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Dole achaca la crisis de Pascual Hermanos a la economía sumergida

Dole Food ha tropezado en España con la economía sumergida. Según el consejero delegado de Pascual Hermanos, Peter Schreibvogel, uno de los principales condicionantes de la mala marcha de la empresa ha sido el incumplimiento de muchos almacenes hortofrutícolas de la normativa laboral.

La fuerte presencia de la economía sumergida en el sector agrícola de la región de Murcia ha sido una carga casi imposible de sobrellevar para Dole Food en Pascual Hermanos. Según el consejero delegado de la que fuera mayor exportadora hortofrutícola española, Peter Schreibvogel, "la existencia de empresas en esta zona que no cumplen como nosotros la reglamentación laboral ha supuesto al menos la mitad del peso que nos ha impedido despegar".

Schreibvogel, en declaraciones a Cinco Días, ha asegurado que Pascual Hermanos "tiene vecinos muy respetables, pero existen muchos otros que no siempre cumplen con la legislación laboral vigente".

Según el directivo de Pascual Hermanos -que está controlada en un 90,7% por Dole Food a través de su filial europea- "el hecho de que exista una importante economía sumergida nos coloca en una desventaja competitiva que hemos sufrido de forma notable en los últimos años". Una desventaja que se traduce en mayores costes de producción y, por tanto, en un precio final del producto más alto.

Y es que Pascual Hermanos es una empresa con una gran plantilla completamente regularizada, con 140 trabajadores fijos en sus almacenes y 1.800 fijos discontinuos, que entran en acción en las temporadas de recolecta. Esto no es la norma generalizada en muchas empresas agroalimentarias -especialmente en los pequeños almacenes- y más en la región de Murcia, donde la presencia de mano de obra inmigrante es notable.

Al margen de esta situación, Pascual Hermanos es viable, según el consejero delegado, y más después de haber abandonado la línea de negocios dedicada a las naranjas, "que ha supuesto gran parte de las pérdidas acumuladas por la sociedad en los últimos años". En las últimas cuatro campañas, Pascual Hermanos perdió por su negocio de cítricos 1.461 millones de pesetas (8,78 millones de euros). Estas pérdidas llevaron a la compañía a abandonar esta línea de negocio, vendiendo sus almacenes de Sueca y Carcaixent (Valencia), por los que ingresó 505 millones de pesetas (3,04 millones de euros), y al despido de 374 trabajadores, a los que tuvo que indemnizar con 405 millones de pesetas (2,43 millones de euros).

La viabilidad a la que se refiere Schreibvogel se sustenta en los buenos comportamientos de otras líneas, especialmente las hortalizas, y en el aumento de las cartera de clientes, que prácticamente era inexistente cuando Dole tomó el control de la compañía a principios de 1996. La facturación pasó de 6.955 millones (41,80 millones de euros) en 1996 a 11.182 millones (67,21 millones de euros) en 2000. Además, se han realizado inversiones en la modernización de las instalaciones y del proceso de manipulado, que ascienden a 3.000 millones de pesetas (18,03 millones de euros), y se ha reestructurado la compleja estructura del grupo.

El consejero delegado de Pascual Hermanos espera cerrar el proceso de venta antes de junio de 2002. Es el plazo que se ha marcado Dole para abandonar sus inversiones en España. "Será una desinversión ordenada", insiste Schreibvogel para transmitir tranquilidad a los empleados, a los que espera recolocar al completo en la empresa compradora. La intención es vender el paquete completo. Si no fuera posible así, Dole estudiaría dividir Pascual Hermanos en áreas de negocio y venderlas antes de 2003, la fecha límite.

Según el directivo, tres empresas de capital español se han interesado por ella. De momento han preferido mantener la confidencialidad de las compañías que han iniciado contactos.

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