El usuario frente a las alternativas de la banda ancha
Las telecomunicaciones constituyen un mundo tan cambiante que resulta difícil tener una opinión sólida sobre las ofertas tecnológicas. En la mente de los usuarios se almacenan, superpuestas, ideas oídas a los políticos, frases repetidas en los mensajes publicitarios, comentarios de algún técnico de su confianza o frases lapidarias de un gurú famoso. En todos los casos, además, con abundancia de siglas, acrónimos o términos en inglés. Bagaje demasiado heterogéneo para, a partir de él, saber elegir.
Las empresas también evolucionan en sus sistemas de gestión, siguiendo los mensajes de las escuelas de negocios y de las publicaciones especializadas. En estos momentos, la orientación hacia el cliente es la panacea para mejorar la competitividad, por lo que todos los operadores presumen de ofrecer los servicios que los clientes desean. ¿Cómo lo consiguen, teniendo en cuenta lo anteriormente expresado?
¿Cuál es el problema? En mi opinión, que todos hablan lenguajes diferentes: para unos se trata de necesidades concretas de utilización; para otros, de posibilidades de tecnologías, a veces no disponibles, y para los líderes, de objetivos globales a los que debe dirigirse la sociedad.
La banda ancha constituye un paradigma de lo que estamos diciendo. No hay acuerdo sobre lo que significa banda ancha. Cuando surgió la RDSI (Red Digital de Servicios Integrados), se definió el acceso básico (equivalente a 128 Kbps) como banda estrecha y el acceso primario (equivalente a dos Mbps) como banda ancha. A partir de ahí, se ha considerado como banda ancha la de dos Mbps o superior.
Las organizaciones internacionales tampoco se han puesto de acuerdo. La Unión Internacional de las Telecomunicaciones define la banda ancha como la capacidad de transmisión que es más rápida que la velocidad de la RDSI básica. El regulador norteamericano, la Comisión Federal de Comunicaciones, define la banda ancha como aquella que tenga la capacidad de soportar una velocidad (en términos técnicos, ancho de banda) que en la última milla (o bucle de abonado) sea cuatro veces más rápida que la máxima que se puede conseguir con una línea telefónica convencional. Los políticos de la OCDE y los ministros de las UE en sus declaraciones, cuando hablan de banda ancha para potenciar la sociedad de la información, se refieren a una capacidad de la red de acceso que soporte el conjunto de servicios interactivos que incluyen voz, datos e imágenes.
Además, su significado irá variando con el tiempo, ya que, como indica el comisario Liikanen, la banda ancha es de naturaleza dinámica. Aunque en la actualidad la mayoría de los accesos de alta velocidad a Internet utiliza las tecnologías de cable o DSL, cada tecnología presenta determinadas ventajas. Las alternativas son todavía, y en muchos casos, accesibles sólo para unos pocos.
Por todo ello, esta cuestión debería plantearse en términos más claros: hablar de los diferentes tipos de servicios posibles (acceso rápido a Internet, vídeo interactivo...) e indicar que la solución técnica para acceder a todos esos servicios, sin problemas, ahora y en el futuro, se llama fibra óptica, pero que el tendido de estas redes de cable exige fuertes inversiones y un plazo largo de ejecución. Afortunadamente, hay soluciones (las tecnologías xDSL) para adecuar la red telefónica tradicional a servicios diferentes de la voz, de forma que una gran mayoría de los usuarios del servicio telefónico puedan ya utilizar algunos de los nuevos servicios y no ver defraudadas sus expectativas. En determinadas localizaciones, el acceso vía radio o satélite puede ser lo más adecuado.