Los enfrentamientos religiosos agravan las tensiones en Pakistán
Para Estados Unidos, el apoyo de Pakistán resulta decisivo en su ofensiva contra los talibán y la inestabilidad que rodea ahora al país añade incertidumbre a los resultados de su operación.
El Gobierno paquistaní del general Pervez Musharraf atraviesa momentos difíciles. Si inicialmente su apoyo a la ofensiva militar estadounidense le generó el rechazó de su población islámica, el asesinato el pasado domingo de 18 cristianos a manos de radicales musulmanes ha agravado las divisiones y los enfrentamientos entre los distintos grupos religiosos que conforman su población.
A ello hay que añadir una tensión creciente con la vecina India, las oleadas de refugiados afganos que se agolpan en sus fronteras huyendo de los bombardeos y del Gobierno talibán y una deprimida situación económica que la guerra ha agravado, lo que sitúa a Musharraf en una difícil tesitura en estos momentos.
Para Estados Unidos, el apoyo de Pakistán resulta decisivo en su ofensiva contra los talibán y la inestabilidad que rodea ahora al país añade incertidumbre a los resultados de su operación. De ahí su interés en implicar a las autoridades de Islamabad en la búsqueda de soluciones para el Gobierno postalibán. El enviado de Naciones Unidas para Afganistán mantuvo ayer reuniones con responsables paquistaníes a este respecto.
Miles de personas pidieron ayer venganza en los funerales de los 18 cristianos asesinados el domingo en una iglesia en Bahawalpur, en la provincia paquistaní de Punjab. Sus líderes religiosos exigieron al Gobierno el castigo de los responsables y la prohibición de todos los grupos de militantes extremistas. Musharraf reforzó ayer la presencia policial en la zona con el fin de intentar proteger a esta parte de la población.
En el norte del país, los integristas musulmanes que responden al llamamiento a la guerra santa de los líderes talibán se agolpan en la frontera a la espera de entrar en acción en Afganistán. Unas 5.000 personas bloquean la única carretera que une Pakistán con China, como medida de protesta para exigir la dimisión de Musharraf por su complicidad con Estados Unidos. Los analistas comienzan a hablar del riesgo de guerra civil en el país ante la inestabilidad que afecta a Musharraf.
Pero sus problemas no acaban ahí. El Ministerio indio de Asuntos Exteriores rechazó ayer la propuesta de Musharraf de retomar las negociaciones para la pacificación de Cachemira con una reunión el próximo mes en Nueva York.
Ambos países llevan décadas enfrentados por el control de esa región, que hace de frontera entre los dos estados, y por lo que India califica de terrorismo fronterizo por parte de Islamabad.