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Viajes

El volcán despierta

Vulcania, un nuevo parque temático, abre esta semana sus puertas, en pleno corazón de la Auvernia, una región de Francia tan grande como Galicia. Amplios espacios, volcanes apagados y lagos, castillos y abadías atraen un turismo curioso y activo

La Auvernia no es una provincia: es un secreto'. Lo dijo un francés y es verdad hasta para los franceses. Si hubiera que presentar la región en dos palabras, bastarían cuatro: el corazón de Francia. Históricamente, allí se coció la confederación de los arvernes (primos de Asterix), primer esbozo de nación gala. Geográficamente, es una cuña que penetra en el Macizo Central, un pasillo verde y salvaje orillado por una ristra de 80 volcanes extintos. Hace tres millones de años debía ser algo peligroso viajar por allí. Ahora los conos y cráteres de los volcanes son reconocibles y, tras la tempestad del fuego, vino la calma de lagos (formados por taponamiento), prados y turberas, mesetas nutricias, ríos y corrientes, aflorando en manantiales salutíferos.

Por todo ello se pensó, hace más de una década, en crear Vulcania (un empeño personal, además, del ex presidente Giscard d'Estaing, que es de la tierra); en medio del Parque Natural de los Volcanes de Auvernia, a escasos 15 kilómetros de la capital regional, Clermont-Ferrand. Una cita muy golosa, a partir de ahora, para quienes viajan con niños, o como niños: con toda su capacidad de asombro. Por el parque natural se puede circular libremente y se puede ascender a la cima de algunos volcanes, como al Puy-de-Dôme, desde el cual se divisan otros muchos cráteres y conos, perfectamente perfilados entre bosques y cultivos. El Puy-de-Dôme es el pico más alto, visible desde Clermont y casi desde cualquier parte, una montaña sagrada (con ruinas de un templo a Mercurio) y en cierta manera emblema de la región.

El recinto de Vulcania (naturalmente, hay que pasar por taquilla) cuenta con todos los servicios imaginables, como aparcamientos, restaurantes, áreas de pic-nic, tiendas. Está pensado para gastar en él aproximadamente una jornada. Las instalaciones se agrupan en torno a un cono o chimenea de líneas vanguardistas; dos terceras partes de lo edificado se hallan bajo tierra, para impactar lo menos posible en el paisaje. Emoción y conocimiento son las claves. Los visitantes pueden pasar el día descubriendo los enigmas de la tierra en diferentes propuestas que incluyen túneles de lava, un jardín-invernadero volcánico, filmes en tres dimensiones, salas interactivas, efectos de última generación y un gran auditorio donde vivir el Gran Espectáculo.

Puede que este nuevo parque temático, además, sirva para sacar de su injusto anonimato a una de las regiones más hermosas y generosas de Francia. Por culpa de los volcanes se formaron cientos de lagos bellísimos, unos ocupando un viejo cráter (como el de Pavin), otros originados por tapones, fracturas y otros fenómenos. Fruto de los volcanes son también los numerosos balnearios. Vichy es la localidad termal más conocida, con surtidores explotados desde época romana; pero fueron las hijas de Luis XV, Sarah Bernard, la Bella Otero o, sobre todo, Napoleón III (y nuestra Eugenia de Montijo) quienes la pusieron de moda. No menos importantes son los balnearios de Le Mont-Dore y La Bourbole, en el macizo de Sancy; por sus arquitecturas neobizantinas y art déco han paseado en bata vividores y ricachones, maharajas y granujas, cupletistas y genios de la música o las letras: los libros de honor de los balnearios son lo más parecido a una enciclopedia de personajes históricos.

El termalismo sigue, reforzado por la creciente afición al aire libre, ciclismo, randonnées, parapente y ala delta: aquello parece un polideportivo. Y además de todo eso hay medio centenar de castillos de película (se han rodado muchas). Y abadías e iglesias románicas. Le Puy-en-Velay era el punto de partida del ramal principal del Camino de Santiago y es un lugar mágico: con tres pitones, coronados respectivamente por una capilla medieval, una Virgen gigante y una catedral románica deslumbrante, en cuyo seno una Virgen negra le sisaba peregrinos al Apóstol. La Auvernia, en fin, no es sólo un magnífico secreto: tiene a la vez un algo de acertijo y de crucigrama, y hasta de cuento de nunca acabar.

Cómo ir. Vulcania se encuentra a 15 kilómetros al oeste de Clermont-Ferrand, en el municipio de Saint-Ours-les-Roches; desde Clermont-Ferrand hay que tomar la D 941-B en dirección a Limoges. Para acceder a la región, se puede tomar la autopista A 75 desde Montpellier, que es gratuita a su paso por la Auvernia. La entrada a Vulcania (33 473 197000) cuesta 18 euros para adultos, 12 euros para niños de 5 a 16 años.

Alojamiento. En Clermont-Ferrand, a las afueras, tiene especial encanto el hotel Radio, con decoración art déco (en Chamalières, 33 473 308783). En Le Puy-en-Velay resulta cómodo Le Bristot (7 Avenue Folch, 33 471 091338). Un caso muy especial es Les Deux Abesses, en Saint-Arcons d'Allier (gargantas del Alto Allier): el pueblo entero (diez habitantes) es el hotel, las casas son las habitaciones y la recepción y comedor están en el castillo (33 471 740308).

Comer. En Clermont, el restaurante gastronómico de Jean-Yves Bath (place Marché St. Pierre, 33 473 312323) es uno de los mejores de la región; también muy bueno y algo menos caro el de Gérard Anglard (17 rue Lamartine, 33 473 935225); en los bistrots del casco viejo los menús turísticos rondan los 10 euros.Cómo ir. Vulcania se encuentra a 15 kilómetros al oeste de Clermont-Ferrand, en el municipio de Saint-Ours-les-Roches; desde Clermont-Ferrand hay que tomar la D 941-B en dirección a Limoges. Para acceder a la región, se puede tomar la autopista A 75 desde Montpellier, que es gratuita a su paso por la Auvernia. La entrada a Vulcania (33 473 197000) cuesta 18 euros para adultos, 12 euros para niños de 5 a 16 años.

Alojamiento. En Clermont-Ferrand, a las afueras, tiene especial encanto el hotel Radio, con decoración art déco (en Chamalières, 33 473 308783). En Le Puy-en-Velay resulta cómodo Le Bristot (7 Avenue Folch, 33 471 091338). Un caso muy especial es Les Deux Abesses, en Saint-Arcons d'Allier (gargantas del Alto Allier): el pueblo entero (diez habitantes) es el hotel, las casas son las habitaciones y la recepción y comedor están en el castillo (33 471 740308).

Comer. En Clermont, el restaurante gastronómico de Jean-Yves Bath (place Marché St. Pierre, 33 473 312323) es uno de los mejores de la región; también muy bueno y algo menos caro el de Gérard Anglard (17 rue Lamartine, 33 473 935225); en los bistrots del casco viejo los menús turísticos rondan los 10 euros.

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