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Estrategia

Marqués de Murrieta, de las uvas a las aceitunas

La bodega riojana Marqués de Murrieta apuesta por la calidad y, ante los límites productivos impuestos por la tierra, está introduciéndose en el negocio de nuevos alimentos de prestigio

Vicente Dalmau, dueño de la bodega Marqués de Murrieta, afirma que los empresarios normales operan con presiones constantes, viviendo el riesgo minuto a minuto. Por eso no entienden el mundo del vino y ni siquiera saben que el verdadero jefe no es el inversor, sino el líquido, un ser vivo que respira por el corcho. Para este joven bodeguero de 32 años, el vino absorbe los problemas del entorno, así que, 'en este negocio de exquisita paciencia, los proyectos son a largo plazo y las cuentas de resultados importan, pero de otro modo'.

El desarrollo de una bodega es complicado debido a los límites físicos. Para crecer hay que comprar más hectáreas en torno a la finca original. Preparar la finca lleva tres años. El fruto de calidad tarda otros nueve en crecer, lo que ya suma 12, y después el vino pasa cinco años en botella. Mucho tiempo e incertidumbre. Aunque la tierra apropiada sea un bien escaso, aquí existe otro tipo de economías de escala. Cuando una marca como ésta se hace hueco, el canal se puede aprovechar para introducir otros productos de calidad. Murrieta ya vende aceite de oliva virgen y busca formas de comercializar también un fino, un nuevo Ribera del Duero o jamón de cinco jotas. Dalmau quiere aprovechar su idea de que en España hay alimentos de gran calidad, todos mal vendidos en el mundo. æpermil;se es el futuro.

Mientras tanto, se trata de mantener la calidad. La primera botella de Marqués de Murrieta se exportó en 1852. Desde entonces, para una bodega que quiere ser grande, lo importante el nivel medio de calidad, y no tener una añada excepcional de vez en cuando. Por eso Dalmau piensa que la viña debe ser el verdadero 'proyecto de vida' de una familia, un mundo que él heredó a los 25 años, cuando su padre murió. 'La persona que hay detrás de la botella es importantísima porque le presta su alma al vino'.

Dalmau apuesta por utilizar solamente sus propias uvas, como hacen los grandes. Y es que opina que los negocios de volumen son incompatibles con los de calidad, porque tienen estructuras comerciales divergentes. Los horarios de venta o las mentalidades no tienen nada que ver, y el dueño de una boutique no habla como el gerente de un hipermercado multinacional, asegura. Aunque el Marqués de Murrieta y el buque insignia de esta bodega, Castillo de Ygay, tienen una tradición de siglo y medio, el nuevo público objetivo son los profesionales de 28 a 40 años. La empresa asume que el negocio necesita de una bien medida 'dosis de nervio', porque depende de una veloz carrera entre marcas que persiguen las cambiantes mentalidades del consumidor.

Bodegas 'encerradas' en su localidad

Una de las batallas de Murrieta es conseguir la modificación de una normativa que impide que una marca se pueda trasladar a otra región. Según Vicente Dalmau, 'este cambio se ha hecho necesario porque nuevos países exportadores empiezan a avanzar rápidamente en los mercados'. En Chile, Australia, Suráfrica y EE UU, se puede plantar 'la uva que uno quiera, en donde quiera, y ponerle la marca que uno desee'. Con ello, son capaces de 'producir grandes volúmenes con una óptima relación calidad-precio'. En el Reino Unido, que es el segundo mercado europeo más importante, el 50% del producto que se consume procede de esos nuevos países exportadores. Hay bodegas australianas que comercializan bajo la misma marca 50 vinos, cuyos precios van desde dos euros hasta 300. En España, en cambio, la normativa pretende controlar la producción y mantener una cuota fija, lo cual 'nos sitúa en una clara situación de desventaja'. Por eso, cuando 'explota la demanda', como ocurrió entre 1999 y 2001, para plantar en la Rioja y obtener la denominación de origen hay que pagar un derecho de cinco millones de pesetas por hectárea. Según Dalmau, 'la administración ha entendido que la normativa debe cambiar para que los vinos de España puedan competir en el mundo'.

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