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Viajes

Un jardín en el océano

El naturalista Alexander von Humboldt quedó maravillado al contemplar el valle de La Orotava. Este eslabón tropical entre Europa y América no ha dejado de fascinar a ningún viajero

De Tenerife no hay que fiarse, es una isla que engaña. Parece simple en su morfología: un triángulo formado por la montaña-volcán que se eleva en su ombligo, el Teide (la mayor altura de España), el cual sólo permite poblaciones y cultivos en su delgado perímetro. Simplicidad engañosa, ya que puedes estar torrándote en la playa y, en pocos minutos, atravesar un mar viscoso de nubes, represadas al amparo del volcán en los valles de Güimar o La Orotava, y alcanzar el desierto casi andino que arropa el cono volcánico; puedes pasar de vergeles tropicales con calidez caribeña a las brumas húmedas y el fresco alpino del macizo de Anaga; puedes respirar la soledad mineral de Punta de Teno, o sumergirte en el bullicio cosmopolita y babilónico de Puerto de la Cruz y las playas turísticas del sur. Tenerife es un verdadero microcosmos.

La estatura del volcán hace que también en esta isla haya un norte y un sur muy disparejos. En el macizo de Anaga, en la punta nororiental, los picachos se recortan entre la niebla y una lluvia horizontal, y las carreteras se ciñen al talle de las montañas; algunos acantilados se desploman sobre la espuma con formas caprichosas, como ocurre en la Punta de los ârganos. Santa Cruz de Tenerife, la capital, es buen centro logístico para echar pie a tierra y explorar la isla. Cierto que no cuenta con monumentos muy vetustos (creció como puerto de La Laguna), pero no carece de seducción, algunos edificios notables y museos. Y sobre todo, rincones llenos de animación y colorido.

La Laguna era la antigua capital. Fundada en 1496 por Alonso Fernández de Lugo, es ahora una hermosa ciudad de aspecto colonial declarada Patrimonio de la Humanidad. La catedral, el palacio episcopal, iglesias y conventos a discreción jalonan calles rectilíneas de casas bajas. La plaza del Adelantado es un remanso verde, con el Ayuntamiento y las celosías colgantes del convento de Santa Catalina. El contrapunto a ese sosiego lo pone el hervor de la tropa estudiantil, ya que su universidad es el gran foco académico del archipiélago.

Puerto de la Cruz es la Babilonia turística de la isla. Pero no resulta agobiante, cada cual encuentra lo que busca. Hay mucha marcha, pero también hay rincones tranquilos, como la placeta del Charco, en el viejo barrio marinero, o los oasis de música narcótica que brindan las ermitas (San Telmo, San Amaro, La Paz, La Peñita). El Jardín Botánico, de tiempos de Carlos III, y la Costa Martiánez son dos focos de atracción, a los cuales se añade la seducción de Loro Park, el capricho de un alemán que empezó hace 30 años con una colección de papagayos y ahora tiene, entre otras muchas cosas, uno de los mejores acuarios de Europa y una colonia única de pingüinos reales de la Antártida.

La Orotava queda a una legua escasa. De nuevo aflora aquí el mundo colonial. Por calles empinadas se engastan palacios y conventos, y mansiones transformadas en zoco, como La Casa de los Balcones, donde se puede ver faenando a los artesanos, o adquirir bordados y deshilados típicos. Hacia poniente, una réplica en pequeño de esta trama colonial es Garachico, que fue puerto floreciente en el siglo XVI, pero un enfado del Teide casi lo borra del mapa. Más allá, Icod de los Vinos es célebre por eso, por los vinos, pero sobre todo por un drago milenario. Más al oeste se puede llegar a la Punta de Teno, solitaria y salvaje, y desde allí medir la lejanía de acantilados soberbios, como el de Los Gigantes. En el interior de esas montañas, el pueblecito de Masca es como un refugio inaccesible de gente con sensibilidad de artista y agilidad de cabra. Por una carretera infernal (mejorada últimamente) se puede llegar a los arenales y tostaderos del sur: Playa de las Américas y Playa de los Cristianos son epicentro de la cara más turística y banal de la isla.

Cómo ir. Iberia (902 400 500) tiene vuelos diarios a partir de 142 euros más tasas. Spanair (902 131 415), desde 166 euros más tasas. Air Europa (902 402 502), desde 230 euros. Viva Tours ofrece un programa básico de avión más una noche de hotel desde 235 euros; cada noche extra, 15 euros (en agencias). El Corte Inglés (902 400 454) ofrece paquetes de avión y siete noches en hoteles cuatro estrellas con media pensión desde 587 euros.

Dormir. El Meliá Botánico, en Puerto de la Cruz, es uno de los hoteles más exclusivos de la isla, con suites y jardines de ensueño, Avda. Richard J. Yeoward, 922 381 400, 156-202 euros la doble. Hotel Catalonia Las Vegas, en pleno centro de Puerto de la Cruz, de un confort asequible: 102 euros la doble; Avda. Colón, 2, 922 383 900. Gran Meliá Bahía del Duque, en Costa Adeje (Alcalde Walter Daetzmann, s/n, 922 713 000), tal vez sea el más lujoso de Tenerife, abierto al mar, con jardines espléndidos y hasta un observatorio astronómico dentro; 239-276 euros la doble.

Comer. El Coto de Antonio (922 272 105), General Goded, 13, en Santa Cruz de Tenerife, unos 36 euros. El Duende (922 374 517), La Higuerita, 41, en Puerto de la Cruz, menú degustación, 35,46 euros. Casa Tomás (922 638 007), Camino del Portezuelo, 2, en Tegueste, unos 18,03 euros.

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