Los empresarios japoneses acentúan su pesimismo económico
El índice de confianza empresarial de Japón sufrió en septiembre su caída más brusca en tres años y medio (17 puntos) y se situó en -33, el nivel más bajo desde junio de 1999. El índice se obtiene restando el porcentaje de compañías que esperan que el panorama empresarial empeore de las que esperan que las cosas mejoren.
Numerosas compañías como Nec, Aichi Steel, Fujitsu o Nikon ya han anunciado nuevas rebajas en sus expectativas de beneficios, recortes en los gastos de capital y reducción de plantilla. El 70% de la encuesta fue realizada después de los atentados del 11 de septiembre en EE UU, que, según los expertos, ha empeorado mucho el panorama para Japón.
La previsión ahora es entrar en una recesión en el ámbito internacional. De hecho, Japón está al borde de caer en recesión por cuarta vez en una década. El crecimiento se contrajo en el último trimestre en un 0,8%.
Las grandes fábricas esperan que los beneficios caigan un 18,7% -Sony ha llegado a reducir un 89% su previsión de beneficios- en el año fiscal que comenzó el 1 de abril, frente al incremento del 32% en el anterior año fiscal. Gran parte de la culpa de este mal resultado lo tendrán las exportaciones, que se espera que caigan un 4,8% en este año fiscal.
Ante tal situación, el gasto de capital continuará reduciéndose, según han anunciado ya varias empresas. Por ejemplo, NEC gastará un 20% menos de lo presupuestado en su división de chips. Las compañías estiman que los gastos de capital caerán un 3,1%, frente a la caída del 1,3% prevista en junio.
Problemas para el Gobierno
El Gobierno liderado por el primer ministro, Junichiro Koizumi, está agotando sus oportunidades ante el imparable deterioro de las condiciones económicas. La presión popular crece con el paro en la cifra récord del 5% y los ciudadanos reacios a consumir.
El Banco de Japón ha dejado los tipos de interés en el 0,1%, pero eso no ha estimulado el consumo, porque simplemente las empresas no están dispuestas a invertir un yen más de lo imprescindible. Por otra parte, la autoridad monetaria ha tenido que intervenir siete veces en dos semanas para rebajar la cotización de la moneda y no dañar las exportaciones. Las promesas de rigor fiscal de Koizumi tendrán que esperar.