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El Pulso Exterior

Competitividad y exportación

La apreciación del euro especialmente frente al dólar, pero no sólo con respecto a la divisa norteamericana, ha vuelto a resucitar las viejas teorías alarmistas sobre la influencia negativa que la recuperación de la moneda europea va a ejercer en las exportaciones españolas, vía pérdida de competitividad. La tradicional vinculación entre los conceptos de competitividad y precio es la base teórica que sustenta estos augurios sin reparar que esta identificación ha sido ya, en parte, superada tanto por la nueva realidad económica mundial como por la apertura al exterior de nuestras empresas y el desarrollo de sus productos y servicios.

Para una economía como la española, integrada entre las grandes potencias económicas mundiales, sometida a la disciplina de la unión monetaria y con un patrón exportador orientado hacia los mercados más desarrollados del planeta (el 84,1% de nuestras ventas exteriores se concentra en los países de la OCDE), la variable precio empieza a perder importancia como factor esencial de competitividad en beneficio de otros elementos como la calidad, el diseño, la marca o el servicio, entre otros. Unos valores que en una sociedad global se han consolidado como las principales ventajas competitivas de las economías desarrolladas y que cuenta cada vez más en la decisión de compra de importadores y consumidores de estos mercados.

Han sido estos factores que definen la nueva competitividad, y no el precio, los que permiten explicar que, por ejemplo, en un ejercicio como 2001, caracterizado por una fuerte contracción del comercio internacional y en el que nuestros precios relativos han aumentado un 0,9% más que la media de la zona euro y un 1,1% respecto a la OCDE, las exportaciones españolas hayan aumentado su cuota de mercado en ambos bloques, pasando del 3,6% al 3,7% en la Unión Europea y del 2% al 2,1% en la organización de los países desarrollados.

Esta mejoría se produce igualmente y la misma magnitud respecto a la participación española en el comercio mundial, que según los datos de la OMC se sitúa en el 1,8% para el último ejercicio frente al 1,79% de 2000.

En esta misma línea las conclusiones del último informe de la CE sobre la capacidad competitiva de las pequeñas y medianas empresas en Europa destacan cómo la calidad, la imagen, la funcionalidad (adaptación a las necesidades de clientes y consumidores) y el cumplimiento de los plazos son las principales fortalezas de la pyme española frente a sus competidores, al tiempo que recuerdan cómo los consumidores son cada vez más exigentes y buscan una diferenciación mayor.

Por otra parte, conviene insistir también en que, si bien es cierto que la apreciación del euro produce una subida de precios en los mercados no integrados en el euro, también lo es que el 61% de las exportaciones españolas se dirige a los 12 países de la moneda única donde no influye el tipo de cambio, que esta subida de precios afecta en la misma forma a nuestros competidores europeos en terceros mercados y que, además, para un país importador neto de energía como el nuestro, la depreciación de la divisa norteamericana permite abaratar las compras del petróleo, contribuyendo así a la corrección de nuestro déficit comercial.

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