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Retrato
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Un aprendiz de la rentabilidad y la prudencia

Presidente de Google, cumple sus primeros meses al frente del portal tras haber vivido la caída en picado de Novell, uno de los mayores fabricantes de programas. De su última experiencia ha aprendido que los excesos y alegrías no caben en el despacho

Somos rentables, no estamos entre las compañías que no han comprado lápices durante un trimestre para poder alcanzar la rentabilidad'. Estas palabras tuvieron que sonarle a gloria a Eric Schmidt, que el día de su nombramiento como presidente ejecutivo de Google, en agosto del año pasado, anunció que la compañía había conseguido ser rentable en sólo cuatro años. No tuvo que pasar por ninguna de las turbulencias (despidos, reestructuraciones, falta de ingresos, reducciones de capital, cierres...) que han azotado a la mayoría de las empresas en Internet.

Y a fe que sabía de lo que estaba hablando: este ingeniero de 46 años, licenciado por la Universidad de Berkeley, se ha pasado media vida luchando por desmentir que rentabilidad y nuevas tecnologías sean conceptos irreconciliables. Tras 14 años en Sun Microsystems, donde llegó a ser jefe de tecnología y supervisó el desarrollo del lenguaje de programación Java, fue nombrado presidente de Novell en marzo de 1997. Al frente de uno de los mayores fabricantes de productos informáticos afrontó uno de los retos más importantes de su carrera: adaptar todas las aplicaciones al protocolo de comunicaciones de Internet.

La disputa feroz por la cuota de mercado con sus competidores más directos (Microsoft y Linux), la crisis tecnológica y los problemas de seguridad en la Red como plataforma de compraventa le enseñaron que el camino no iba a ser precisamente fácil. De hecho, el propio Schmidt reconoció en una conferencia en San Francisco a finales de diciembre de 1999 haber sido víctima de la inseguridad en Internet tras haber denunciado el robo de su número de tarjeta de crédito. Culpó a los ficheros que se quedan en el disco duro durante la navegación por Internet (cookies) y aseguró que emprendería un lucha sin tregua por la mejora de la seguridad. Pocos meses después sobrevino el desastre: las pérdidas semanales eran superiores a los 11 millones de euros, las acciones se devaluaron hasta un 32%, las ventas cayeron un 17% y los despidos afectaron a 900 empleados (un 16% de la plantilla). Schmidt comprendió que la salud financiera de la compañía no estaba garantizada sólo por la práctica de un trabajo honesto y la austeridad económica: el mercado era el que dictaba sentencia y se cebó de lleno con Novell.

Ahora la coyuntura le favorece y no piensa desaprovechar la oportunidad. 'Es un desafío gestionar el crecimiento de una compañía que ha dejado de ser una empresa nueva y que ahora necesita un proceso de planificación de negocio', manifestó tras su nombramiento como presidente de Google. Durante sus primeras semanas en el cargo ya adelantó que el motor de búsqueda más popular en la actualidad no saldrá a Bolsa hasta que se cumplan unas condiciones mínimas de seguridad. Y esa política de prudencia es la que piensa seguir a rajatabla para no variar el exitoso camino emprendido por los fundadores de la compañía, Larry Page y Sergei Brin.

Larry Page y Sergei Brin

Estos dos estudiantes de la Universidad de Stanford, criados en Silicon Valley, empezaron a trabajar en 1998 en una idea que fascinó desde un principio a los inversores. Buena prueba de ello son los 25 millones de dólares (4.750 millones de pesetas) que consiguieron en tan sólo un año para crear un motor de búsqueda cuya política de ingresos ha sido tan estricta como rentable: la mitad procede de los beneficios que genera la venta de su motor de búsqueda (entre sus clientes se encuentra Yahoo, uno de sus mayores competidores) y la otra mitad proviene de la publicidad contratada.

En este último punto, la empresa ha mostrado una coherencia inusual en el contexto de la nueva economía tan proclive al despilfarro. Mientras que numerosos portales gastaron partidas desproporcionadas en anunciar sus servicios en radio, televisión y prensa, e inundaban sus páginas con faldones publicitarios engorrosos, Google decidió desde un primer momento que su existencia no iba a estar ligada en ningún caso a la mayor o menor contratación de publicidad.

La apuesta ha sido todo un éxito. La compañía ha obtenido beneficios en dos años, tiene clasificadas un millón y medio de páginas y recibe más de un millón de consultas al día. De hecho, Google se ha vuelto tan eficaz que ha recibido denuncias por su capacidad para buscar en el interior de los ordenadores. Estas quejas se deben a las mejoras efectuadas en el robot que explora en Internet, cuyas búsquedas no se limitan a los documentos HTML, sino que se han ampliado a otros formatos, como Word, Excel o Power Point.

¿Qué cambios va a introducir Schmidt en un modelo de negocio tan definido? 'Nuestros objetivos son ampliar la plantilla, mejorar los resultados de las búsquedas para que se pierda menos tiempo en Internet y aumentar el número de páginas clasificadas en el motor'. El presidente de Google parece decidido a rendir un homenaje al juego de palabras gogool, ideado por el matemático Milton Sirotta, que dio nombre al buscador y que representa un número compuesto por un 1 seguido de 20 ceros. ¿Utopía o realidad?

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