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Parlamento Europeo

Aznar tacha de 'coñazo' su propio discurso

La tercera visita en tres meses del presidente del Gobierno al Parlamento Europeo deparó un discurso 'coñazo', según sus propias palabras, y un enfrentamiento a puerta cerrada con los conservadores británicos. José María Aznar llegó a Bruselas para rendir cuentas del Consejo Europeo de Barcelona, cuyos resultados consideró modestamente que 'merecen la pena'. No hubo triunfalismo en sus palabras, pero tampoco vigor en una sesión plúmbea que comenzó con apenas media entrada en el Hemiciclo y acabó con sólo unas decenas de los 626 diputados aguantando en sus escaños.

El propio Aznar acabó de leer sus 10 páginas de discurso con un suspiro dirigido al secretario de Estado, Ramón de Miguel, pero que indiscretamente se deslizó hasta los auriculares de toda la sala de prensa: 'Vaya coñazo que he soltado'.

'No seré yo quien le desmienta', recogió al vuelo en su intervención el eurodiputado socialista Raimon Obiols, quien pidió al presidente de turno de la UE 'mayor moderación y respeto'. Aznar ya había abandonado la sala camino de la Cumbre de Naciones Unidas sobre Desarrollo, en Monterrey (México).

El día había comenzado mal para el presidente del Gobierno. Su reunión a puerta cerrada con el Grupo Popular Europeo también trascendió gracias a la presencia de un micrófono abierto en la sala. El testigo inoportuno permitió escuchar a un Aznar mucho más distendido que en sus comparecencias oficiales. El presidente felicitó a su 'amigo Durão Barroso' por la victoria en Portugal, conseguida 'a pesar de que yo estuve en la campaña'. Aznar enumeró ante sus correligionarios los logros limitados de la Cumbre de Barcelona. Sobre el objetivo de inversión en I+D les advirtió que será inútil, si no se resuelven todos los aspectos éticos que, según él, atañen al devenir científico. En política de empleo, les recordó que los acuerdos adoptados en Lisboa sobre flexibilización del mercado laboral son sólo 'mensajes políticos'. 'Las políticas son nacionales. Aprobamos orientaciones'.

Aznar tuvo que escuchar además las críticas ácidas de los conservadores británicos, recibidas entre murmullos desaprobadores del resto de delegaciones.

Los tories reprocharon al presidente sus devaneos con el primer ministro británico, Tony Blair, los acuerdos sobre Gibraltar y la falta de ambiciones reformistas. '¿Cuándo vamos a parar de hablar y empezar a actuar?', espetó uno de ellos. 'Me enamoré hace 25 años', minimizó Aznar sus coqueteos con el líder laborista.

Aznar no contestó, en cambio, los ataques contra el posible acuerdo con Londres para cambiar el estatus de Gibraltar. 'Tan inaceptable', según el diputado británico David Sumberg, 'como a usted le parecería si Ceuta y Melilla fuesen entregados a Marruecos'.

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