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Alberto Lisnier

'Un ejecutivo debe saber lo que pasa en la calle'

Tiene 64 años, está en plena forma y no tiene en mente jubilarse. Nacido en A Coruña, es un hombre hecho a sí mismo. Comenzó como botones en un hotel de Venezuela; hoy dirige la filial española de la multinacional Estée Lauder

Es una persona afable y extremadamente abierta. Es un hombre hecho a sí mismo, y por eso le quita peso a todas las respuestas y a todos los acontecimientos que suceden en su vida. Alberto Lisnier, nacido en A Coruña hace 64 años, comenzó su carrera profesional como botones en un hotel en Venezuela, donde llegó a recepcionista. Sin embargo, sabía que 'para llegar a algo en esta vida' tenía que aprender inglés y se marchó a Estados Unidos. Regresó a Venezuela y una vez allí estudió contabilidad. Esto le abrió las puertas en el departamento financiero de Estée Lauder en este país. A los cinco años de llevar los números dentro de la compañía ya era director general. Una vez en España, se hizo cargo del mismo puesto. Su vitalidad es tan grande que ni se le ha pasado por la mente la idea de jubilarse. Haciendo honor a la empresa a la que trabaja, reconoce que es de esos ejecutivos que se cuida con crema hidratante diaria y exfoliante una vez al mes. Estée Lauder, compañía de alta cosmética estadounidense, tiene en el mercado 17 marcas. En 1995, la compañía salió a Bolsa y la familia pasó de tener el 87% del capital a controlar el 13%. La compañía tiene unos ingresos de 123 millones de euros, cuenta con más de 500 personas involucradas en temas de investigación de nuevos productos, y tres marcas locomotoras: Estée Lauder, Clinique y Aramis.

Pregunta. ¿La salida a Bolsa ha hecho cambiar en algo la filosofía de la compañía?

Respuesta. El que un señor pueda ganar más o menos dinero. Ahora tenemos más presión por los resultados que antes de la salida a Bolsa. Antes rendías cuentas a la familia Lauder, ahora hay más presión, hay que rendir cuentas y ofrecer unos resultados a un mayor número de accionistas. Si antes teníamos que ser 100% competitivos, ahora tenemos que ser un 500% competitivos. Esto te da fuerza para competir a otro nivel. El hecho de haber salido a Bolsa tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Lo bueno es que sabemos que el señor Lauder está siempre ahí y es una persona bastante asequible. Gracias a la salida a Bolsa hemos podido comprar y desarrollar un mayor número de marcas.

P. ¿Es necesario tener volumen para poder competir?

R. De cara a los clientes, el volumen marca tu posición. En España ocurre al revés que por ejemplo en Francia que son cinco clientes los que controlan el 87% del mercado. Aquí el mercado está más fragmentado. En este sector, ha habido una primera etapa de perfumería más estable y preocupada porque les llevaras clientes a las tiendas. La presión siempre ha existido, aunque en España ha habido un cambio radical en los últimos ocho años, ya que el número de establecimientos se ha duplicado.

P. Las firmas de cosmética necesitan renovar constantemente sus productos, ¿eso significa que sus clientes no son fieles?

R. Es un sector que vive de la novedad y de sacar productos constantemente. Hace 15 años, el 10% de las ventas era de productos nuevos, ahora el 30% de las ventas procede de productos que acaban de salir al mercado. Las mujeres necesitan estar probando constantemente productos. España es el segundo país europeo, por detrás de Inglaterra, en consumo de cosmética, lo que indica que la española es consumista por naturaleza. Si hay algo bueno en el mercado, la mujer lo prueba. En cambio, el hombre se resiste a probar productos de cosmética, pero es más fiel y es más primario en sus gustos y preferencias a la hora de usar productos de cosmética.

P. Aunque cada vez se cuidan más.

R. Sin duda alguna. El hombre va entrando muy lentamente. Ellos son más fieles y constantes que las mujeres, por eso para ellas tenemos que estar constantemente sacando productos. El hombre no repara en gastos y la mujer, por ejemplo, mira más el precio y las novedades. A los hombres los que más les preocupa es la pérdida de pelo.

P. ¿Y un ejecutivo como usted qué ha aportado a la compañía?

R. Un alto ejecutivo en una empresa de productos de lujo y a la vez novedosos tiene que conocer la calle, el cliente final. No estar en el despacho todo el día. Hay que enterarse de lo que pasa en la calle, escuchar atentamente a los consumidores. Cada cliente demanda una cosa distinta. Occidente y Oriente son muy distintos. Por eso, es necesario que todos seamos vendedores, porque todo sucede en la calle. El éxito está en conocer el negocio desde dentro, pero también desde fuera. El negocio no se conoce dentro de un despacho.

P. ¿La crisis económica está afectando a este sector?

R. No se ha notado mucho. Lo que ha ocurrido es que se ha ralentizado el crecimiento. Lo último que una mujer sacrifica es un lápiz labial. Es curioso, pero cuando la venta de labiales sube es cuando hay crisis. Después del 11 de septiembre hubo un incremento de venta de labiales.

P. Lleva 34 años en Estée Lauder, ¿no ha sido tentado para cambiar?

R. Es algo habitual en la compañía. Me siento tan cómodo que nunca he sentido la necesidad de cambiar. Esta empresa se preocupa por la gente. Lo divino de esta compañía es el trato humano, el cuidado que se tiene con el personal. No eres un número más, el dueño de la empresa te conoce y te trata de una manera familiar. Es importante llevar lo mejor a los que nos rodean. La cuestión personal está por encima del bien y del mal. Todos lo años hacemos una convención de ventas con todas las marcas de la compañía y conozco a todos los empleados. Dentro de la familia Lauder todos somos lo mismo. Nadie es más que otro.

P. ¿Qué indice de rotación tiene?

R. Muy poco. Todo profesional puede desarrollar su carrera dentro de esta empresa con gran facilidad. Cuidamos todos los detalles para que la gente trabaje y pueda desarrollar su carrera a gusto.

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