Los informes 'verdes' llegan a la memoria
De las juntas de accionistas de algunas empresas cotizadas en Bolsa (Agbar, Endesa, Gas Natural, Hidrocantábrico, Iberdrola, Iberia, Red Eléctrica, Repsol, Unión Fenosa y Telefónica) el inversor sale con dos memorias: la que informa del balance económico anual y otra en la que, por voluntad propia, se rinde cuenta de las actuaciones en favor de la preservación del medio ambiente (bajo los títulos de memoria medioambiental o declaración ambiental) y/o del desarrollo social. Cuando el compromiso es tanto en el aspecto ambiental como social, la empresa publica una memoria de sostenibilidad.
En España, el interés de reflejar la contribución voluntaria de la empresa a los objetivos de los principios del desarrollo sostenible -que propugna Naciones Unidas- avanza a un ritmo más lento que en la mayoría de los países europeos, pero ya suficiente para que, por primera vez, la consultora KPMG haya incluido el caso español en su estudio global sobre las memorias de sostenibilidad de las empresas. De hecho, hay compañías que se animan a realizar este ejercicio aunque no cotizan. Entre ellas destaca Renfe, junto con filiales de multinacionales (como Ericsson, Tetra Pak o ABB).
De las principales 100 empresas españolas -según la información manejada por KPMG-, 37 incluyen en sus memorias anuales información sobre aspectos medioambientales y sociales. Sólo 11 publican un informe por separado y se reducen a nueve (todas las citadas, salvo Red Eléctrica, Telefónica, Tetra Pak y ABB) las que describen el impacto de su actividad sobre el entorno natural.
El estudio de la consultora afirma que el 45% de las principales 500 empresas del mundo por facturación (según la clasificación de Fortune) publica informes de desarrollo sostenible adicionales al que contiene sus cuentas anuales. En 1999 sólo lo hacía el 35% de ellas.
El avance de estos informes paralelos se comprende porque la competitividad se mide también cada vez más en términos de ecología y solidaridad. Los índices sociales de los mercados bursátiles constituyen parámetros útiles para demostrar la repercusión positiva en términos económicos que tienen las empresas con un destacado trabajo en pro de su desarrollo sostenible. Fundamentalmente, éstas se agrupan en torno a dos índices: el Domini 400 Social Index (DSI), creado en 1990, y el Dow Jones Sustainable, desde 1993. Las instituciones financieras recurren a estos índices para evaluar los riesgos de los préstamos que se conceden a las empresas y de las inversiones en las mismas.
Sin embargo, y como admite el Libro Verde de la Unión Europea sobre responsabilidad social de las empresas: 'Es difícil evaluar de manera precisa qué factores determinan la rentabilidad financiera de una empresa socialmente responsable. La investigación (Industry week, 15 de enero de 2001) ha demostrado que aproximadamente la mitad del rendimiento superior a la media de una empresa responsable en lo social puede atribuirse a este comportamiento, mientras que la otra mitad se explica por los resultados de su sector'.
REE echa cuentas
De hecho, pocas son las empresas que invierten en el esfuerzo de desarrollar una contabilidad para evaluar los costes de su política ambiental y social. Red Eléctrica (REE), que el año pasado se adhirió al sistema comunitario de gestión y auditoría (EMAS), dedica un capítulo de su tercera memoria anual sobre su gestión medioambiental a identificar y explicar los costes derivados de ello que asume la compañía. Gracias a este cálculo, ha llegado a dos conclusiones considerables: la longitud media del tendido de línea eléctrica se incrementa un 8% respecto al trazado reglamentario al observarse criterios medioambientales, pero el coste medio de la obra aumenta un 11% respecto al presupuesto inicial.
El pasado 5 de abril entró en vigor la resolución del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas que establece las normas para la identificación, valoración e información de los aspectos medioambientales en las cuentas anuales. Ello podría impulsar a las empresas a publicar memorias completas sobre desarrollo sostenible.
Las armas de ABB para recuperar su credibilidad
La presentación de una memoria específica sobre desarrollo sostenible sirve también de estrategia para que los inversores confíen en el control de la gestión de la empresa y la ética de las decisiones de sus directivos. El caso más reciente es el del grupo energético y de tecnología sueco-helvético ABB, que acaba de presentar su primer informe de este tipo, que amplía la tradicional declaración ambiental, al integrar los aspectos sociales y laborales.
El año pasado, ABB vio a su anterior presidente y consejero delegado, Percy Barnevik, y al equipo directivo envueltos en la sospecha del desfalco a la empresa, que para mayor escarnio, y por primera vez en su historia, había registrado pérdidas por valor de 691 millones de dólares (730 millones de euros). El consejo de administración reclamó al sueco Barnevik la pensión de más de 100 millones que cobró al abandonar la empresa. Tras una agria disputa, Barnevik acordó devolver unos 60 millones de euros.
Su sucesor, Jürgen Certerman, vistió de gala la presentación la memoria anual de desarrollo sostenible. En ella, la compañía incorpora las recomendaciones de contabilidad para empresas cotizadas de la iniciativa internacional GRI (Global Reporting Initiative), que propugna un triple balance: económico, social y ambiental. Por el momento, ABB sólo informa de que 'los costes relacionados con actividades de desarrollo sostenible se sitúan en torno a 55 millones de dólares al año' (58.000 millones de euros), lo que 'no comprende las inversiones en diseño y desarrollo de productos'.