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Satélite

Europa impulsa su propio GPS

Reino Unido levantó ayer con muchas reticencias el veto al proyecto Galileo que quiere acabar en 2008 con el monopolio de EE UU en los servicios de localización

Galileo se mueve. Por fin se mueve. El sistema europeo de radionavegación por satélite despega, tímidamente, tras meses de estancamiento. Europa espera competir a partir de 2008 por un servicio de localización espacial y temporal que EE UU monopoliza ahora con su sistema universal GPS. La cumbre de presidentes de Gobierno de la UE que concluye hoy en Barcelona ha despejado 'las diferencias que existían entre los Estados miembros', anunció ayer el vicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato. 'Hay unas bases de acuerdo que indudablemente incluyen restricciones presupuestarias e insistencia en que sea el sector privado quien lo financie'. Gran Bretaña levantó ayer el veto al proyecto, pero mantiene sus reservas sobre una ambición cuyo coste puede superar los 4.000 millones de euros.

La cuenta atrás (diez, nueve...) para que 30 satélites europeos circunden la tierra a 24.000 kilómetros de altitud puede comenzar en cualquier momento. Aunque persiste el riesgo de que se quede en un sueño irrealizable.

Según los acuerdos internacionales suscritos por la UE, el primer satélite de Galileo debe estar en órbita el 13 de febrero de 2006, fecha límite en que expira, si no se utiliza, la concesión de banda de frecuencia obtenida el año pasado. Ese plazo exige, acucia la Comisión, que el primer lanzamiento experimental se realice a principios de 2004 como muy tarde. Todo un reto si se tiene en cuenta que aún no se ha constituido siquiera la sociedad conjunta que, financiada por los Estados de la UE y por la Agencia Espacial Europea, debe llevar a cabo la fase de desarrollo hasta 2005. Algunos países siguen sin creer en Galileo (ocho, siete, seis...).

Gran Bretaña y, algo menos, Holanda desconfiaban de una iniciativa cuya ingente financiación deberán sufragar en gran parte las arcas públicas. Otro de los sustanciales contribuyentes, Alemania, acaba de indicar, en cambio, su disposición a aportar 450 millones de euros para la etapa inicial. Pero la viabilidad económica del proyecto sigue en cuestión. Un estudio de PricewaterhouseCoopers, encargado por la Comisión, ha sentenciado que 'la financiación privada puede hacer una contribución a los costes, pero sólo con algún apoyo continuado'. Es decir, para siempre, denuncian las voces críticas. La negociación en el Gobierno alemán fue tan reñida, cuenta De Palacio, que incluso el ministerio de Asuntos Exteriores, partidario de Galileo, debió comprometerse a asumir un 1% del gasto si la cuenta se dispara al final.

Con la baza comercial en peligro, la Comisión ha optado por cargar las tintas en el aspecto estratégico y militar de un debate que revela la dependencia tecnológica de Europa respecto a EE UU. Y la táctica parece aportar más dividendos. El presidente de Francia, Jacques Chirac, fue el primero que abrazó la bandera de la independencia y advirtió del riesgo de convertirse en 'vasallos' de EE UU si Galileo no sale adelante (cinco, cuatro, tres...).

Rescatar a un montañero perdido, orientar al conductor en una ciudad desconocida o seguir el trayecto de un convoy ferroviario cargado de residuos radioactivos son algunas de las posibilidades que ofrece el Global Position System (GPS) desarrollado con dinero público en los años setenta por el departamento de Defensa de EE UU. El GPS ofrece un servicio gratuito siempre que se disponga de un receptor de la señal. Pero su utilización se encuentra a merced de EE UU y la única alternativa, el antiguo sistema soviético Glonass, se ha quedado prácticamente obsoleto.

Washington puede desactivar o distorsionar el sistema siempre que los intereses geoestratégicos del Pentágono lo recomienden, pues su finalidad esencial no es otra que coordinar vía satélite el movimiento de tropas o dirigir lanzamientos de misiles con mortífera exactitud. 'Si queremos ser algo más que usuarios, necesitamos un sistema propio, sobre todo si se trata de aumentar la gama de servicios disponibles', afirman fuentes del sector europeo de las telecomunicaciones. 'Y nadie nos asegura que alguna vez no tengamos que pagar por utilizar el GPS'.

Aportación anónima

Bruselas afirma que un grupo de empresas, todavía anónimas, aportará al proyecto una contribución inicial total de 200 millones de euros. El cheque sigue sin firma, aunque el sector adivina el respaldo de empresas como la francesa Thales (vinculada a Thomson), la italiana Telespazio o, incluso, AENA, la sociedad que gestiona los aeropuertos españoles. Otras, como Telefónica, participan en la investigación necesaria, a través del programa marco de la UE.

'Galileo dispondrá de tres tipos de señales', detalla la comisaria De Palacio. 'Una libre, de utilización gratuita; otra de pago, con ventajas asociadas como la garantía y la calidad de la señal, y una tercera encriptada, reservada a las Administraciones públicas'. PricewaterhouseCoopers calcula que el servicio comercial puede reportar ingresos hasta de 515 millones de euros en 2020, la mayoría por aplicaciones de uso personal y en aviones y aeropuertos. Pero para ello resulta imprescindible, advierte la consultora, que Galileo se encuentre operativo en 2008, dos años antes de que EE UU inaugure su nuevo GPS, mucho más sofisticado La asociación de la industria espacial europea, Eurospace, urge a los líderes europeos a 'confirmar la buena voluntad política y tomar la firme decisión de ir adelante'... dos... uno... ¿cero?

El uso militar inquieta al Pentágono

 

El Departamento estadounidense de Defensa no ha dudado en expresar al más alto nivel su inquietud ante las posibles aplicaciones militares del sistema europeo de radionavegación por satélite. La señal encriptada de Galileo para las Administraciones públicas utilizará en parte la misma banda de frecuencia que el sistema de posicionamiento (GPS) del ejército de EE UU. Washington teme que esta superposición interfiera en su servicio o pueda ser aprovechado por países enemigos u organizaciones terroristas para violar la seguridad del sistema.

 

 

 

 

 

 

 

La Comisión Europea considera infundadas todas las quejas e insiste en que Galileo es un proyecto civil ideado para sectores como el transporte, la pesca o la prospección de yacimientos petroleros o gasísticos.

 

 

 

Pero la propia Comisión reconoce ahora en sus documentos que 'dos elementos estratégicos de extrema importancia no se habían resaltado' desde que el proyecto se puso en marcha el 10 de febrero de 1999. Se trata del impacto en la política de defensa, cuando Europa precisamente avanza hacia un ejército común, y en la competitividad de la industria militar.

 

 

 

La industria de armamento de EE UU factura 115.000 millones de euros anuales, el doble que la europea. EE UU exporta un 22% de su producción, frente al 25% de la UE. Bruselas afirma que el rival domina ya el mercado internacional de sistemas que incluyan un receptor de señal de posicionamiento. Y más peligroso aún: a largo plazo no habrá equipamiento pesado que no esté dotado de esa prestación, augura la CE. 'Sin Galileo, todo el sistema de navegación será un monopolio norteamericano'. Bruselas cree que algunas compañías estadounidenses ya aprovechan su dominio del mercado para imponer dudosas condiciones comerciales y vender los receptores de señal a precios hasta 50 veces por encima de su valor real.

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