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Innovación

Veleros en un mar de olivos

Astraea fabrica barcos de vela de competición en un pueblo del interior de Jaén

Juan Sánchez realizó en 1994 el sueño dorado de todo trabajador por cuenta ajena consistente en dejarlo todo e instalarse por su cuenta para hacer lo que le gusta. Fundó un astillero de barcos de vela y logró no sólo vivir de ello, sino ser el presidente de uno de los astilleros más competitivos de España.

Hace ocho años trabajaba para las grandes superficies instaladas en la isla de Gran Canaria. Su destino cambió justo el día que se le ocurrió comprar un viejo velero averiado para su uso personal y repararlo. Alguien le compró el velero por un millón de pesetas.

Sánchez pensó que aquello era, más que una casualidad, un negocio. Poco más tarde, cuando visitó a su familia política, propietaria de un olivar de Lopera (Jaén), acompañó a su suegro a comprar una cuba para el tractor y se percató de que el material de la cuba era polietireno, el mismo que se usa para fabricar el casco de los veleros, y a un precio de 80.000 pesetas, más barato que el usado en el sector náutico. 'Sólo hacía falta adaptar la forma de la cuba a la que requiere el casco de un barco', comenta Sánchez.

Los dos ingredientes estaban mezclados para que Sánchez cambiase su vida. Montó en 1994 un pequeño astillero en Lopera para construir los más modernos y competitivos barcos veleros deportivos y de placer. En Lopera no puede navegar ningún barco. La localidad se sitúa en el centro de un mar de olivos que tiene la costa más cercana a 100 kilómetros. Pero la zona, dotada de una industria auxiliar de polietireno para su uso en el olivar, le facilitaba la materia prima básica a buen precio. El interior de la provincia de Jaén brinda, paradójicamente, otra ventaja sobre los astilleros instalados en la costa: la ausencia de humedad, que es beneficiosa para el proceso de construcción náutica.

La aventura a la que se lanzó en su momento Sánchez le ha proporcionado el ser hoy uno de los primeros fabricantes españoles de veleros de placer y deportivos, especialmente de competición. Los aficionados franceses a la competición marina saben perfectamente que hoy en día sólo pueden seguir adquiriendo el antiguo velero galo Helium de 10 metros de eslora en el pequeño astillero jienense.

Ganador de la Copa del Rey

El despegue definitivo de Astraea como astillero deportivo y de placer profesional se produjo hace dos años, cuando Sánchez compró un viejo astillero de Bretaña en quiebra y con él el molde para fabricar el Helium francés, lo que supuso la inauguración del mercado exterior para el astillero. Después llegó el nuevo modelo A-360 de 11 metros de eslora presentado en los salones náuticos de París y Barcelona hace también dos años. La acometida de la fabricación del Helium y el A-360 fueron un salto cualitativo para Astraea, que pasaba así a fabricar barcos con esloras superiores a los 10 metros, lo que le ha permitido acceder a niveles de facturación de tres millones de euros anuales.

El paso primordial dado por el astillero en el mercado ha sido instalarse en la fabricación de veleros de gama alta para competición. La empresa exporta la mitad de los barcos que produce, 100 unidades al año, principalmente a países como Francia y Alemania.

Hoy en día Astraea ya domina toda la gama de esloras del clásico velero, pero sus comienzos fueron mucho más modestos, con la fabricación del Albatros (de seis metros de eslora). Más tarde llegó uno de sus más sonados éxitos: el Brenta de competición de 7,5 metros de eslora, barco ganador de la Copa del Rey en la edición de 1997.

Este modelo lanzó a la fama en el mundillo de la competición de vela al astillero jienense. Tras lograr la victoria en la Copa del Rey, el barco fue designado flota de competición, es decir, se organizan regatas exclusivas para este modelo, cuyos patrones compiten entre sí con barcos idénticos.

El modelo francés Hellium de 10 metros de eslora le abrió las puertas de los buques de mayor eslora. Pero pese al éxito y el nombre ganado por Astraea gracias a su incursión en la alta competición, la empresa sigue apostando por mantener el mercado del velero de placer.

Insumergibilidad homologada en el nuevo velero de competición

 

Lo último se llama A-295, un velero de competición de nueve metros de eslora, presentado este año en los salones náuticos de París y Barcelona, el escenario tradicional en el que se ponen de largo las últimas novedades en el sector náutico deportivo y de recreo. En este caso, toda la tecnología es propia, desde el molde hasta la ingeniería del buque.

 

 

 

 

 

 

 

El modelo ha adquirido la certificación de insumergibilidad homologada por la entidad especialista en materia náutica, Germanisher Lloyd. Se convierte así en el segundo astillero europeo que logra un certificado de insumergibilidad del buque que fabrica.

 

 

 

La estrategia comercial de Sánchez consiste, por ahora, en 'estabilizar la producción y el mercado'. El astillero jienense sigue manteniendo su impronta a mitad de camino entre la fábrica y el taller para clientes fijos. Su producción está estabilizada en 100 unidades al año, pese a que la demanda supera con creces esta cantidad.

 

 

 

Según Sánchez, 'mi mercado podría ser exclusivamente francés si quisiera', pero ha optado por mantener el 50% de su mercado en España, apoyado en una pequeña oficina comercial en el barrio madrileño de Salamanca. A favor de esta opción cuenta el hecho de que se reducen los costes en transporte. La superficie de este astillero es lo único que ha crecido, junto con la facturación, desde 1994, pasando de 2.000 a 4.000 metros cuadrados.

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