, al margen de los institutos políticos. Grupos con intereses similares (...) son los primeros en aliarse en defensa de su causa. Posteriormente, otros grupos afectados se adhieren de manera casi espontánea, mientras la élite de gobierno y los partidos políticos reaccionan con lentitud.

Hidrocarburos, minas y electricidad

En la frenética carrera de este Gobierno por tratar de hacer cambios en la estructura de la Administración pública, sin tener ningún plan de por medio, se han cometido no pocas locuras. Baste señalar áreas como producción y comercio, agricultura, turismo, educación superior, información, defensa, relaciones exteriores, que han estado sometidas a un concurso de ideas desenfocadas, movimientos improvisados y todo lo que se necesita para que el aparato ministerial simplemente no funcione. Ciertamente el cambio en toda la mesa de gobierno es un punto esencial en las reformas (...), pero se necesita que sea realizado con base en estudios previos hechos con la suficiente seriedad, teniendo una idea de lo que se quiere como nación y contando con un dossier de proyectos de transformación estructurado para ir a la búsqueda de la modernidad. Hoy queremos referirnos a un caso poco trajinado como es el del Ministerio de Energía y Minas, una organización abarrotada por disímiles cosas con escasa vinculación entre ellas, lo cual atenta severamente la efectividad de su gestión. El objetivo central, fundamental y único debería ser el petróleo o los hidrocarburos. De esto vivimos desde hace más de 60 años y seguiremos viviendo otros tantos más. Por lo tanto, tiene máxima prioridad. Las minas y la electricidad que forman parte también del MEM deben tener otra salida, no sólo para evitar su atrofia, sino para dejar al titular del despacho todo su tiempo exclusivamente dedicado a los hidrocarburos. ¿Qué hacer con las minas? No es difícil la solución: terminar de descentralizarlas. De hecho, ya los gobernadores son responsables de toda la minería no metálica, la CVG tiene la minería del hierro, del oro y de la bauxita, y PDVSA maneja el carbón del Zulia. Bastaría entonces con crear una superintendencia minera que se encargara de hacer cumplir las leyes y la cual podría estar adscrita al Ministerio del Ambiente (...). La promoción y desarrollo del sector quedaría en los organismos descentralizados con la debida supervisión de la superintendencia. La otra cuestión es la industria eléctrica que no cuadra tampoco en las prioridades del ministerio. En este caso la mejor solución puede ser la de crear un ministerio ad hoc, vista la grave crisis del mismo (...). Sin embargo, puede ocurrir que la única modificación que acepte el Gobierno sea la de cambiarle el nombre al organismo y llamarlo Ministerio Bolivariano de Energía y Minas.

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