_
_
_
_

Los socios españoles estudian desmembrar el grupo Auna

La gravísima crisis que vive el segundo operador de telecomunicaciones español, Auna, y que puede terminar con su desmembración, estalló en una reunión celebrada en París. En ella, Emilio Botín alertó sobre el excesivo riesgo asumido por el banco en el plan de financiación a corto plazo del operador por 300.000 millones y exigió que los socios avalaran directamente el mayor riesgo. Telecom Italia ha puesto en venta su participación y, ante esta situación, los socios españoles sopesan desmembrar Auna.

La crisis que vive Auna puede llevarle a su desmembración y a su desaparición como único rival de Telefónica capaz de ofrecer servicios globales de telecomunicaciones. El deterioro de la situación es tan grave que los socios españoles del grupo ya han renunciado al derecho de tanteo sobre la participación en venta de Telecom Italia (27%) y el operador italiano mantiene negociaciones para buscar un socio tecnológico que le sustituya.

Unión Fenosa, Endesa y el SCH, con diferencias entre ellos, comienzan a asumir que puede ser inevitable la segregación de las filiales del grupo y, por tanto, el fin del proyecto de Auna como operador global.

La profundidad de la crisis se pone de manifiesto en el acontecimiento que ha precipitado la actual situación y que fue la negativa del SCH, uno de los accionistas, a asumir riesgos adicionales en Auna. Esta posición del banco implicaba la imposibilidad para el grupo de telecomunicaciones de conseguir la financiación de 300.000 millones de pesetas (1.803,04 millones de euros) que necesita para cubrir sus necesidades de fondos a corto plazo.

El detonante del conflicto fue una reunión al máximo nivel celebrada en París y a la que asistieron Emilio Botín, presidente del SCH; Rafael Miranda y Rodolfo Martín Villa, por Endesa; Victoriano Reinoso, desde Unión Fenosa, así como un hombre de confianza de los nuevos dueños de Telecom Italia cuyo nombre no ha trascendido, y el presidente de Auna, Luis Alberto Salazar-Simpson.

El presidente del banco Santander manifestó su preocupación por el excesivo volumen de riesgo mantenido con Auna. En este contexto, y según los cálculos del banco, su condición de coordinador global en la operación para conseguir la financiación a corto plazo de la telefónica implicaba una toma de riesgo adicional de 200 millones de euros (33.277,20 millones de pesetas), lo que convertía la situación en prácticamente insostenible.

El SCH planteó a los socios una solución para reducir este riesgo adicional: repartir a prorrata el importe al 100% entre los cuatro accionistas de referencia, según aseguraron a este diario fuentes financieras. Así, entre participaciones directas e indirectas, a Endesa le tocaría asumir 72 millones de euros, a Telecom Italia le corresponderían 68 millones de euros, otros 40 millones de euros serían para Unión Fenosa y el SCH asumiría 20 millones de euros.

En caso de que esta demanda fuera aceptada, el banco planteó una serie de alternativas para disminuir su riesgo. La primera de ellas, que Auna constituyera una cuenta corriente indisponible en el SCH por importe de 180 millones de euros.

También se barajó la posibilidad de que el banco hiciera una cesión de crédito a los accionistas o a Auna por los importes correspondientes a cada uno de ellos, de forma que los socios hicieran las veces de entidad. Por último, se propuso que los accionistas aportaran los fondos en forma de ampliaciones de capital.

El planteamiento de Botín cayó como un jarro de agua fría en unos accionistas más que reacios a seguir invirtiendo en el proyecto. A esta situación se añade que Telecom Italia ya había puesto en revisión su estrategia internacional desde la llegada de los nuevos dueños, Pirelli y Benetton, en busca de rentabilidad inmediata y España ya había dejado de ser estratégica.

Ante la propuesta de SCH, el operador italiano exigió un estudio pormenorizado de la viabilidad de cada filial de Auna, aseguran fuentes de los accionistas. Sólo en caso de que se pudiese demostrar que existen visos de rentabilidad a corto plazo (dos o tres años), la operadora transalpina asumiría el riesgo.

A los pocos días, el presidente de Telecom Italia, Marco Tronchetti, anunció públicamente su intención de vender el 27% de Auna, lo que deja pocas dudas sobre las esperanzas que tiene el grupo italiano en el resul-tado de los estudios de viabilidad.

Socios españoles

Por su parte, los socios españoles de Auna coinciden en señalar que su intención de no ejercer su derecho preferente de compra respecto del paquete de la operadora italiana no supone una falta de apoyo al proyecto. Aseguran que mantendrán sus actuales participaciones y no descartan ejercer las posibilidades de oposición que los estatutos ofrecen en caso que el posible sustituto de Telecom Italia no sea considerado el adecuado. Pero ahora no quieren entrar a evaluar la idoneidad de France Télécom como socio tecnológico de Auna.

La posición actual de Endesa, centrada en no asumir un mayor riesgo en Auna, es en realidad continuación de su postura en la pasada primavera, en la que negoció la venta de su participación a Telecom Italia, cuando ésta estaba dirigida por Roberto Colaninno. La disparidad entre el precio que pedía la eléctrica española y la que ofrecía la telefónica italiana fue el gran obstáculo para un acuerdo, junto a la posición del Gobierno español.

 

Los propietarios avanzan en el escenario del reparto

A pesar de que los propietarios españoles de Auna aseguran oficialmente que apoyan el proyecto, todos comienzan a analizar el futuro sobre un escenario en el que la desmembración del holding se presenta como un hecho casi inevitable. La operación más consensuada es la venta de la plataforma televisiva Quiero, en la que los medios financieros consultados señalan que Endesa ha tomado un especial protagonismo. Las conversaciones se enfocan actualmente al logro de un acuerdo con la empresa francesa Bouygues. La actividad del cable, contestada por unos socios (especialmente por los italianos) y defendida con fuerza por Fenosa, se podría saldar con un trasvase de las participaciones en esa actividad. En relación con Retevisión, la opinión más generalizada es que sería muy problemático su venta fuera del grupo Auna. La empresa de Internet Eresmas es considerada, junto con la operadora celular Amena, como una de las joyas de la corona. Ambas formarían el núcleo de lo que quedaría de la operadora en el futuro.

La crisis desatada en Auna trasciende con mucho el desencuentro estratégico y de intereses entre sus accionistas de referencia. La alarma ha cundido en el sector español de las telecomunicaciones. Ejecutivos de empresas, asociaciones patronales, Administración, analistas; todos coinciden en señalar que una eventual disgregación o desnaturalización del proyecto de Auna supondría la quiebra definitiva del modelo de liberalización de los servicios de telecomunicaciones en España que se inició de modo parcial a principios de la década de los noventa y que se estableció como escenario definitivo en diciembre de 1998. Este modelo asignaba el papel de segundo operador global de telecomunicaciones al grupo creado, primero en torno a Retevisión y posteriormente alrededor de Auna. Su desaparición dejaría de nuevo a Telefónica como único operador global de servicios.

Archivado En

_
_