La de Italia, una huelga política

La huelga general [de ayer en Italia] es un arma política, un instrumento de lucha contra los Gobiernos. No tiene que ver con la lucha sindical (...). También los Gobiernos de centro-izquierda de la pasada legislatura sufrieron la ira sindical al proponer modernizar el sistema de pensiones o el mercado laboral (...).

La huelga (...) se ha convocado oficialmente contra la voluntad del Gobierno de modificar parcialmente la ley de despidos (...). En realidad, las motivaciones políticas (...) son muchas. Para los sindicatos se trata de defender la posición de fuerza conquistada el último decenio. Significa (...) defenderse de un efecto Thatcher (por ahora sólo hipotético): impedir que un Gobierno conservador redimensione el peso político de los sindicatos (...). La primera [consecuencia] de una confrontación (...) es que amenaza con agravar el problema principal: el que afecta a un país que está en los últimos puestos de Europa en competitividad, capacidad de atraer inversión y empleo (...). [La huelga] confirma que en Italia somos (casi) todos europeístas, pero que nadie pretenda introducir normas un poco más europeas.