La economía de guerra toma el relevo a la nueva economía
La psicología política ha cambiado de forma radical en EE UU con los atentados del 11 de septiembre. La mentalidad de guerra y la amenaza de recesión han hecho que el vapuleado Gobierno federal vuelva a ser importante. Y la próxima economía se parecerá muy poco a la de Bill Clinton.
De la nueva economía a la economía de guerra. Se acabaron las arengas en contra del "gran Gobierno federal" y llegan los aumentos en el presupuesto de Defensa y las subvenciones billonarias a sectores en dificultades.
Los debates sobre la disciplina fiscal y el futuro de las pensiones han desaparecido del mapa. Los ciudadanos se pasan el día mirando el televisor y preguntándose si podrán mantener su puesto de trabajo. Los periódicos ya no hablan de inversores de capital riesgo, sino de militares y agentes del servicio de inteligencia.
Quienes se quejaban de la intromisión del Gobierno en el sector privado, llaman ahora a las puertas del Capitolio para pedir que se "socialicen" los costes generados de la ofensiva terrorista del 11 de septiembre. Y este cambio de mentalidad tendrá efectos importantes a medio plazo.
El economista Richard Berner, del banco Morgan Stanley, afirma que esta crisis "puede suponer el fin del dividendo de la paz que se produjo tras la Guerra Mundial y la Guerra del Golfo". Un dividendo que permitió a Estados Unidos reducir el gasto de Defensa del 7% del PIB a menos del 4% durante los últimos 15 años.
El país pasó así de la era de los enormes déficit fiscales a una situación de superávit presupuestario que liberó recursos ingentes para la industria privada. Y ese dinero alimentó la creación de nuevas empresas e industrias (sobre todo tecnológicas) que impulsaron el boom de la nueva economía de la era de Bill Clinton.
Berner calcula que el aumento de las inversiones privadas durante los años 90 "casi duplicó el potencial de aumento de la productividad, colocándolo en la banda del 2% al 2,5%". Y dicha productividad es la que permitió a EE UU protagonizar la mayor fase de crecimiento no inflacionario de su historia.
La era Clinton
Durante la era Clinton, la prioridad en materia de seguridad era la prosperidad económica del país. De ahí que el demócrata prestara mucha más atención a la Organización Mundial del Comercio que al consejo de seguridad de la ONU.
Buena parte del dinero que antes se dedicaba a la industria militar se volcó en investigación y desarrollo para sectores productivos de la economía. Y ello benefició claramente a industrias como la biotecnológica, como pudo verse con el Proyecto Genoma Humano.
La paz permitió, además, dar un fuerte impulso al comercio mundial, que fue otro de los pilares de la nueva economía. Y aquí también se esperan cambios radicales. Aumentarán los controles y gastos en el transporte de viajeros y mercancías, y habrá más limitaciones en los flujos migratorios.
La Casa Blanca y el Congreso dicen que la solución está en aprobar "medidas de estímulo". Y no piensan escatimar gastos en este punto.
El primer fondo de respuesta a la crisis asciende a 40.000 millones de dólares (unos 7 billones de pesetas), pero todo el mundo da por seguro que la cifra final será mucho mayor.
Estas ayudas seguramente se combinarán con nuevas bajadas de impuestos, con lo cual el coste total puede rondar los 180.000 millones de dólares el año próximo.
Pero los economistas creen que el peaje económico es claro: menos crecimiento a cambio de más seguridad.