Las reformas estructurales y la acción exterior, ejes de la presidencia española
España asume desde mañana la presidencia de la Unión Europea para los próximos seis meses. José María Aznar quiere aprovechar el contexto de desaceleración económica para dar un impulso decisivo al proceso de reformas estructurales, especialmente en la liberalización de los mercados energéticos y de transportes. El protagonismo inicial de la presidencia lo acapararán, sin embargo, la puesta en circulación del euro y la revisión de los planes de estabilidad de los Doce. El Gobierno quiere reforzar la acción exteriorde la Unión hacia Latinoamérica y el Mediterráneo y aprovechar los vínculos surgidos tras el 11-S para estrechar el diálogo transatlántico con Estados Unidos.
Bajo el lema "más Europa", España asumirá por tercera vez la presidencia rotatoria de la Unión Europea, pero la primera bajo un Gobierno del Partido Popular. El presidente español, José María Aznar, está dispuesto a aprovechar el próximo semestre para dar un impulso decisivo al proceso de reformas estructurales lanzado en la cumbre de Lisboa de 2000 y a desarrollar la acción exterior de la Unión, con especial énfasis en las relaciones con Latinoamérica, el Mediterráneo y el vínculo transatlántico.
El Gobierno ha establecido seis prioridades para su presidencia: la lucha contra el terrorismo, asegurar el éxito de la puesta en circulación del euro, impulsar el proceso de Lisboa de reformas estructurales, avanzar en la ampliación de la Unión Europea, aumentar la presencia de Europa en el mundo y retomar el debate sobre el futuro de Europa.
La reunión estrella de la presidencia española será el Consejo Europeo extraordinario de primavera, que se celebrará en Barcelona. Aznar considera que la actual desaceleración económica evidencia la necesidad de impulsar "reformas largamente retrasadas" en el seno de la UE, como la liberalización real de los mercados de gas y electricidad y la apertura e interconexión de las redes de transporte, dos capítulos en los que España libra una dura batalla, particularmente con Francia.
El presidente español también ha insistido en que para un efectivo aprovechamiento de las ventajas del euro es necesario avanzar con rapidez hacia la integración de los mercados financieros. El Ejecutivo espera conseguir en Barcelona fechas y calendarios concretos de liberalización en estas áreas. Y tratará de rentabilizar, en clave interna, la primera cumbre institucional entre los jefes de Estado y de Gobierno y los interlocutores sociales.
Sin duda, el contexto económico y político en que se desarrollará la presidencia española ha modificado sustancialmente los objetivos iniciales de Moncloa. El Ejecutivo español está dispuesto a aprovechar el consenso internacional en la lucha contra el terrorismo para hacer valer sus reivindicaciones sobre el conflicto vasco ante la comunidad internacional. Tras los atentados del 11 de septiembre, España quiere propiciar, por esta vía, un mayor acercamiento entre la UE y EE UU para reforzar el diálogo transatlántico, una de las prioridades personales del presidente español. "Es imposible pensar un futuro realista para la causa europea, si dejamos de lado el valor del víncu-lo transatlántico", ha recalcado Aznar.
Como parte del acerbo español, el Gobierno también quiere poner el acento en las relaciones con América Latina y con el Mediterráneo. El objetivo inicial pasaba por firmar sendos acuerdos de libre comercio con Chile y los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) en la II Cumbre UE-América Latina que se celebrará en mayo en Madrid.
El estallido de la crisis argentina hace casi imposible cerrar un acuerdo con el Mercosur y el tratado con Chile tampoco puede darse por seguro. Pero sí obligará a Espa-ña a exigir una mayor implicación de los organismos mul-tilaterales en la búsqueda de una solución para Argentina. Respecto al diálogo euromediterráneo, el enfrentamiento entre España y Marruecos deslucirá la cumbre de abril en Valencia, donde Moncloa preveía revitalizar el proceso abierto en Barcelona en 1995.