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Servicios

La 'quiebra' de infraestructuras lastra la Red

KPNQwest, Global Crossing, Teleglobe… la lista de empresas de redes en quiebra o suspensión de pagos es larga. Y no es sólo la pérdida de valor de acciones. El servicio de Internet empieza a verse amenazado. Retrasos, mala calidad, errores...

KPNQwest, firma que gestiona la mayor red de fibra óptica de Europa, reconoció ayer su quiebra y tendrá que paralizar los servicios que ofrece a través de su red. La compañía ha advertido a sus clientes, entre los que están IBM, Dell, AOL TimeWarner o Hewlett-Packard, que busquen otras alternativas para su tráfico de datos. BT Ignite se apresuró también a hacer un comunicado en el que ofrece su red a los clientes de KPNQwest que así lo deseen.

La noticia recrudece la crisis que atraviesa el sector de las telecomunicaciones desde hace dos años y que afecta a grandes dueños de redes como Global Crossing, Dolphin Telecom o la canadiense Teleglobe, abandonada a su suerte por su matriz BCE. Sólo los impagos de deuda de las principales firmas implicadas superan 40.000 millones de euros. Y eso sin contar con la 'desaparición' de las monstruosas capitalizaciones bursátiles que muchas llegaron a alcanzar. Pero el deterioro supera el ámbito financiero. Diversos expertos y ejecutivos de empresas advierten de que hay un serio peligro para el avance y el propio servicio de Internet porque son este tipo de compañías las contratadas por terceras operadoras, portales de Internet o grandes corporaciones con sedes por todo el mundo e interconectadas las 24 horas.

'No habrá un apagón de Internet, pero la desaparición de empresas de redes sí puede provocar una pérdida de calidad, retrasos y cortes en los servicios', advierte Adolfo Castilla, directivo de Flag Telecom. En un sentido parecido se manifiesta José Antonio Mañas, catedrático de Ingeniería Telemática de la Escuela Oficial de Ingenieros de Telecomunicaciones de la UPM, quien cree que la desaparición de empresas puede provocar que haya menos nodos operando con lo que aparecerán cuellos de botella que, a su vez, reduzca la capacidad de las propias redes de cable. 'El efecto global percibido por los usuarios es difícil de predecir, pero siempre será en el sentido de una red más lenta', afirma.

La crisis de las empresas nace, sin duda, de la falta de dinero. Y sin liquidez no es posible el mantenimiento, quizá la labor más importante para cuidar las redes. Un factor que se agrava, según los expertos, cuando se despiden trabajadores (la primera decisión para ahorrar costes) y no hay mano de obra suficiente para vigilar el perfecto funcionamiento.

Quizá Global Crossing, el mayor operador mundial de infraestructuras submarinas, sea un ejemplo claro. Esta firma, desde enero en suspensión de pagos y acogida a la protección del capítulo 11 de la legislación de quiebras de EEUU, está en proceso de venta de activos e incluso de ella misma. Pues bien, según informó en un comunicado al regulador del mercado estadounidense (SEC) hace dos semanas, gastó más de 151,2 millones de euros en el mantenimiento y funcionamiento de sus redes sólo en marzo. Es decir, el coste anual rondaría 1.728 millones. Más de el doble de los 810 millones que compañías como Hutchison Whampoa o Singapore Telecom habían ofrecido por ella antes de retirar su oferta el miércoles.

Y es que este negocio ya no es atractivo. La propia Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) reconoce en su informe anual que no hay dinero para las infraestructuras. Ante la pregunta de si habría riesgos para la red, la portavoz de Global Crossing en EEUU prefirió no contestar a Cinco Días. Y lo cierto es que la firma tiene problemas en diversos países como Irlanda. Allí, la red de Global Crossing, construida ex profeso para la isla tras la firma de un macrocontrato con el Gobierno, sostiene la tercera parte de las conexiones estales con el exterior. Precisamente, en un país poblado de numerosas empresas tecnológicas de EE UU que han situado en el tigre celta sus cuarteles generales y que necesitan una conexión continua. 'Hasta ahora no ha habido ningún problema. Estamos en contacto permanente con Global Crossing, aunque nosotros tenemos el control total de la red que nos une con el Reino Unido', indica un portavoz de la telefónica irlandesa Eircom, en Dublin.

