EEUU y el FMI guardan un clamoroso silencio sobre la crisis
Ni Estados Unidos ni los organismos multilaterales, la mayoría de ellos ubicados en la capital estadounidense, se ha pronunciado sobre la precipitada evolución de los acontecimientos en Argentina. Hasta el estallido definitivo de la crisis y la declaración de suspensión del pago de la deuda Washington sólo había emitido tibias declaraciones de apoyo y llamamientos a la unidad de las fuerzas políticas para recomponer la situación.
Pero el nuevo presidente de la Casa Rosada no ha recibido ni la más mínima señal de apoyo del Gobierno estadounidense ni del Fondo Monetario Internacional (FMI), dos de los principales actores en esta crisis. Y su silencio, en este caso, es clamoroso.
Los expertos estadounidenses en política latinoamericana reconocen que "América Latina ha desaparecido de la agenda de Washington. Los acontecimientos de la semana pasada hablan por sí solos: el colapso de la economía argentina ni siquiera hizo pestañear a los políticos en Washington", aseguró Coletta Youngers, experta del instituto independiente Oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA, por sus siglas en inglés), a Reuters.
Pasividad hacia la región
Michael Shifter, vicepresidente del Diálogo Interamericano, instituto dedicado a mejorar las relaciones entre Washington y la región, asegura que la "tremenda pasividad" del Gobierno de George Bush hacia Argentina le costará caro, ya que generará más fuerzas contra el modelo económico neoliberal basado en políticas de apertura comercial y austeridad fiscal.
"Este es un país que hizo todo lo que le dijeron en cuanto a abrir su economía y liberar su comercio, aunque no cumplió con la parte de reducir el gasto público", dice Shifter.
De hecho, los expertos consideran que el desentendimiento mostrado por Estados Unidos y el FMI cuando la crisis ha estallado finalmente en Buenos Aires tendrá también repercusiones sobre otros países que mantienen programas con el organismo multilateral.
"[Los países] van a tener que prestar mucha más atención a las consecuencias sociales que a las políticas. Esto va a enviar una fuerte señal a las instituciones financieras, como el Fondo Monetario Internacional, sobre el coste social de sus reservas", asegura Coletta Youngers.