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La partida de Wim

La historia será más amable con Wim Duisenberg que sus muchos críticos en los pasados años. El holandés fue elegido tanto por lo que era como por lo que no era. No era alemán, pero se podía esperar de él una política monetaria tan rigurosa como la del Bundesbank.

Ha habido problemas abundantes (...). Se culpó a ineptas declaraciones del agravamiento de la caída del euro frente al dólar. Con un comité formado mayormente por miembros sin experiencia en política monetaria, el BCE se ha mostrado torpe en dirigir las expectativas de los mercados.

Aun así, el debut del euro fue hábilmente dirigido. El BCE se ha vuelto más trasparente (...). A diferencia de Alan Greenspan, el admirado presidente de la Reserva Federal estadounidense, Duisenberg no cayó en la tentación de creer que la llegada de la nueva economía había cambiado los viejos parámetros económicos.

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