El Gobierno ruso anuncia "retoques" en su política ante la OMC
El Gobierno ruso ha anunciado que habrá "retoques" en su política de negociación para el ingreso de Rusia en la Organización Mundial de Comercio (OMC), meta que el Kremlin se plantea alcanzar en 2003.
El anuncio ha sido hecho por el viceministro de Desarrollo Económico y Comercio, Maxim Medvédkov, al término de una reunión a puerta cerrada del Gabinete de Ministros en la que se ha analizado la marcha de las negociaciones con los países miembros de la OMC. Medvédkov, responsable del proceso negociador, ha indicado que los "cambios cosméticos" de la postura rusa en las negociaciones para el ingreso del país en la OMC se refieren a "sectores concretos, como la agricultura y el acceso al mercado de bienes y servicios".
Las modificaciones, ha añadido, se adoptarán en una nueva reunión del Gobierno que, a propuesta del primer ministro, Mijaíl Kasiánov, se celebrará dentro de dos semanas.
Sin embargo, Medvédkov ha recalcado que "se mantiene inalterable el elemento principal: Rusia debe incorporarse a la OMC en las mismas condiciones que los demás países y su ingreso debe darle al país ventajas económicas reales".
La reunión del Ejecutivo se produjo en vísperas de una nueva ronda de conversaciones con una veintena de países miembros de la OMC, mientras en Rusia aumentan las dudas sobre los beneficios reales que supone su ingreso en la organización. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha criticado a comienzos de semana al Gobierno de Kasiánov por no aplicar políticas que defiendan al productor nacional, y citó como ejemplo la industria automovilística.
En una reunión ayer con un grupo de empresarios rusos, Medvédkov ha recalcado que el "plazo óptimo" para la incorporación de Rusia en la OMC es 2003, pues más adelante se endurecerán aún más las condiciones de ingreso. Entre las exigencias que los países de la OMC presentan a Rusia para aceptarla en la organización se encuentra la liberalización de los sectores bancario y de seguros, así como equiparación de los precios de combustible en el mercado interior con los precios internacionales. Ambas demandas chocan con la resistencia de las autoridades rusas: la primera, por ser considerada un asunto de seguridad económica nacional; la segunda, por el impacto negativo en el nivel de vida de la población.