El 'tigre' juguetón
Primero fueron los Juegos Olímpicos, ahora el Mundial de Fútbol. El 'tigre' asiático aprovecha los acontecimientos deportivos para darse a conocer
Lo cierto es que la nación coreana es para nosotros una gran desconocida. Los más viejos tendrán todavía en sus orejas el ruido de la Guerra de Corea, uno de los episodios más enconados de la guerra fría, que hizo célebre además al paralelo 38, el cual dividía la península de Corea entre un norte y un sur. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, que liquidó la ocupación japonesa, el norte del país quedó ocupado por la URSS, mientras que el sur lo ocupaban los EE UU. A instancias de Naciones Unidas, se convocaron en el sur elecciones que darían nacimiento (1948) a la República de Corea. En el norte, en cambio, se estableció un régimen comunista bajo la férula del dictador Kim Il-sung (fallecido en 1994 y al que ha sucedido su hijo). La guerra desatada en 1950 acabó tres años más tarde sin vencedores (amago de lo que iba a ocurrir después en Vietnam). Con el fin de la guerra fría, y más aún tras el desmoronamiento del bloque comunista, los intentos de reunificación sólo han logrado gestos como el encuentro efímero de familiares separados por la frontera.
Y es que, pese a la división política, la península de Corea ofrece una unidad incontestable. En lo geográfico, ya que toda ella está dominada por montañas y colinas que descienden hacia la costa oriental y el mar que la separa de Japón. Y, sobre todo, en su historia común, que se inició en el tercer milenio a. C. y tuvo momentos de esplendor como el periodo Shila (que unificó la Península en el siglo VII), la dinastía Koryo (que da nombre al país y sucedió a la Shila, hasta el siglo XIV) o la Dinastía Choson, la última y espléndida, que se mantuvo hasta la ocupación japonesa en 1910.
La evolución de las dos Coreas ha sido muy distinta. Mientras que el régimen comunista del norte (con algo más de territorio y la mitad de población que el sur) se ha enquistado y convertido en uno de los países más pobres, la República de Corea emprendió desde mediados de los sesenta un veloz desarrollo que se ha llamado el milagro del río Han-gang y se ha asociado al de otros tigres asiáticos. El crecimiento coreano, uno de los más rápidos del mundo, elevó el PNB a casi 500.000 millones de dólares y la renta per cápita, a algo más de 10.000 dólares. Al principio, fueron las industrias ligeras y con mucha mano de obra las más pujantes (textiles), pero luego también las industrias pesadas (quinto productor de acero), químicas y el sector del automóvil (quinto fabricante mundial en 1997, los Hyundai y Daewoo que nos inundan dan fe de ello). La crisis que azotó a los países asiáticos en 1998 hizo bajar los indicadores de forma drástica, pero la recuperación parece afianzarse.
Sobre planos de edificios bajos ha surgido un ejército de rascacielos orgullosos
Para ello se recurre, entre otras cosas, al turismo. Diversos eventos culturales (que aquí no han tenido mucho eco) han precedido en la última década a lo que será sin duda la gran caja de resonancia, El Mundial de Fútbol que tendrá lugar en Corea y Japón durante el mes de junio. Los Juegos Olímpicos de 1998 dotaron tanto a Seúl como a la ciudad de Pusán, en la región sureste, de instalaciones que se han actualizado y aumentado.
Seúl es, para cualquier visitante, la puerta de entrada al país y también su mejor escaparate. La ciudad (que rebasa los 10 millones de habitantes) presenta un aspecto similar al de otras urbes asiáticas con ansias de crecer, como Bangkok o Singapur; es decir, sobre planos de edificios bajos y tradicionales ha surgido un ejército de rascacielos orgullosos y edificios de cristal que forman una especie de pantalla entre la montaña emblemática de Namsam -coronada por la Torre de Seúl, tópica torre de comunicaciones y mirador- y el río Ha-gang, que era el límite meridional de la ciudad, pero ha quedado desbordado. Seúl es, sin embargo, una capital antigua y desde la época del reino Choson (siglo XIV) no ha dejado de ser el centro de la vida del país. Y cuenta con monumentos añejos: las cuatro puertas de las murallas, palacios medievales y jardines (algunos declarados patrimonio de la humanidad), mercados coloristas, museos y un engranaje turístico bien engrasado. La isla de Chejudo, en el mar del Sur, compite con Seúl en atraer el favor de los turistas, que comprueban, en este país, cómo se puede alcanzar el desarrollo sin renunciar a las raíces.
Localización
Cómo ir. No hay vuelos directos desde España a Seúl, hay que hacer el trayecto vía Francfort, Amsterdam, París, etc. Se consiguen buenas conexiones volando con compañías como Air France, KLM, Lufthansa o Alitalia. Hay en Madrid varias agencias especializadas en preparar viajes a Corea: Wonderful Tours (Goya, 115, 914 023 172), Aroba (Gran Vía, 86, 915 487 292), Pegassus (Gran Vía, 69, 915 429 929) o S. H. Kim (Chiquinquirá, 4, 913 812 911).
Alojamiento. En Corea no se utiliza el sistema de estrellas, pero hay cinco categorías y la superior (Super Deluxe) equivale a un cinco estrellas nuestro; el precio de estos hoteles en Seúl está entre 170.000-220.000 won, entre 151 y 195 euros (en provincias, algo más barato). A esta categoría pertenecen el Grand Hyatt (027 971 234), Hilton International (027 537 788), Ritz-Carlton (023 451 8000) o el Sheraton Walker Hill (024 530 121).
Comer. Si se quiere probar comida coreana, en Seúl son recomendables los restaurantes Sam Won Garden (623-5, Shinsa-dong, Kangnam-gu, 025 445 351), Nam Kang Garden (140-3, Samsong-dong, Kangnam-gu, 025 663 819), Ham Hung Myon Ok (1-12, Ogum-dong, Songp'a-gu, 024 041 919) o Han Woo Ri ( 91-18, Nonhyon-dong, Kangnam-gu, 025 459 933).