Moderado descenso de la confianza del consumidor estadounidense en julio.
Confianza del consumidor: 97,1. Previsión: 102,3. Anterior: 106,3.
La elevada incertidumbre en el ámbito empresarial, y su reflejo en los mercados financieros, junto con la falta de señales positivas en el ámbito laboral han provocado un descenso de la confianza de los consumidores estadounidenses cercano a los nueve puntos, lo que supone una de la tercera mayor caída desde enero de 2001. Así, el índice se sitúa en niveles de 97,1 desde el 106,3 anterior, lo que significa un comportamiento claramente peor del esperado. A esta evolución han contribuido tanto el componente de condiciones actuales como el de expectativas.
En lo que a condiciones actuales se refiere, el continuado estancamiento del mercado laboral ha sido el principal causante del retroceso del índice, mientras que la valoración de las condiciones actuales es mixta, ya que el comportamiento de los mercados en las últimas semanas está encontrando un cierto contrapunto en los datos de actividad industrial y confianza empresarial. Por su parte, el componente de expectativas permite aún menos matices, ya que todos los componentes evolucionan negativamente, en especial las perspectivas sobre el mercado laboral y sobre el crecimiento de la renta en los próximos meses.
En definitiva, negativo registro de confianza del consumidor que vuelve a poner de manifiesto los riesgos que la falta de dinamismo del mercado laboral arroja sobre la evolución del consumo privado en los próximos meses, acrecentados en esta ocasión por las fuertes cesiones bursátiles. Especialmente preocupante parece la caída del componente de expectativas, en especial de la perspectiva de crecimiento de la renta, que podría prolongar el estancamiento del consumo privado en la parte central del año. En cualquier caso, de no empeorar drásticamente la situación en los mercados, la esperada reactivación del mercado laboral podría permitir una cierta recuperación de la confianza, por lo que habrá que permanecer atentos a la evolución de los indicadores de empleo, ya que, en el actual escenario de desconfianza hacia los mercados, parece que únicamente una sensible mejoría de las perspectivas de empleo puede devolver la confianza a los consumidores estadounidenses.