También su filial Asia Global Crossing está en situación apurada en tanto se aclaran las posibles ofertas por ella, la última presentada por China Netcom. ¿Problemas para las comunicaciones entre Asia y América? No hay respuesta.

Lo cierto es que Global Crossing no es la única compañía. Ante las dudas, los clientes de las operadoras con problemas no han tenido más remedio que buscar nuevas opciones. 'Las empresas buscarán una redundancia en su contratación con teleoperadores. Necesitan una doble vía de conexión, no se pueden permitir el lujo de que fallen, aunque se duplique o triplique el gasto por este concepto', dice un ejecutivo.

Los directivos de la citada Flag Telecom explican un caso real sufrido en España. 'Nuestra compañía tenía contratados dos bucles con Alua. Cuando esta sociedad suspendió pagos, su dirección nos dijo que no habría problemas, que no nos preocupáramos, porque el servicio seguiría funcionando hasta que recibieran una ampliación de capital. Sin embargo, a los pocos días se cortó el servicio. Rápidamente contratamos la británica Colt Telecom, pero, hubo dos o tres horas de corte hasta que migramos a la nueva red', afirman.

Y en el sector se dice que hay muchos casos similares. Los portavoces de Dell Computer y AOL en EE UU consultados por este periódico no han querido comentar cómo puede afectarles a ellos la situación que atraviesa KPNQwest. Desde luego, AOL no podría permitirse el lujo de que su servicio se cayera un solo minuto.

Ante incógnitas similares, algunos directivos quieren quitar tensiones. Por ejemplo, John Roberts, alto directivo en España de la estadounidense Genuity (agrupa toda la actividad de larga distancia y arquitectura de Internet de la antigua GTE), cree que mientras se mantengan en funcionamiento las cinco grandes compañías cuyas redes tienen calidad 'tier-1', AT&T, Sprint, Worldcom, la propia Genuity, y Cable & Wireless, es imposible que el servicio de Internet tropiece. Aunque si entraran en problemas financieros, el escenario se tornaría más grave. Y la cuestión es que ya asoman. Muy pocos analistas financieros descartarían la posible futura quiebra de Worldcom. La empresa, de la que salió su presidente Bernard Ebbers, se ha hundido en Bolsa hasta casi el límite de un dólar que la legislación del Nasdaq mantiene como obligatoria, ante la incertidumbre de que no pudiera hacer frente a los compromisos de pago de su deuda. Que no es poca: en torno a 32.400 millones de euros.

Así, la firma ha logrado salvar un punto crítico gracias a la ayuda de los bancos que le han abierto una línea de crédito de casi 4.320 millones de euros, pero a cambio de un duro plan de ajuste que incluirá venta de activos, incluidos los internacionales. Quizá otro peligro para los servicios.

Tampoco en muy buena situación está Cable & Wireless, que tras perder más de 7.000 millones de euros en 2001 por culpa de la devaluación de sus activos, ha visto como la agencia Moody's colocaba sus ratings bajo revisión para una posible rebaja. La firma británica ha dirigido su estrategia a la constitución de una macrored global dedicada a Internet y las comunicaciones bajo el protocolo IP.

También Qwest, quinta operadora de larga distancia de EE UU, está envuelta en una gran crisis a causa de la investigación de la SEC por posible manipulación de sus cuentas y, al igual que con Worldcom, surgen las especulaciones sobre su posible bancarrota.

En este sentido, diversos expertos pronostican una reestructuración total del sector con un imparable proceso de concentración. 'Puede que en menos de 18 meses queden sólo tres o cuatro grandes compañías que ofrezcan servicios globales de Internet'. Para ellos, la transformación se producirá sobre todo en Europa, de donde provienen la mayoría de las operadoras de redes en apurada situación financiera, como Carrier1, o que simplemente han quebrado, como KPNQwest.

No obstante, estos mismos observadores recuerdan que, quizá, en los últimos años se han construido demasiadas infraestructuras, ahora infrautilizadas. Y justifican que parte de las quiebras se han producido porque las implicadas han vendido sus servicios por debajo de los precios de coste.

Es posible que, ahora, con muchos menos actores de larga distancia, la situación sea la contraria y que las tarifas vuelvan a subir. Y no sería lo peor. Firmas como los portales o los proveedores de acceso (ISP) tiemblan ante los posibles agujeros de la infraestructura: la base de Internet.

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