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La Atalaya
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La V República, a salvo

Las aguas vuelven a su cauce en Francia tras el terremoto político registrado en la primera vuelta de las presidenciales el pasado 21 de abril. Cuando los colegios electorales cierren sus puertas el domingo y termine el recuento de la segunda ronda de las legislativas, la V República, establecida por el general De Gaulle en 1958, habrá recobrado su espíritu fundacional. El país contará con una Asamblea Nacional y un Senado del mismo color político que el del presidente de la República, que es exactamente lo que pretendía De Gaulle para asegurar la gobernabilidad de Francia.

Según todas las previsiones, la Unión para la Mayoría Presidencial (UMP), de Jacques Chirac, contará con entre 339 y 410 diputados de los 577 miembros de la Cámara. La mayoría absoluta de Chirac supone el fin de la famosa y nefasta cohabitación entre un Ejecutivo de un color y un Legislativo de otro distinto, rechazada en las encuestas por más del 50% del electorado. La conclusión del proceso electoral supondrá también la humillación parlamentaria del xenófobo Frente Nacional de Jean Marie Le Pen, que, en el mejor de los casos, podría obtener entre uno y cuatro diputados y, en el peor, quedarse fuera de la Asamblea. Una humillación no personal porque la formación de Le Pen, aunque redujo su porcentaje en la primera vuelta de las legislativas, todavía consiguió cuatro millones de votos, lo que es mucho y denota la existencia de un clima popular de rechazo a las actuales estructuras de poder, preocupante si se combina con una abstención cercana al 36%.

La V República está, pues, a salvo y la VI, prevista por muchos si se produjera un resultado distinto del previsto con una nueva cohabitación, tendrá que esperar, por lo menos los cinco años del nuevo mandato presidencial. Sin embargo, la inestabilidad constitucional sigue latente en tanto sea posible optar por una nueva cohabitación en futuras elecciones. El proceso electoral y los infartos que ha proporcionado hace pensar a muchos que algo no marcha bien en Francia. En palabras del periodista, escritor y académico Jean d'Ormesson 'los franceses son imprevisibles, difíciles de comprender para ellos mismos e incomprensibles para los extranjeros'. Véase la muestra. En 1997, con una cómoda mayoría parlamentaria, Chirac convoca por sorpresa unas elecciones legislativas que producen el inesperado triunfo del Lionel Jospin al frente de una coalición de socialistas, comunistas y verdes. Cinco años después, Jospin invierte el calendario electoral y decide celebrar las presidenciales antes que las legislativas con la esperanza de convertirse en presidente de la República y asegurarse el triunfo en las segundas desde el prestigio que irradia el Elíseo. El resultado es conocido: Jospin queda eliminado por Le Pen de la segunda vuelta y la izquierda es laminada, mientras que Chirac, con un exiguo 19% de los sufragios el 21 de abril, es reelegido una semana después por una abrumadora mayoría del 82% de los votantes. Ni Chirac ni Jospin tienen futuro en el campo de los profetas políticos. El primer empujón electoral de Le Pen se produjo gracias al cambio de la ley electoral que realizó François Mitterrand en la creencia de que una ultraderecha fuerte debilitaría a la derecha tradicional moderada, como así ocurrió. Pero una vez liberado el genio del mal de la botella es difícil volverlo a introducir. Chirac tiene cinco años para realizar las profundas reformas que Francia necesita. Ahora no tendrá excusas para no realizarlas.

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