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TRIBUNA

<i>Mercados financieros, opciones sobre acciones y directivos</i>

Más de la mitad de los programas de retribución ligados a la evolución de las empresas del Ibex no está generando ganancias.

Una investigación realizada por Hewitt Associates entre las empresas del Ibex 35 refleja que más de la mitad de sus programas de retribución ligados a la evolución de la acción están sumergidos, es decir, no están generando ninguna ganancia. La media de sumersión ha llegado a ser de un -38% y 10 programas tienen una sumersión superior a -50%, de forma que el crecimiento futuro de la acción tendrá que ser impresionante para generar ganancias. Y el viento no sopla a favor. A continuación, nos centraremos en algunas de las implicaciones derivadas de esta situación, así como en el esbozo de diversas propuestas para alinear los intereses de inversores y gestores.

En primer lugar, y basándonos también en encuentros mantenidos con directivos de compañías del citado índice, la situación actual está generando bastante ruido entre los administradores y los gestores de las empresas, preocupados éstos por su incumplida expectativa: cuanto más sumergidas están sus opciones, peores son sus expectativas, porque menor es la probabilidad de que la acción supere al valor nominal de la opción, única situación que produce ganancia al beneficiario en el momento de ejercitar.

En segundo lugar, el estado de sumersión viene a confirmar que el programa funciona: no hay subida de la acción, no habrá ganancia. Pero el efecto que estamos observando es simétricamente opuesto al que se pretendía: motivar y retener a sus beneficiarios. Efectivamente, la percepción de muchos directivos es que el programa sólo funciona cuando procura ganancias. Otras implicaciones son que algunos directivos se plantean la posibilidad de dejar la empresa y marcharse a otra que ofrezca sus opciones a un precio de ejercicio más acorde con la actual situación de la acción. No olvidemos que la mayoría de los programas vigentes se han implantado los dos últimos años, cuando la Bolsa alcanzó cotas que no han vuelto a producirse.

Un vistazo al periodo de vigencia o de restricción de los programas de opciones -tres años aproximadamente- viene a confirmar que, bajo esta premisa, los directivos se encuentran, en estos momentos, entre los pocos que están apostando por el largo plazo. Por el contrario, los inversores han desplazado sus estrategias a la toma de beneficios en plazos muy cortos, de días incluso, cuando no de horas. Finalmente, cabe señalar que algunas empresas se verán obligadas a compensar la caída de la acción con un buen dividendo como forma de retener a los accionistas; a pesar de ello, muchos directivos que han contribuido a esta situación no tendrán la compensación por opciones esperada.

Ante este escenario, los agentes implicados deben hacer una demostración de realismo y buscar alternativas para alinear sus expectativas. Aunque cada programa de opciones tiene su especificidad y sus ataduras, sugerimos que se trabaje en escenarios que consideren cuatro factores: riesgo, fiscalidad, coste para la empresa y valor para el directivo.

El riesgo, en estos momentos, está en hacer concesiones anuales o una sola concesión de opciones. Una propuesta es realizar concesiones adicionales concatenadas, pero en plazos más cortos, concediendo opciones a distintos valores nominales o precios de ejercicio. Así se reduce el efecto de la volatilidad de la acción. Es verdad que esto va contra uno de los principios del programa, el largo plazo, pero... ¿qué inversor está apostando a tres años?

Esta alternativa se ajusta a los comportamientos de los mercados, pero tiene efectos fiscales reales y efectos potenciales de dilución. La fiscalidad es un factor inamovible, por lo que conviene trabajar en una ecuación donde se incluya el valor o la percepción de valor por el directivo: ¿prefieres pagar menos impuestos sobre algo potencialmente grande, pero incierto o pagar más sobre algo potencialmente más pequeño pero más cierto?

El coste para la empresa, mediante la cobertura del riesgo, es un factor importante y se incrementa con el tiempo de vigencia del programa. Pero, con los vientos que soplan, ¿qué accionista o directivo, en su parte respectiva, no tiene asumido que el coste ya es un verdadero gasto? Comprueben el estado de sumersión del programa de su empresa y saquen sus propias conclusiones.

Por último, el valor para el directivo es, con toda probabilidad, el factor más interesante. La percepción subjetiva mejora con el número total de opciones concedidas, no con su valor económico. ¿Es un tema de jerarquía, de poder o de psicología de la percepción?

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