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La comisión de Gescartera se cierra en el Congreso con una algarada

El PP tuvo ayer el apoyo de CiU y Coalición Canaria para eximir al vicepresidente Rodrigo Rato y al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, de responsabilidades políticas en el caso Gescartera. La resurrección del caso Filesa fue el eje de la estrategia empleada por los populares para defender la integridad de ambos ministros durante el tenso pleno celebrado ayer en el Congreso que puso fin a la investigación parlamentaria abierta en septiembre.

El diputado del PP Vicente Martínez Pujalte siguió al pie de la letra el guión que previamente había concertado con el secretario general del PP, Javier Arenas, y con el portavoz del Grupo Popular, Luis de Grandes. Eludió entrar en las responsabilidades políticas que toda la oposición en bloque exigió ayer a Rodrigo Rato y Cristóbal Montoro por su intervención en el caso Gescartera y desenterró los casos Filesa, Urralburu y Mariano Rubio, de la última etapa del Gobierno socialista, para concluir que en la comisión de investigación abierta el pasado septiembre "el PP ha dado un ejemplo a la democracia española".

La estrategia de los populares provocó una tensa algarada parlamentaria en la que los dos principales partidos se cruzaron insultos y descalificaciones. El debate se tornó imposible y la presidenta del Congreso, Luisa Fernanda Rudi, estuvo a punto de suspender la sesión. Estas circunstancias tampoco influyeron en el portavoz del PP, que convirtió la rendición final de cuentas sobre la comisión de investigación de Gescartera (24 sesiones, 54 comparecencias y 190 horas trabajo) en una denuncia de los casos de corrupción que salpicaron al PSOE hace ocho años. Pujalte afirmó que frente a esta herencia, Rato y Montoro "han realizado un trabajo extraordinario en la modernización de España". A su juicio, sólo la CNMV falló en el caso Gescartera, pero desde 1995, etapa en la que todavía gobernaba el PSOE.

Martínez Pujalte no aclaró la acusación que en septiembre lanzó contra un diputado del PSOE, al que no identificó, por retirar su inversión de Gescartera antes de que fuera intervenida. La impresión que tienen ahora los propios compañeros de escaño del PP es que dicha acusación es falsa.

El PP fue arropado ayer en esta estrategia por CiU y Coalición Canaria. La oposición exigió sin éxito los ceses de Rato, Montoro y la dimisión del gobernador del Banco de España, Jaime Caruana. El diputado socialista Juan Fernando López Aguilar advirtió que su formación seguirá investigando, tras asegurar que la CNMV ha llegado con este Gobierno a un estado de "putrefacción" y la Agencia Tributaria ha sido instrumentada hasta niveles alarmantes. El PSOE ha pedido otra comisión para investigar la gestión de este último organismo, aunque el PP ya ha anticipado su oposición.

 

El vicepresidente se apunta sólo a los aplausos

El banco azul del Gobierno permaneció solitario durante casi todo el debate, en contraste con los escaños a rebosar del PSOE. Sólo los ministros Federico Trillo, Jesús Posada y Josep Piqué acudieron a escuchar algunos retazos de la discusión, hasta que al final, llegado el momento de las votaciones, hicieron una aparición estelar en medio de grandes aplausos Rodrigo Rato y Cristóbal Montoro, escoltados por sus compañeros de Gabinete Mariano Rajoy, Juan Carlos Aparicio y Ángel Acebes. La escena resultó tan poco improvisada que en los asientos de la oposición se oyeron gritos de denuncia de "tongo".

Si Rato hubiera asistido al pleno, se habría sentido incómodo. La oposición exigió a voces y hasta coreó su dimisión, ante la desesperación de la presidenta del Congreso y la insistencia del portavoz del PP en airear con ocho años de retraso los casos de corrupción que llevaron al PSOE a su derrota electoral.

El secretario general del PP, Javier Arenas, tuvo ayer una doble tarea en el hemiciclo. Además de asesorar a Vicente Martínez Pujalte en el tono que debía emplear contra la oposición, encontró hueco para entrevistarse con media docena de diputados necesitados de consejo sobre cómo actuar ante la ofensiva que el ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, ha emprendido ante el XIV Congreso del PP. La impresión de algunos de ellos es que Arenas no las tiene todas consigo para tranquilizar a José María Aznar.

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