El riesgo político representa el mayor foco de incertidumbre para América Latina
El riesgo político es, según los analistas, el mayor factor de incertidumbre en América Latina, una región para la que se espera este año un crecimiento medio cercano al 2%, si se excluye a Argentina.
Los analistas estiman que buena parte del futuro de los flujos de inversiones a la región dependen de la habilidad del Gobierno argentino para manejar la crisis en la que está sumido el país. ¢Es vital que la gestión de la crisis argentina mantenga las líneas emprendidas por sus autoridades en las últimas semanas¢, afirma el BBVA.
El principal temor es que un posible fracaso en la gestión del Gobierno del presidente Eduardo Duhalde dé alas en otros países a políticos populistas que pongan la experiencia argentina como ejemplo del fracaso de las políticas del ¢consenso de Washington¢ en la región.
Instituciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la Corporación Andina de Fomento señalan que es básico crear un marco institucional que dé garantías jurídicas suficientes para estimular la inversión privada, local y extranjera. Esas reglas de juego podrían estar en peligro si el populismo se adueña de la zona.
Las alarmas se dispararon a finales de 2001 en Venezuela. El discurso beligerante y anticapitalista del presidente Hugo Chávez hizo temer un viraje a la estatalización de la economía. Chávez optó hace dos semanas por la ortodoxia económica: libre flotación del bolívar y recorte del gasto público, un gesto celebrado por los mercados. ¢Los Gobiernos latinoamericanos han gestionado bien la crisis, priorizando la reducción de la dependencia del ahorro externo y la estabilidad de precios, frente al estímulo de la demanda¢, señala Caja Madrid.
Sin embargo, la proximidad de las elecciones en Brasil y Colombia abre un horizonte de incertidumbre sobre la continuidad de las políticas económicas ortodoxas. Otros riesgos para Latinoamérica son la falta de aliento en la recuperación de EE UU, las devaluaciones competitivas en Asia por la depreciación del yen y la persistente crisis de la cotización internacional de las materias primas.