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REVOLUCIâN MONETARIA

El comercio se resigna al papel de banquero

Hipermercados y pequeños comercios están preparados para el cambio de moneda. Hasta llegar a este punto, han tenido que acopiar euros, intensificar las medidas de seguridad y asumir riesgos.

Después de que la gran distribución sacara pecho y se comprometiera con el Gobierno a retirar pesetas del mercado realizando todas las devoluciones en la nueva moneda, al pequeño comercio no le ha quedado más remedio que sumarse a la iniciativa e intentar compatibilizar su oficio de compravendedor con el papel de banquero provisional que se le ha venido encima.

"Al comercio se le ha asignado una función que no le corresponde y que entraña un riesgo porque los establecimientos tienen ahora el doble de efectivo de lo que es habitual", señala Laura López, gerente de Anceco, la asociación que agrupa a 142 centrales de compra con 30.000 comerciantes y un millar de fabricantes y mayoristas, y con una facturación superior a cin-co billones de pesetas (30.000 millones de euros).

No obstante y después de algunas voces de protesta por este cometido banquero, el sector en pleno coincide en señalar que lo más beneficioso es que el cambio se realice cuanto antes. Se calcula que, si todo va conforme a lo previsto, en tres o cuatro días apenas quedarán pesetas en circulación. A ello contribuirá el hecho de que la mayor parte de los cajeros automáticos expendan sólo euros, y también el papel que durante este periodo de transición realizarán los grandes y pequeños comerciantes. "Los 30.000 comercios de Anceco ya tienen acumulados los euros, han recibido formación y están preparados para abordar el cambio de moneda", apunta Laura López.

El caso de las grandes superficies es más complejo porque, si lo normal para un pequeño comercio es contar con dinero efectivo para dos o tres días, las grandes cadenas de híper o supermercados no pueden estar acudiendo al banco continuamente para cambiar moneda.

Según Anged (la patronal de la gran distribución), sus asociados ya tienen preparados 433 millones de euros (72.000 millones de pesetas) para abordar con éxito los 15 primeros días de enero. Esto ha requerido acuerdos con las empresas de transporte blindado y un sistema logístico adecuado a tan especial ocasión.

Hay que tener en cuenta que, durante el periodo de convivencia de las dos monedas, habrán de retirarse unos 438.000 millones de pesetas que pesarán más de 38.000 toneladas. De este total, una tercera parte (entre 12.000 y 13.000 toneladas) corresponderá a las grandes superficies. Esto supondrá un notable esfuerzo de coordinación entre las empresas de distribución, las de transporte, las de seguridad y los bancos.

Uno de los problemas que encerraba este acopio de dinero era el pago de intereses a las entidades bancarias, ya que los grandes y pequeños comerciantes han debido acumular con antelación una moneda que no será efectiva hasta el 1 de enero.

Finalmente, el acuerdo es que la fecha valor para empezar a pagar intereses es, como mínimo, el 15 de enero. Además, también se han articulado una serie de ayudas por parte del Banco de España que ayuden a paliar los gastos extraordinarios que genera esta operativa. Y es que el cambio de moneda implica a todos los escalafones de la cadena, desde las cajas registradoras -sólo los híper deberán cambiar 38.000 cajas entre hoy y mañana- hasta las básculas, las etiquetadoras o los carritos. Estos últimos, por ejemplo, deberán cambiar el monedero que llevan incorporado para aceptar una moneda de medio euro en vez de la de 20 duros. No obstante, también habrán de quedar algunos carritos antiguos para los clientes que sólo lleven pesetas. Anged calcula que el cambio de moneda costará a sus asociados unos 50.000 millones de pesetas (300 millones de euros).

Después de que la gran distribución sacara pecho y se comprometiera con el Gobierno a retirar pesetas del mercado realizando todas las devoluciones en la nueva moneda, al pequeño comercio no le ha quedado más remedio que sumarse a la iniciativa e intentar compatibilizar su oficio de compravendedor con el papel de banquero provisional que se le ha venido encima.

"Al comercio se le ha asignado una función que no le corresponde y que entraña un riesgo porque los establecimientos tienen ahora el doble de efectivo de lo que es habitual", señala Laura López, gerente de Anceco, la asociación que agrupa a 142 centrales de compra con 30.000 comerciantes y un millar de fabricantes y mayoristas, y con una facturación superior a cinco billones de pesetas (30.000 millones de euros).

No obstante y después de algunas voces de protesta por este cometido banquero, el sector en pleno coincide en señalar que lo más beneficioso es que el cambio se realice cuanto antes. Se calcula que, si todo va conforme a lo previsto, en tres o cuatro días apenas quedarán pesetas en circulación. A ello contribuirá el hecho de que la mayor parte de los cajeros automáticos expendan sólo euros, y también el papel que durante este periodo de transición realizarán los grandes y pequeños comerciantes. "Los 30.000 comercios de Anceco ya tienen acumulados los euros, han recibido formación y están preparados para abordar el cambio de moneda", apunta Laura López.

El caso de las grandes superficies es más complejo porque, si lo normal para un pequeño comercio es contar con dinero efectivo para dos o tres días, las grandes cadenas de híper o supermercados no pueden estar acudiendo al banco continuamente para cambiar moneda.

Según Anged (la patronal de la gran distribución), sus asociados ya tienen preparados 433 millones de euros (72.000 millones de pesetas) para abordar con éxito los 15 primeros días de enero. Esto ha requerido acuerdos con las empresas de transporte blindado y un sistema logístico adecuado a tan especial ocasión.

