El Gobierno de Argentina admite la "virtual" suspensión de pagos
La crisis económica argentina ya no está bajo control. El ministro de Economía, Domingo Cavallo, admitió ayer que el país ha entrado en suspensión de pagos. Y, de inmediato, ha dado prioridad al pago de los sueldos y la atención del gasto público. Para poder hacerlo se ha visto obligado a incautar los fondos de pensiones. La Bolsa se ha convertido en la puerta para obtener liquidez y evadir capital, y ayer subió el 10%. La dolarización y/o la devaluación del peso es inexorable.
Con una frase elusiva, pero que no deja lugar a dudas, Cavallo abandonó ayer su resistencia a aceptar el fin de una lucha vana. "Estamos negociando en el marco de una virtual convocatoria de acreedores [suspensión de pagos]", reconoció el ministro de Economía argentino durante un simposio empresarial.
De esta manera, Argentina cierra una etapa fundamental de su agónica crisis, muy extensa por el afán del Gobierno de defender el régimen de convertibilidad. A partir de hoy, el país ha entrado en una fase incierta de su depresión económica iniciada en 1999.
Cavallo afirmó que quienes cobrarán en primer término serán los jubilados, empleados y proveedores internos del Estado, y ante la falta de liquidez ayer incautó los fondos de pensiones privados, cuyas cuentas las gestionará un banco público.
"Se trata de un default [suspensión de pagos, en inglés] en regla, pero seguramente no lo formalizarán hasta la próxima semana", dijo un banquero argentino consultado.
Poco antes de reunirse con el presidente Fernando de la Rúa para una crucial reunión del Gabinete de ministros, Cavallo señaló que "los próximos 90 días van a ser complicados porque habrá conflictos de intereses", ante el inicio de la fase global del canje de la deuda pública argentina. El ministro partió ayer hacia Washington para plantear al FMI sus planes.
Cavallo se negó a admitir que el Fondo haya abandonado a Argentina, a pesar de que la crisis se ha precipitado después de que el organismo multilateral decidiera el miércoles por la noche no otorgar un desembolso de 1.260 millones de dólares (1.400 millones de euros) ante la falta de cumplimiento de las metas fiscales del país. El Banco Mundial y el BID también anunciaron ayer que congelaban préstamos de 1.230 millones de euros.
"El Fondo va a seguir trabajando con Argentina en un programa sostenible", dijo Cavallo. Pero, desde Washington, el portavoz del organismo, Thomas Dawson, criticó la política económica argentina y negó que discuta una eventual dolarización de la economía o una devaluación del peso.
El Gobierno también lo negó, "Ni devaluación, ni dolarización, ni renuncias", aseguró el portavoz del presidente.
Fuga de capitales
Pero nadie confía ya en las palabras. Ayer, la Bolsa de Comercio subía un espectacular 10,6%, tras haber trepado un 9% el miércoles. Esta paradoja es sólo aparente si se tienen en cuenta anteriores crisis. "Es pura fuga de divisas. Se compran las acciones de las compañías que cotizan aquí y en Nueva York. De inmediato se ordena su venta en Wall Street y el dinero va a parar a cuentas bancarias de esa plaza. Contra este mecanismo, no hay control de cambios que valga", dijo un operador de Buenos Aires.
Ante esta situación, el Gobierno deberá tomar rápidamente una decisión. O devalúa e instaura un control de capitales estricto y profundiza la recesión, u opta por dolarizar para frenar la salida de dinero, aunque en este último caso hay dudas de que se cuente con suficientes dólares para el cambio uno por uno.
La crisis política es ahora vertiginosa. La incertidumbre es completa. No hay alternativas a la vista, aunque los rumores de renuncia de Cavallo y de De la Rúa crecen cada hora. Las protestas sociales paralizaron ayer el tráfico en el centro de Buenos Aires. Las centrales sindicales han convocado una huelga general para el jueves próximo. El Gobierno intenta una imposible concertación política y social.
En la calle, las casas de cambio ofrecen un cambio del dólar que ya entraña una devaluación efectiva cercana al 12%, pero con una volatilidad grande, a capricho del vértigo de la situación.