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TRIBUNA

<i>Los árabes de Al Yazira y la agencia Efe </i>

La cadena de televisión de Qatar supone el inicio de la ruptura de la dependencia informativa de los países árabe.

De la importancia decisiva que había cobrado Al Yazira, la cadena de televisión de Qatar, hablaba hace más de un año con la pasión del descubridor desatendido nuestro compatriota Javier Solana. El Alto Representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad advertía de que la consolidación creciente de la réplica televisiva lanzada en Qatar de la CNN norteamericana estaba llamada a tener una influencia en el mundo árabe análoga a la que en el ámbito occidental había logrado la cadena originaria de Atlanta.

Para mister PESC todo iba a cambiar desde el momento en que una televisión árabe ofrecía la posibilidad de ser captada en los países con esa denominación de origen y probaba su capacidad técnica y profesional de dar cuenta, en lengua árabe y desde una perspectiva árabe, de la actualidad política referida a un espacio geográfico y a un conglomerado humano que hasta ahora estaban fragmentados, dispersos y reducidos en el plano informativo a la penosa e inerte condición periférica.

La aparición de un centro emisor como Al Yazira, en el emirato de Qatar (apenas 11.500 kilómetros cuadrados de superficie y poco más de 600.000 habitantes), significa el inicio de la ruptura de la dependencia informativa bajo la que han estado hasta ahora las calles de los países árabes respecto de las potencias llamémoslas radiantes, únicas dotadas de centros emisores o editores con relevancia y alcance global.

La situación de Al Yazira, con sede en Doha la capital de Qatar, es todo un acierto para el propósito que persigue. Porque la insignificancia territorial y demográfica del emirato aleja recelos que hubieran surgido si se tratara de El Cairo o cualquier otra capital populosa de alguno de esos Estados con vocación de liderazgo regional. Porque esa condición menor facilita el ejercicio de la equidistancia informativa respecto a las tendencias que se disputan hegemonías políticas o religiosas, cumple del mismo modo que puede hacerlo Luxemburgo en Europa con la RTL. Y porque los yacimientos petrolíferos ofrecen al emirato rendimientos parecidos a los que aportan los servicios bancarios al Gran Ducado. Además, como siempre sucede, los verdaderamente ricos dan pruebas de austeridad y la puesta en marcha de Al Yazira se hizo en 1996 con un presupuesto de 317 millones de dólares, es decir, unos 50.000 millones de pesetas, calderilla en comparación con el déficit anual de TVE. El aporte anual del emir se cifra en unos 30 millones de dólares, para entendernos, 5.000 millones de pesetas.

Pero volvamos a la cuestión y examinemos el consabido esquema dialéctico Norte-Sur, que ha sido sometido a tantos estiramientos y a tan desafortunadas pretensiones reduccionistas con el intento de explicar los desequilibrios en la escena internacional. Al final se observa que por ahí no hay salida y que es mucho más fértil el análisis de la relación centro-periferia porque proporciona un eje que se adapta mejor y consigue dar cuenta de diferencias imposibles de atribuir o de explicar atendiendo a la latitud geográfica de una determinada población. Nuestra hipótesis de trabajo prefiere estudiar las diferencias políticas y económicas distribuidas sobre el mapamundi identificando de una parte los núcleos activos con capacidad para proponerse fines y, de otra, las periferias inertes e incomunicadas, es decir, subdesarrolladas, sin una idea propia de sí mismas ni un proyecto colectivo autónomo, donde tienden a residenciarse los paraísos ecológicos y los esparcimientos de vacaciones, pero también todos los vertederos indeseados.

Sucede, como tenemos demostrado en columnas anteriores, aunque estamos dispuestos a resumirlas para los que hayan llegado tarde, que, dado un espacio geográfico y una distribución poblacional diseminada sobre él, para que pueda hablarse de la existencia plena de una comunidad política tiene que existir antes una comunidad informativa, articulada a través de unos medios de comunicación social que para cumplir esa función han de alcanzar una difusión significativa en todos los territorios y en cada uno de los núcleos de población que lo conforman. Al Yazira desempeña ese papel articulador capaz de hacer entrar en resonancia a las masas árabes sintonizadas simultáneamente con el canal de referencia. Va a resultar que el invento de la CNN puede generalizarse, como ya sucedió con la imprenta con la que Guttemberg pensaba difundir la Biblia, aunque luego valiera exactamente igual para hacerlo con El Capital de nuestro amigo Carlos Marx. Qué interesante ahora atender a las restricciones pedidas por el Gobierno de EE UU para restringir la información facilitada por Al Yazira y todavía más comprobar las diferentes respuestas a esta demanda. El caso de Jota Pedro, que ahora propugna la sumisión a Was-hington cuando siempre impidió que se concertara una actitud de los medios de nuestro país ante la ofensiva terrorista etarra, es una vez más ilustrativo. Otro día con más espacio por delante hablaremos del proyecto de agencia hispanoárabe de noticias Alan-Efe que hubiera permitido anticiparse en seis años al canal Al Yazira. Atentos.

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