Hay que tener en cuenta que, durante el periodo de convivencia de las dos monedas, habrán de retirarse unos 438.000 millones de pesetas que pesarán más de 38.000 toneladas. De este total, una tercera parte (entre 12.000 y 13.000 toneladas) corresponderá a las grandes superficies. Esto supondrá un notable esfuerzo de coordinación entre las empresas de distribución, las de transporte, las de seguridad y los bancos.

Uno de los problemas que encerraba este acopio de dinero era el pago de intereses a las entidades bancarias, ya que los grandes y pequeños comerciantes han debido acumular con antelación una moneda que no será efectiva hasta el 1 de enero.

Finalmente, el acuerdo es que la fecha valor para empezar a pagar intereses es, como mínimo, el 15 de enero. Además, también se han articulado una serie de ayudas por parte del Banco de España que ayuden a paliar los gastos extraordinarios que genera esta operativa. Y es que el cambio de moneda implica a todos los escalafones de la cadena, desde las cajas registradoras -sólo los híper deberán cambiar 38.000 cajas entre hoy y mañana- hasta las básculas, las etiquetadoras o los carritos. Estos últimos, por ejemplo, deberán cambiar el monedero que llevan incorporado para aceptar una moneda de medio euro en vez de la de 20 duros. No obstante, también habrán de quedar algunos carritos antiguos para los clientes que sólo lleven pesetas. Anged calcula que el cambio de moneda costará a sus asociados unos 50.000 millones de pesetas (300 millones de euros).

 

El fantasma

del error en las vueltas

La mayoría de los consumidores aún están inquietos y preocupados ante la inminente llegada del euro. La convivencia de las dos monedas genera cierta intranquilidad y se prevé que se disparen las compras con tarjetas de crédito para evitar recoger las vueltas en una moneda desconocida.

Uno de los temas que quedan pendientes es la necesidad de infundir confianza a los consumidores y alejar el fantasma de los posibles abusos por parte de los comerciantes. Algunas asociaciones han recibido la consigna del Gobierno de intentar tranquilizar a la opinión pública sobre los pagos en efectivo y los posibles engaños u errores que pudieran derivarse de las vueltas en euros.

Para ello se han puesto en marcha programas de formación en los que han intervenido miles de personas. Sólo Carrefour ha formado a 50.000 empleados que llevarán a cabo más de 60 millones de operaciones de venta entre enero y febrero. El reto ahora es explicar de forma clara y concisa a los clientes las vueltas en euros y evitar que se formen largas colas en las cajas registradoras.

 

Escasez de monedas para las máquinas de venta automática

Los operadores de máquinas de venta automática no están especialmente satisfechos con el sistema de distribución que se ha llevado a cabo con el euro. Las monedas han llegado tarde y aún lo están haciendo con cuentagotas. Según sus datos, hasta noviembre sólo se habían distribuido el 50% y en diciembre solamente se podrá repartir un 10% adicional.

La escasa disposición física de la moneda les está originando muchos problemas, y no sólo logísticos. Uno de los más importantes ha sido que una vez colocados determinados mecanismos de selección de moneda en las máquinas se ha descubierto que tras utilizar algunas piezas de euro a éstas se les daba un valor diferente al que realmente tenían.

El problema ha obligado a muchas de las empresas explotadoras a reparar a marchas forzadas esta anomalía. "Si las autoridades hubieran sido más eficaces en el reparto de la moneda a los operadores, lo habríamos podido detectar, tratar e intentar resolver mucho más rápidamente", aseguran en el sector.

Este es uno más de los pequeños y grandes inconvenientes que el cambio de moneda y el periodo de convivencia de la peseta y el euro originan tanto a los propietarios de compañías explotadores de máquinas de venta automática como a los propietarios de máquinas recreativas. Ningún otro sector de la economía depende de forma tan exclusiva de la disponibilidad física de monedas entre sus clientes para operar. El resto puede utilizar transacciones electrónicas y evitar con ello su paralización.

Ambos sectores se han tenido que enfrentar a un laberinto muy complicado y caro de resolver. Las estimaciones del sector de venta automática aseguran que el cambio de moneda le originará unos gastos globales de 150.000 millones de pesetas (901 millones de euros), mientras que los operadores de máquinas de juego cifran sus gastos en torno a 96 millones de euros (16.000 millones de pesetas).

Los primeros han dedicado la inversión a cambiar los sistemas de reconocimiento de moneda, así como los monederos de devolución de cambio, que permiten identificar monedas de euros y pesetas indistintamente durante el periodo transitorio.

Esta crucial adaptación ha requerido una inversión mínima por máquina de 65.000 pesetas (390,6 euros) en su banda más baja y en la más alta de 601 euros (100.000 pesetas). La adaptación, que permitirá que las máquinas operen indistintamente en pesetas y euros ha obligado a que su unidad de cuenta sea un céntimo de euro. De esta forma se podrán realizar las devoluciones de cambio del mismo valor, independientemente de la moneda en la que se realice la compra.

En relación con las denominadas máquinas tragaperras, el consenso del sector se ha inclinado por no articular la convivencia de las dos monedas en las máquinas. Por lo tanto, a partir de mañana habrá unas máquinas que sólo aceptarán pesetas y otras que sólo admitirán euros. Y a lo largo del periodo transitorio, a medida que haya disponibilidad de euros, se irán sustituyendo progresivamente las máquinas que operan en pesetas por otras que sólo acepten la nueva moneda.

En este caso el coste de adaptación por máquina oscila entre 210,3 euros (35.000 pesetas) y 901,5 euros (150.000 pesetas).

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