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Energía

Bolivia busca en el negocio del gas una salida a la crisis económica

Tras tres años de crisis económica, Bolivia busca una salida en el floreciente negocio del gas. El espectacular aumento de las reservas (se han multiplicado por ocho en cuatro años) ha llevado al Gobierno a impulsar el proyecto Pacific LNG para suministrar gas a México y California. Si el negocio tiene éxito, las exportaciones globales del país se duplicarán y pasarán de 1.200 a 2.400 millones de dólares (de 1.380 a 2.760 millones de euros).

Repsol YPF, British Gas y Pan American Energy LLC lideran el consorcio Pacific LNG que, en sociedad con Sempra Energy, desarrollarán el proyecto de suministro de gas natural licuado desde Bolivia al noreste de México y el sur de California, un recorrido de 4.200 millas náuticas.

Durante los años noventa, la Administración boliviana privatizó la principal empresa energética del país, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), así como los derechos de explotación, distribución y refino del gas. Su participación en el negocio es vía impuestos y derechos de explotación, ya que las reservas pertenecen al país.

Los impuestos a la actividad empresarial son del 25%. Respecto a los derechos, por cada dólar percibido por la exportación del gas natural, el Gobierno recibe en concepto de derechos de explotación el 18%. Este porcentaje se divide en tres partes: el 11% de cada dólar recibido va a parar a la provincia de Tarija en el sur del país, que concentra el 80% de las reservas de gas; el 6% es para las arcas del Tesoro nacional y el 1% se destina a las provincias de Pando y Beni, al norte, que son las más deprimidas de la nación.

El negocio del gas representa actualmente sólo el 5% del PIB. De hecho, los ingresos por derechos de explotación ascienden hoy a la escasa cifra de 50 millones de dólares anuales (57 millones de euros). Pero el potencial del sector es inmenso. Las reservas probadas pasaron de 0,16 trillones de metros cúbicos en 1997 a 1,3 trillones de metros cúbicos en 2001, según los últimos datos de que dispone la Cámara de Hidrocarburos.

Brasil es hoy el cliente prácticamente exclusivo del gas boliviano. El proyecto de California emerge como una oportunidad excelente para diversificar las fuentes de ingresos. La previsión de suministro a Brasil es de 0,26 trillones de metros cúbicos en 20 años, la quinta parte de las reservas probadas. Los expertos estiman además que en los próximos años estas reservas pueden aumentar otros 0,56 trillones de metros cúbicos, lo que permitiría atender a EE UU y México sin problemas.

Planes para 2007

El plan para la exportación a California y México se centrará en la explotación del Campo Margarita (Tarija) y en él actualmente ya trabaja Repsol YPF. El Gobierno del presidente Jorge Quiroga estima que las ventas iniciales podrían ascender a 28 millones de metros cúbicos diarios, para pasar después de 42 millones, parte de los cuales serían destinados a México.

El límite para que el negocio esté operativo es el año 2007. Según el programa previsto, los acuerdos comerciales entre las partes y las aprobaciones gubernamentales deben quedar completadas en el segundo semestre de este año. Fuentes de Repsol indicaron que se prevé que las obras de infraestructuras comiencen el año próximo.

Pieza clave es la construcción de gasoductos y poliductos para transportar el gas desde Tarija hasta la costa del Pacífico, un recorrido de unos 900 kilómetros. Una disputa fronteriza entre Chile y Bolivia dejó al país sin acceso a la costa pacífica en 1884. El negocio del gas es una buena oportunidad para retomar las conversaciones. Bolivia y Chile ya cooperan en el suministro de líquidos condensados (hidrocarburos obtenidos en la extracción del gas) a través de un oleoducto desarrollado por la empresa privatizada Transredes y que desemboca en Arica (Chile).

Otros dos proyectos están en marcha. La segunda fase de la planta de San Alberto (Tarija), que según el presidente Quiroga generará unos ingresos de 240 millones de dólares (275 millones de euros). En la misma provincia han empezado las obras del gasoducto Gasyrg, de 400 kilómetros de longitud y una inversión requerida de 431 millones de dólares (495 millones de euros), su destino, Brasil.

El gas se convierte, así, en la esperanza de un país que arrastra tres años de bajo crecimiento (en 2001 fue del 1% y este año se espera que sea 2%); un déficit fiscal excesivo (5,5% del PIB), y una grave crisis financiera (la cartera de los bancos se ha reducido una cuarta parte desde 1998). Las elecciones de junio obligan al Gobierno a ofrecer resultados a una sociedad en la que el 60% de la población vive en la pobreza.

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