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PRESIDENCIA EUROPEA

Bélgica deja en herencia varios atascos

España hereda un cierto número de expedientes cuya espinosa naturaleza puede complicar el semestre europeo de Aznar.

El puñado de objetivos que el Gobierno de José María Aznar ha fijado para su presidencia semestral de la Unión Europea se verá lastrado por los conflictos que Bélgica no pudo resolver durante su mandato.

El 20 de diciembre, en un Consejo de Ministros convocado in extremis, los Quince fracasaban por enésima vez en su esfuerzo por pactar un reglamento de patente comunitaria que abarate los costes de la innovación en Europa. Era la guinda amarga para una presidencia belga que ha privilegiado soluciones de compromiso de moderada ambición (liberalización postal, reforma del marco regulador de las telecomunicaciones) antes que cargar su cuenta de resultados con fracasos llamativos.

Aun así, España hereda un cierto número de expedientes cuya espinosa naturaleza puede complicar el semestre europeo de Aznar. Y en algunos de ellos, el Gobierno es protagonista directo o indirecto, con lo que la labor de los diferentes ministros como anfitriones y moderadores en los debates puede acarrear cierta incomodidad. La tradición quiere que la presidencia del Consejo de Ministros adopte una posición ponderada y neutral.

Galileo, el billonario proyecto de control de navegación por satélite que la comisaria Loyola de Palacio ha convertido en estrella de su cartera, planeará sobre la presidencia española. Los países contribuyentes de la Unión, salvo Francia, se niegan a financiar un sistema que replica la tecnología GPS diseñada por EE UU hace 30 años.

En política de defensa, España también deberá intentar resolver el bloqueo de Grecia a la fuerza de intervención rápida de la UE, una unidad de 60.000 efectivos que debe estar operativa en 2003. Las continuas rencillas entre Grecia y Turquía impiden de momento la coordinación de esa fuerza con la Alianza Atlántica.

Ya en la cumbre final de Sevilla, el presidente Aznar tendrá que lidiar de nuevo con el reparto de diversas agencias europeas que no se pudo concluir en el Consejo Europeo de Laeken.

Eurogrupo

El vicepresidente y ministro de Economía, Rodrigo Rato, también hereda una cargada agenda de trabajo como presidente del poderoso Consejo de Ministros de Economía y Finanzas, y del Eurogrupo, la formación paralela de los ministros de la zona euro.

El dicharachero ministro belga Didier Reynders ha encabezado el Eurogrupo durante 12 meses porque la presidencia del primer semestre de 2001 correspondió a Suecia, que no pertenece a la zona euro. Reynders se ha prodigado en declaraciones sobre la política monetaria que han agriado la relación entre los ministros y el Banco Central Europeo. A Rato le corresponde recomponer ese imprescindible diálogo, aunque su entorno advierte que "la política monetaria es independiente, no innombrable". Rato debe impulsar también la armonización fiscal de la energía, a la que ha levantado el veto poco antes de asumir la presidencia.

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