Aznar condiciona la estrategia del PSOE en el debate de la nación
José María Aznar arrastra la crisis de Gobierno anunciada ayer desde hace un año, cuando el desgaste de algunos ministros le obligó a llevarse el famoso cuaderno azul a Menorca, donde pasó las vacaciones de verano, para terminar de decidir los cambios. La evolución del caso Gescartera, que finalizó con las dimisiones del ex secretario de Estado de Hacienda Enrique Giménez-Reyna y de la ex presidenta de la CNMV Pilar Valiente, le llevó a aplazar la remodelación. Más tarde, los sucesos del 11 de septiembre hicieron olvidar a su Gobierno cualquier posibilidad de cambios.
El momento elegido ahora por Aznar para formar nuevo Gobierno coincide con la antesala del debate del estado de la nación, cita parlamentaria a la que el presidente llega con más frentes abiertos que nunca desde que accedió a La Moncloa. El enfrentamiento con los sindicatos, que originó la huelga general del pasado 20 de junio, se suma al deterioro de las relaciones con CiU, hasta ahora su principal socio político, al desbocamiento de las tensiones en el País Vasco con la pugna con la jerarquía eclesiástica de esta comunidad y también al conflicto latente dentro del PP provocado por los movimientos que los diferente sectores del partido han comenzado a exteriorizar en el horizonte de la sucesión de Aznar.
El deterioro de la popularidad de la mayoría de los ministros se vio reflejado en el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas correspondiente al mes de abril, en el que sólo fue aprobado el vicepresidente primero y ministro del Interior, Mariano Rajoy. Los 15 ministros restantes quedaron calificados por debajo del cinco. En la cola del deterioro de imagen se situaron, entre otros, Celia Villalobos y Anna Birulés.
Este desgaste pensaba ser explotado a tope por el líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, en el debate del estado de la nación que comienza el lunes. El cambio de Gobierno condiciona necesariamente el guión de la oposición en este debate, aunque fuentes socialistas insistían ayer en que el esquema de discurso que tenía pensado hacer Zapatero no sufrirá grandes cambios porque la crítica de fondo irá dirigida contra las políticas del Ejecutivo, guiadas por su presidente, y no contra los 'actores' de las mismas.
Proceso sucesorio
El fichaje como ministro de Trabajo del presidente valenciano, Eduardo Zaplana, a menos de dos años del final de la legislatura y a un año del inicio del proceso de sucesión en el cartel del PP, ha modificado los esquemas de quienes dentro del partido sólo contaban con Rodrigo Rato, Mariano Rajoy y Jaime Mayor Oreja como los únicos candidatos posibles a sustituir a Aznar en el cartel electoral.
Dentro del PP eran de sobra conocidas las aspiraciones de Zaplana a formar parte del Gobierno central, como también su deseo de figurar entre el equipo de notables a los que Aznar pedirá opinión sobre la sucesión en el cartel electoral con el que el partido concurrirá a los comicios de 2004. En Madrid es conocida también la opinión del presidente valenciano sobre la manera en la que el presidente del Gobierno debería encarar este proceso, sometiéndolo a consideración entre los dirigentes más cualificados del partido. Las previsiones sucesorias dentro del PP se complican si, además, se toman en cuenta los elogios públicos que Aznar ha lanzado en las últimas semanas a Ángel Acebes, que no han pasado inadvertidos dentro del Partido Popular.