Amantes de lo español
'A la hora de tratar con el empresario checo no es necesario buscar un manual de negociación, como podría ser el caso de Japón o de China. Es una cultura abierta y sus empresarios están muy europeizados', señala el responsable de Mercados Exteriores de la Cámara de Comercio de Almería, Salvador García. Tras varias experiencias con expediciones españolas a la República Checa, García asegura que allí se tiene en alta estima a los productos fabricados en España, por lo que las ofertas 'son escuchadas con gran interés'.
Quien visita la República Checa debe tener en cuenta que los bancos y comercios cierran a las 17.30 horas y que la Administración pública lo hace una hora antes. No habrá de extremar las precauciones médicas, pero, por ejemplo, deberá tener cuidado para no pagar demasiado por el servicio de taxi, 'donde se puede encontrar algún pícaro'. Ni siquiera el clima continental, con medias de unos 2 grados en invierno y superiores a los 19 grados en verano, difiere en exceso del que se da en el centro de España.
'Nos ha sorprendido en nuestros viajes ver la cantidad de mujeres que están al frente de los departamentos comerciales o comprobar que tratan como un tesoro nuestro aceite de oliva, nuestros vinos o la piedra natural', añade Salvador García. A lo largo de los años, ni él ni las empresas que ha acompañado hasta Praga han encontrado problemas: 'Simplemente es necesario el pasaporte, en las aduanas no hay un control excesivo y una vez allí los hoteles y restaurantes son más que aceptables'. Y es que la República Checa es un país absolutamente abierto y acostumbrado a recibir turistas y, también, misiones comerciales. 'Una señal de la apertura económica es el incremento del número de tiendas abiertas y de la venta en grandes superficies, muy modernas, tanto de capital local como extranjero', dicen las fuentes consultadas.
'Buena parte del éxito depende del sector al que te dediques, porque te puedes encontrar una fuerte competencia por parte de empresas extranjeras ya asentadas, como Danone o Lú', cita el responsable de ventas internacionales de la galletera riojana Arluy, Javier Adán González. Esta empresa, que ha participado en ferias alimentarias en la República Checa, resalta la fuerte protección arancelaria frente a los productos que fabrica: 'Conocemos el mercado, pero, a día de hoy, no sintoniza con nuestros intereses'.
Por su parte, las aceitunas de Agrosevilla entraron en la República Checa de la mano de un distribuidor local en 1998 y desde entonces uno de los miembros de su departamento de exportación, Daniel Rizzo, ha hecho hasta siete viajes a Praga y Brno. 'El empresario checo es educado, serio y de un nivel cultural sorprendente, yo diría que se parece mucho al alemán'. Rizzo argumenta que para desarrollar grandes negocios es recomendable tener un socio local fuerte, mientras que la pequeña empresa puede intentar introducir sus productos a través de multinacionales con presencia en España. 'A grandes rasgos se ve cómo crecen las oportunidades en el negocio del turismo y de la alimentación', añade.
Para que una empresa o empresario comience a hacer negocios en la República Checa, la primera condición es que se registre en el país, con lo que se equipara a las compañías locales. Hay que tener en cuenta que los bancos españoles no tienen presencia, pero las entidades medianas y pequeñas suelen ser filiales de bancos extranjeros conocidos en España.
Adaptación a la nueva economía
La tarea de más de la mitad de la población activa está enfocada hacia el sector servicios. La apertura hacia una economía de mercado comenzó en 1989 y en estos momentos la atención de las empresas se centra en la adaptación de sus negocios a las nuevas tecnologías. Desde el propio Icex se sostiene que aún existen carencias 'en el ámbito de la gestión y de la modernización que dificultan el incremento de la productividad'.
En franca evolución está el sector turístico, un campo que ha contado con gran apoyo financiero. En cuanto al tejido empresarial, es de producción industrial muy variada; la mano de obra está altamente cualificada y los salarios son menores a los de la media de los países de la UE.
Por último, la ubicación en el centro de Europa es excepcional, pero un problema para la República Checa es que dista de puerto de mar más de 300 kilómetros, lo que se trata de paliar con 10 puertos fluviales. En cuanto al transporte por carretera, no pasa de regular. Resulta fácil encontrarse con obras y existen pocos kilómetros de autopista (existe un proyecto para crear 987 kilómetros antes de 2005). Es más, los checos eligen el ferrocarril como principal opción para trasladarse por el país.