Una escuela de negocios que explota un nicho de oro
La escuela Aliter toma su nombre de un adverbio latino que significa "diferente". Y demuestra que la creatividad permite competir incluso en sectores dominados por los grandes.
Suponga usted que lleva cinco años dedicado en cuerpo y alma a su trabajo, cuando, súbitamente, la matriz multinacional de su empresa decide cerrar su división; y no porque el negocio falle, sino porque la megacorporación ha querido cambiar de prioridades.
Si usted es normal, buscará otro empleo en el sector. Pero Martín Hernández, un luchador, se atrevió a fundar Aliter, su propia escuela de negocios, sin el apoyo de ninguna gran institución, y en un sector que está dominado por las grandes marcas. Si el nombre siempre es importante, en educación el prestigio de los grandes es un factor competitivo fundamental.
Aliter lanzó inicialmente cuatro másters. En tres años tiene siete y su número de alumnos crece un 60% cada año. Sin ningún apoyo, sin un prestigio previo, sin una marca conocida, la clave era identificar correctamente un público objetivo.
No todo el mundo es admitido en el IESE de Barcelona, ni puede pagar 40.000 euros por dos años. Aliter apunta a esta segunda línea de clientes, y lo hace desde dos flancos opuestos, atrapándolos en medio de un fuego cruzado.
Primero, ofrece conocimientos aún más prácticos que los de su competencia, intentando asegurar que los profesionales en activo puedan sacarles una inmediata rentabilidad. Por ejemplo, en su máster de Gestión de Recursos de la Unión Europea, la escuela explica detalladamente los pasos concretos que debe dar un ayuntamiento para conseguir una subvención de la UE.
La cultura importa
El otro pilar de su oferta educativa está, curiosamente, en las antípodas. Enseñan cultura absolutamente general para un público que no ha crecido rodeado de libros y conversaciones intelectuales. Aliter cuenta con un departamento cultural que enseña, entre otras cosas, relaciones internacionales con la idea de evitar que un directivo que puede ser destinado a Latinoamérica parezca un ignorante cuando llegue. En todos los cursos, el departamento de cultura da clases de algo tan original y al mismo tiempo antiguo como la oratoria. Dada la aceptación que tiene esa asignatura, debe de ser muy útil en un mundo dominado por la mercadotecnia y las habilidades comerciales.
Considerando que su clientela tiene legítimas aspiraciones de ascenso social, Aliter también cuida su imagen. Con modestos medios de autofinanciación, la solución ha sido instalarse en un chalé del Viso de Madrid, junto a los Nuevos Ministerios. Un edificio "representativo, de arquitectura racionalista, con parqués de los de antes, jardín, y en pleno centro".
Profesores y prácticas en todas partes
Aliter ha identificado bien su público objetivo, y sólo con eso ya ha acertado en marketing. Pero no sólo de mercadotecnia viven las empresas. Una escuela debe conseguir buenos profesores y prácticas en empresas solventes, algo casi tan difícil como atraer alumnos. Aliter tiene convenios de colaboración con un centenar de compañías. Lo cual le proporciona, al mismo tiempo, profesores eficaces. A las empresas o los despachos de abogados les interesa asociarse con la escuela de negocios porque sus empleados, al mismo tiempo que dan clase, pueden identificar talento mientras se ganan un estimable sobresueldo.
Aliter aprovecha que a las empresas les interesa formar y conocer a los profesionales antes de emplearlos para evitar los elevados costes que supone equivocarse en la contratación. La otra clave del lado productivo es la investigación. Aliter escruta la evolución de las demandas de trabajo, analiza tendencias en el extranjero y no para de buscar buenos profesionales con vocación docente.