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La vida sin Wim

Al anunciar que se marcha de la presidencia del BCE en el verano de 2003 [Wim Duisenberg] ha puesto fin a las especulaciones (...). Se queda un año más de lo previsto, probablemente como último disparo a los líderes franceses (...) pero acorta su mandato. La cuestión es quién le reemplazará y qué impacto tendrá en la política monetaria de la zona.

Que el sustituto ha de ser francés se toma como inevitable e imperativo político. Ambas apreciaciones pueden ser ciertas, pero no por ello menos deplorables (...). La idea de que un banquero menos preparado pueda conseguir el puesto porque proviene de un Estado privilegiado, debería hacer pensar a aquellos cuyos ahorros dependen de la sabiduría de las autoridades monetarias.

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