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Revista de Prensa

La UE necesita un tratamiento de choque

¿Qué podría ser más agradable que Barcelona en primavera, con un paseo por Las Ramblas y unas tapas en el puerto? Lamentablemente, lo que aguarda a los líderes en la cumbre de Barcelona es una prolongada discusión sobre la liberalización eléctrica en una sofocante sala de reuniones.

Y si ésta no es una perspectiva lo suficientemente triste, hay más cosas que pueden nublar el optimismo: el programa de reformas económicas anunciado a bombo y platillo, hace dos años, en Lisboa atraviesa por serios problemas.

El proceso de Lisboa se lanzó porque, en parte, los países europeos reconocieron que estaban yendo detrás de EE UU en el aspecto económico (...). Si la cumbre de Barcelona fracasa a la hora de impulsar la liberalización, sería como si el mundo exterior se detuviese para escuchar las promesas altisonantes realizadas en Lisboa. Por esa razón, y no por otra, los líderes europeos desearán aparecer con algo que puedan mostrar como un logro (...).

Un compromiso en Barcelona sería posible si Francia estuviera de acuerdo en abrir su mercado a los consumidores de electricidad (...). Es difícil una victoria de los europeos corrientes y molientes, pero la esperanza de los liberalizadores por las buenas noticias hará subir el valor de cualquier acuerdo (...).

Acontecimientos a muchas millas de Barcelona pueden ahondar en la penumbra de la cumbre. Los europeos se han apresurado a mirar hacia EE UU para aprender los beneficios de la liberalización. La decisión estadounidense de imponer aranceles a las importaciones de acero puede alentar al poderoso movimiento a creer que el argumento se está dando la vuelta.

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